Ernesto Núñez/ Reforma.com
Luis Astorga |
La fuga de Joaquín "El Chapo" Guzmán fue
posible por una larga cadena de corrupción y un Estado que, en muchos niveles
de Gobierno, está subordinado al crimen organizado, asegura el especialista Luis
Astorga.
"Lo capturaron sin disparar un solo tiro y él se
escapó igual: sin disparar un solo tiro. Se usó mucha inteligencia para su
detención; él usó la contrainteligencia", señala el académico del
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Según Astorga, la fuga es responsabilidad directa e
inmediata de la Secretaría de Gobernación -responsable de administrar el penal
de máxima seguridad del Altiplano- pero también es una consecuencia de la
ausencia de una estrategia de Estado en materia de seguridad.
"Es bastante ingenuo, es no pensar cómo está
estructurada esa organización y cómo se delega la autoridad en caso de que un
líder visible no esté libre. Con esta fuga espectacular se demuestra que
Joaquín Guzmán no había perdido la capacidad para operar, ni el dinero que ha
acumulado, ni los apoyos, ni la fidelidad de la gente de su organización",
comenta.
Astorga vuelve al momento de la detención de "El
Chapo" -22 de febrero de 2014- y recuerda cómo la administración de Enrique
Peña Nieto anunció que había invertido mucho dinero para su búsqueda y
detención, que había sido un trabajo de inteligencia de varios meses y de
colaboración con Estados Unidos.
Lo mismo hizo el capo: invirtió mucho dinero para
fugarse, le dedicó tiempo y usó la contrainteligencia, los contactos y el poder
intacto de su organización.
Astorga hace una pregunta para ponderar los niveles de
corrupción evidenciados con la fuga: ¿de dónde sacaron los cómplices de
"El Chapo" los planos del Penal del Altiplano, como para construir un
túnel de 1.5 kilómetros desde afuera que llega exactamente a las regaderas
donde él se bañaba?
"Una obra de ingeniería de esta naturaleza no se
hace con 3 pesos, implica mucho tiempo, mucha paciencia, mucho dinero, mucha
corrupción. Seguramente la cadena es muy larga y solamente podemos “hipotetizar”
hasta dónde llega.
"Los planos de la prisión no están en internet, son
datos que no están al alcance de cualquier persona; habría que ver cuántas
personas han tenido acceso a esa información para ir elaborando la pista de los
posibles sospechosos de colaborar con la fuga", señala.
Astorga prevé que, tras la fuga de Guzmán Loera vengan
los ajustes de cuentas, no sólo con los criminales de grupos rivales o con
quienes lo hayan traicionado en su propia organización, sino con personajes de
la larga cadena de corrupción que implica la operación del Cártel de Sinaloa.
Luis Astorga acaba de publicar el libro ¿Qué querían
que hiciera?(Grijalbo, 2015), en el que narra y analiza la guerra contra el
narco emprendida por el ex presidente Felipe Calderón.
La obra es la continuación de una serie de estudios
iniciados hace dos décadas, plasmados en otros libros de su autoría, como El
siglo de las drogas y Drogas sin fronteras.
Una de las hipótesis de su nuevo libro es que Calderón
-al igual queVicente Fox- heredaron condiciones adversas para enfrentar al
crimen organizado, derivadas de la alternancia y la dispersión del poder
político.
"El ocaso del régimen de partido de Estado implicó
el debilitamiento progresivo y, en algunos casos, la desaparición de los
mecanismos de control político, policiaco y militar que habían servido durante
décadas", explica.
Astorga asegura que Peña Nieto tuvo mejores condiciones
políticas para crear una estrategia de Estado en materia de seguridad que
sustituyera esos antiguos controles, pero no lo convocó.
Un gran acuerdo en el que las fuerzas políticas
supeditaran sus intereses de corto plazo a una estrategia consensada resultaba
indispensable para enfrentar a organizaciones criminales como el Cártel de
Sinaloa, añade el académico.