Por Ventura Cota y Borbón III
“Qué fácil es hacer obra con dinero ajeno.
Para qué te paras tanto la nalga, si fuimos nosotros quienes pusimos todo…”,
fue el correo electrónico que recibí la noche de ayer de un remitente que firma
como “Llanero solitario”. ¿Quién es? No importa. Ello fue en reacción al evento
del pasado 22 de diciembre en el cual, tal y como oportunamente informamos a
través de varios medios, se entregó en su totalidad los juguetes y dulces a
niñas y niños de la comunidad yaqui de Pitahaya.
Ya lo comenté y reitero la enorme
satisfacción que se recibe cuando en cada entrega puedes ver la sonrisa, el
agradecimiento, la felicidad en cada carita de esos niños que viven en
situaciones muy críticas, en todos sentidos. Gente abandonada por las autoridades
y dejada a la buena voluntad de Dios.
No seamos tan insensibles. El esfuerzo fue de
todos y en un futuro que hagamos nuevos eventos con esos fines, también será de
todos. Quienes crean que es gracias a una sola persona, estará siempre muy
equivocado. Cierto, la idea nació de un servidor; mas si no hubiera contado con
el apoyo de un sector de mis compañeros de los medios, patrocinadores y todos
en general, el proyecto muere en la cuna.
Y tampoco importa ser blanco de críticas de
personas sin escrúpulos, mientras se consigan los objetivos.
Reitero el agradecimiento a quienes
participaron en dicha recaudación. Se consiguió cuando menos por un día,
arrancar la sonrisa a niños y niñas pobres. A todos gracias.
He dicho.