sábado, 5 de diciembre de 2015

Sonora de frivolidades

Por Jesús Susarrey
Diversos temas de la agenda pública demandan definición urgente y acciones concretas, pero el debate político es frívolo e insustancial y la respuesta institucional insuficiente. La sociedad política los aborda con indolencia, discute banalidades en función de proyectos personales y no prioriza las aspiraciones colectivas ni el traslado de las inquietudes ciudadanas a la esfera de las decisiones

La Gobernadora señala con precisión las rutas a seguir en el ámbito estatal, gestiona apoyos y atiende los compromisos que derivan del pacto federal, pero la sensación es que su  esfuerzo no siempre es correspondido con la formulación y discusión de alternativas para aterrizar sus propuestas por parte de algunos miembros del gabinete, Alcaldes, Legisladores y partidos políticos.

El cabildeo y las gestiones ante el Gobierno Federal se ha traducido lo mismo en apoyos para emergencias climáticas y sanitarias; apoyos al sector agropecuario y carreteras, que para la instalación de una planta desalinizadora, entre otros. El respaldo es evidente. Más de una decena de funcionarios federales de primer nivel nos han visitado en menos de 90 días, incluido el propio Presidente de la República. 

Sin embargo, a la fecha no todos las dependencias del Ejecutivo estatal han mostrado capacidad institucional para responder. No han presentado el esbozo de líneas generales de acción, ya no digamos el diseño formal de un proyecto sectorial que permita encuadrar los apoyos conseguidos. La prioridad ha sido, en muchos casos, la búsqueda del mayor número de posiciones y de recursos que la comprensión de la responsabilidad asignada. 

El anuncio de recursos para al campo, por ejemplo, no fue acompañado de una narrativa sobre las acciones a desarrollar que permitiera dimensionar su impacto. Lo mismo ocurrió con la planta desalinizadora en Guaymas-Empalme que, no obstante su relevancia, no fue aprovechado para explicar suficientemente el sentido de la política pública que se pretende instrumentar.     

La frivolidad en el Legislativo
Mientras que en algunos espacios del Poder Ejecutivo se percibe falta de iniciativa y agilidad para seguir el ritmo y el programa de su titular, en el Congreso las fracciones parlamentarias discuten generalidades y actúan como si no tuviesen responsabilidad en la atención de la agenda pública y la gubernamental. Nada discuten de las urgentes tareas para homologar la legislación estatal a la federal en materia de transparencia,  educativa, electoral o del sistema anticorrupción, por citar algunas.

Mientras el gobierno entrante propone eficacia y honestidad y exhibe el diagnóstico de un inédito desastre en la administración, los legisladores omiten con desdén debatir medidas para evitar que vuelva a ocurrir, pese a que en mucho pudo haberlo frenado la Legislatura anterior. Parecen renunciar a su función de representar el interés colectivo y a su responsabilidad en la vigilancia entre poderes.  Nada dicen, por ejemplo, de las irregularidades encontradas en la revisión de las cuentas públicas y de las consecuentes sanciones jurídicas.  

Hay algo de ironía y de cinismo en el hecho que algunos de los legisladores de oposición que fueron miembros del gabinete anterior - incluso partícipes del desorden - junto con su fracción parlamentaria se centren en la defensa del interés partidario, en subestimar los desatinos y pierdan la oportunidad de demostrar con hechos que su partido rechaza y reprueba la ineficacia y la improbidad.     

La Gobernadora y las dirigencias nacionales de los partidos insisten en los temas de la agenda ciudadana y sus discursos políticos promueven la participación y la inclusión, pero estos mecanismos son desdeñados y en Sonora están ausentes en el debate.

Y no es por ocurrencia, su relevancia va más allá del interés partidista-electoral, porque tácitamente implica una alianza con la sociedad que sacaría del marasmo y del descrédito a las instituciones representativas que han generado en la ciudadanía simpatía por los candidatos independientes y pulsiones a favor de la democracia directa para lograr gobiernos eficaces.

Es para celebrar que la democracia sonorense registre avances en pluralidad y autonomía de los poderes, pero sin un debate centrado en el interés general y la corresponsabilidad de toda la sociedad política, no brinda resultados. Es comprensible que el Gobierno estatal se integre por diversos grupos priistas, pero por la actuación de no pocos parece en ocasiones más un reparto del botín que compromiso con un proyecto de gobierno.

Si algo se le reconoce a la Gobernadora, incluso sus adversarios, es la conexión de su discurso y su propuesta con las causas ciudadanas, pero también la firmeza de sus convicciones y propósitos: es difícil suponer que tolerará irresponsabilidad, frivolidad e indolencia.