martes, 14 de julio de 2015

"El Chapo devolvió el golpe"

Ernesto Núñez/ Reforma.com
Luis Astorga
La fuga de Joaquín "El Chapo" Guzmán fue posible por una larga cadena de corrupción y un Estado que, en muchos niveles de Gobierno, está subordinado al crimen organizado, asegura el especialista Luis Astorga.

"Lo capturaron sin disparar un solo tiro y él se escapó igual: sin disparar un solo tiro. Se usó mucha inteligencia para su detención; él usó la contrainteligencia", señala el académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Según Astorga, la fuga es responsabilidad directa e inmediata de la Secretaría de Gobernación -responsable de administrar el penal de máxima seguridad del Altiplano- pero también es una consecuencia de la ausencia de una estrategia de Estado en materia de seguridad.

Una de las principales fallas, advierte, es haber supuesto que con la detención de una sola persona se estaba acabando con el poder del Cártel de Sinaloa.

"Es bastante ingenuo, es no pensar cómo está estructurada esa organización y cómo se delega la autoridad en caso de que un líder visible no esté libre. Con esta fuga espectacular se demuestra que Joaquín Guzmán no había perdido la capacidad para operar, ni el dinero que ha acumulado, ni los apoyos, ni la fidelidad de la gente de su organización", comenta.

Astorga vuelve al momento de la detención de "El Chapo" -22 de febrero de 2014- y recuerda cómo la administración de Enrique Peña Nieto anunció que había invertido mucho dinero para su búsqueda y detención, que había sido un trabajo de inteligencia de varios meses y de colaboración con Estados Unidos.

Lo mismo hizo el capo: invirtió mucho dinero para fugarse, le dedicó tiempo y usó la contrainteligencia, los contactos y el poder intacto de su organización.

Astorga hace una pregunta para ponderar los niveles de corrupción evidenciados con la fuga: ¿de dónde sacaron los cómplices de "El Chapo" los planos del Penal del Altiplano, como para construir un túnel de 1.5 kilómetros desde afuera que llega exactamente a las regaderas donde él se bañaba?

"Una obra de ingeniería de esta naturaleza no se hace con 3 pesos, implica mucho tiempo, mucha paciencia, mucho dinero, mucha corrupción. Seguramente la cadena es muy larga y solamente podemos “hipotetizar” hasta dónde llega.

"Los planos de la prisión no están en internet, son datos que no están al alcance de cualquier persona; habría que ver cuántas personas han tenido acceso a esa información para ir elaborando la pista de los posibles sospechosos de colaborar con la fuga", señala.

Astorga prevé que, tras la fuga de Guzmán Loera vengan los ajustes de cuentas, no sólo con los criminales de grupos rivales o con quienes lo hayan traicionado en su propia organización, sino con personajes de la larga cadena de corrupción que implica la operación del Cártel de Sinaloa.

Luis Astorga acaba de publicar el libro ¿Qué querían que hiciera?(Grijalbo, 2015), en el que narra y analiza la guerra contra el narco emprendida por el ex presidente Felipe Calderón.

La obra es la continuación de una serie de estudios iniciados hace dos décadas, plasmados en otros libros de su autoría, como El siglo de las drogas y Drogas sin fronteras.

Una de las hipótesis de su nuevo libro es que Calderón -al igual queVicente Fox- heredaron condiciones adversas para enfrentar al crimen organizado, derivadas de la alternancia y la dispersión del poder político.

"El ocaso del régimen de partido de Estado implicó el debilitamiento progresivo y, en algunos casos, la desaparición de los mecanismos de control político, policiaco y militar que habían servido durante décadas", explica.

Astorga asegura que Peña Nieto tuvo mejores condiciones políticas para crear una estrategia de Estado en materia de seguridad que sustituyera esos antiguos controles, pero no lo convocó.

Un gran acuerdo en el que las fuerzas políticas supeditaran sus intereses de corto plazo a una estrategia consensada resultaba indispensable para enfrentar a organizaciones criminales como el Cártel de Sinaloa, añade el académico.