Maximiliano Rosas Reyes ha prestado sus servicios, por
espacio de un cuarto de siglo, en el Instituto Tecnológico de Guaymas. Con una
familia que ha rendido frutos, se considera un hombre feliz, muy feliz: tiene
un empleo que le ha servido para apoyar a su familia y una esposa que siempre
ha sabido educar a sus 3 brillantes hijos. Tan sencilla, pero certera
descripción habla del empleado del ITG quien por el cumplimiento de su deber,
recibió esta semana el Premio por 25 años de antigüedad en el servicio,
expedido por la Secretaría de Educación Pública.
Tales estímulos que incluyen: diploma, medalla y fistol
de plata, así como un apoyo económico, fueron entregados por el Director
Bulmaro Pacheco Moreno, durante una reunión en la que estuvieron presentes también
la Subdirectora de Servicios Administrativos, María Moncerrat Félix Ayón; y el
Secretario de Previsión Social de la Región I de la Sección 61 del SNTE, Mario
Cota Araujo.
Originario del ejido “Mi Patria es Primero”, en el Valle
de Empalme, dijo sentirse feliz. “Tengo que agradecer el apoyo de mi esposa
Emma Graciela Osuna Miranda”, expresó, “Sin su apoyo, yo no sería quien soy.
Ella es mi bujía mayor. Estoy muy feliz con la vida” A pregunta expresa
sobre el destino que tendrá el cheque recibido, él responde que este estímulo
económico servirá para la educación de sus hijos, “al fin que lo más
pesado ya lo hemos ido sacando, creo que ahí la llevamos”, agrega.
Narra que tiene 2 hijos: Maximiliano y Sebastián Edgardo,
y una hija: Marisol. De los hijos varones, el mayor es ya un Ingeniero en
Software que trabaja en Monterrey (al egresar de la carrera fue el
estudiante más destacado de su generación); el otro hijo estudia Mecatrónica y
también mantiene los más altos promedios en la mitad de su carrera. La hija
menor estudia la primaria, pero es también una alumna brillante que va por el
mismo camino de sus hermanos, señala con orgullo. “Todo esto es algo que tengo
que agradecer a mi esposa y a la vida”.
Max empezó a laborar en el Tecnológico de Guaymas el 01
de octubre de 1988 cuando contaba con 20 años de edad. Hace remembranza y dice
que tiene que agradecer por ese trabajo al apoyo del Profesor Modesto
Gutiérrez, un vecino de su mismo ejido, quien apoyó a otras personas que en
aquel momento se dedicaban a la agricultura.
Finalmente, Rosas Reyes asegura que en cuanto cumpla la
antigüedad necesaria se jubilará de este trabajo, el cual ha asegurado un ingreso
económico importante para poder apoyar a su familia. Sólo por eso soy feliz,
muy feliz, expresó con una sonrisa.