Un reportaje de Alán Aviña
Las ciudades hoy en día viven cada vez más asediadas por
huracanes, ciclones y fenómenos de toda naturaleza y son vulnerables.
El desbordamiento de ríos, bardas y espectaculares son cada
vez más frecuentes en esta ciudad por las fuertes lluvias que han azotado este
año. Los daños en la ciudad han llevado a un debate cada vez más intenso por la
condición urbana de Guaymas, que sufre serios problemas de infraestructura y
que puede llegar a ser un serio problema para la población civil.
Apenas el 16 de agosto parte de la cúpula que cubría al
antiguo Banco de Sonora, fue desgajada por los fuertes vientos, y aunque no
hubo heridas ni daños por el desprendimiento, sí nos mostró la fragilidad y
vulnerabilidad en que vive Guaymas ante los embates de la naturaleza.
Para los encargados de planear la ciudad y mantenerla
habitable, ahora tienen que adecuarla para que esta sea resistente a las
lluvias, y que no siga cobrando más muertes de ciudadanos.
Los daños y las muertes
de las recientes lluvias
Ese viernes era un día normal como cualquier otro para
Adolfo. Había asistido muy temprano por la mañana a la escuela donde cursaría
su preparatoria, el Cet del Mar. Ese día había nervios, pues les aplicarían un
examen para medir los conocimientos adquiridos durante su formación secundaria
y durante el curso propedéutico que da la institución a los alumnos de nuevo
ingreso. Pero la lluvia cambiaría el panorama y cortaría de tajo con su vida.
Durante la mañana del 16 de agosto una fuerte “tromba” con
vientos y lluvia intensos azotaron a Guaymas. Al comenzar la fuerte lluvia los
alumnos del Cet del Mar salieron de la institución en dirección a sus casas
cuando sucedió el accidente. Adolfo Guadalupe León Vázquez, Daniel Torres
Figueroa, Alberto Isaac Elizalde Manjarrez, Roberto Elizalde Zayas, Jesús
Castro Valenzuela y José Armando Solís Mendoza apresuraron su paso para evitar
mojarse y se aprestaron a guarecerse detrás de una barda de alrededor de dos
metros. Sin embargo, debido a los fuertes vientos ésta les cayó encima
provocándoles la muerte a Adolfo León y a Daniel Torres, y lesiones de fuertes
a moderadas a los otros a los otros tres acompañantes.
Beatriz, alumna compañera de Adolfo Guadalupe León Vásquez,
de 17 años de edad y Ricardo Daniel Torres Figueroa, de 16, narra ese cómo inició
el día de clases y sucedió el accidente: “Pues empezó normal, asistimos hacer
un examen para ver lo que habíamos aprendido en cursos y se empezó a nublar y a
tronar y salimos de hacer el examen. Fue cuando empezó la lluvia, apenas
algunas gotas y no le tomamos importancia hasta que se soltó más fuerte”.
-¿Viste a Adolfo antes
del accidente?
-Sí, sí lo vi estaba
platicando con una muchacha diciendo que ya se quería ir a su casa.
-¿Vio mucha gente el accidente, cuál fue su reacción al ver
lo que pasó?
-No fue tanta la gente que vio, fue una poca los que íbamos
atrás de ellos para agarrar el camión, pues se impresionaron y se quedaron
parados viendo con miedo y salimos corriendo.
-¿Quién les aviso que podían salir, ninguna autoridad de la
escuela les pidió que se quedaran por la posibilidad de que lloviera?
-Nadie dijo que
podíamos salir y sí, unos maestros nos pidieron que nos metiéramos a los
salones para estar protegidos, pero nadie hizo caso y se salieron corriendo,
comenta la estudiante entrevistada.
A casi un mes del trágico evento, la escuela continúa igual
que antes, nada ha cambiado, sólo el miedo inminente de que alguna barda o mobiliario caiga sobre
sus cabezas cuando llueve. Ahora actúan con premura y la institución se
preocupa más por cuidar a sus alumnos cuando algún problema meteorológico serio
aqueja a la región.
No obstante, ese día se registraron más daños y lesionados.
Medios de comunicación informaron sobre los saldos de la fuerte “tromba”. En la
colonia Petrolera un rayo que cayó en las inmediaciones incendió varias
palmeras que se encuentran en el lugar provocando la alerta de los vecinos.
También, en San José, Las Plazas y el Rastro se suscitaron
accidentes relacionados con la lluvia, como casas derrumbadas, árboles caídos y
una persona lesionada por la caída de un pino. En el centro de la ciudad hubo
inundaciones severas, caos vial por los carros varados, inclusive una persona
electrocutada en la Diagonal Yáñez.
Ya pasaron 4 años de
“Jimena”
Este martes 3 de septiembre volvió la lluvia a causar
estragos en la población de Guaymas, Empalme y el Valle. En Guaymas provocó
caídas de árboles, inundaciones en periferias transitadas y caída del sistema
eléctrico, lo que se vuelve una regla cada vez que hay lluvia.
La primaria del Ejido Francisco Márquez sufrió graves
consecuencias, pues el techo de su escuela, que era de lámina, voló por los
aires por los fuertes vientos que la lluvia traía consigo. Aunque el fenómeno
no duró más de una hora, eso bastó para poner en jaque la vida de los
ciudadanos de esta región metropolitana.
La lluvia trajo recuerdos poco gratos, pues en las redes
sociales se difundieron imágenes de lo que pasó el mismo día 4 años atrás. El 3
y 4 de septiembre de 2009 la tormenta tropical “Jimena” azotó Guaymas dejando
destrozada la ciudad.
El día 28 de agosto por la noche, se generó la depresión
tropical No. 13 de la temporada en el Océano Pacífico Nororiental; se inició a 400 km al Sur-Suroeste de
Acapulco, Gro., con vientos máximos sostenidos de 55 km/h , rachas de 75 km/h y avance inicial
hacia el Oeste a 20 km/h .
La depresión tropical fue avanzando por el pacífico mexicano
mientras aumentaba su grado de intensidad. Al día 29 al suroeste de Acapulco se
convertiría en tormenta tropical, y al día 30 en Jalisco pasaba a huracán, en
Michoacán a huracán categoría II y se aproximó hasta las costas de Baja
California Sur convertido en huracán categoría IV.
Finalmente, ya debilitado a depresión tropical tocó tierra
en Guaymas, superando según un informe difundido por Conagua los efectos en
tierra que cualquier otro huracán en la historia de México. Según el documento de Conagua, fue en Sonora
donde los días 3 y 4 de septiembre se registró una cifra record de lluvia
debido al efecto de la convección generada por tres núcleos provenientes de las
bandas periféricas del cuadrante Noreste de “Jimena”.
La cantidad acumulada de lluvia caída en Guaymas del 3 y 4
de septiembre fue de 514.9
mm , superando al huracán “Gilbert” que azotó en 1988
Santa Catarina, Nuevo León.
Los daños que dejó “Jimena” se calcularon en 500 millones de
pesos, como indicaría el gobernador Guillermo Padrés. De entrada, el 100% del
drenaje colapsó, la carretera México-Nogales en su lapso Guaymas-Empalme,
específicamente en el entronque hacia Ciudad Obregón fue destruida por completo
y se mermó la comunicación vial con la capital y el norte del estado. Además,
cerca de 2500 habitantes tuvieron que asistir a albergues temporales y otras
más perdieron todo.
Pero, aún con la mala experiencia de “Jimena” y su efecto
devastador en la infraestructura del municipio, se ha hecho poco para remediar
el problema y se siguen generando derrumbes de casas, desprendimiento de
espectaculares, inundaciones en principales bulevares.
Infraestructura y
espacios urbanos vulnerables
El martes 3 de septiembre dos nuevas obras viales resultaron
afectadas con la lluvia. El acceso de Guaymas Norte, recién pavimentado quedó
inundado, así como el bulevar Benito Juárez, donde el Ayuntamiento acaba de
terminar una obra supuestamente para que no se inundara la calle durante las
lluvias.
La infraestructura urbana colapsa ante el mínimo brote de
lluvia y esto se debe a la mala calidad de la construcción de la obra pública,
aunque se invierten millonarios presupuestos para eso.
El Plan Operativo Anual para el ejercicio fiscal 2013,
obtenido mediante una solicitud de transparencia en el Sistema Infomex Sonora
con el folio 00067813, estima una inversión de 214 millones 656 mil 425 pesos y
91 centavos en un total de 107 obras que se construirán, en las que destaca
pavimentación, agua potable, drenaje sanitario, tratamiento de aguas
residuales, instalaciones deportivas, reparación de escuelas, alumbrado
público, parques recreativos, entre otros.
Pero los rezagos son evidentes. Según anota el mismo Plan
Operativo, existe un déficit de 8% en agua potable, 15% en alcantarillado, 3.5%
en electrificación, mientras que en pavimentación se presenta déficit de 45%
por cubrir en la ciudad y un 70% de este que necesita rehabilitación.
Los estragos de la lluvia empeoran el panorama de la
infraestructura urbana en Guaymas, mostrando su inutilidad para hacer frente a
los problemas meteorológicos, colapsando la circulación vial, el drenaje y la
electrificación.
Las ciudades actuales no están preparadas para eventos cada
vez menos esporádicos como huracanes y lluvias. Cada vez son más frecuentes por
los cambios ambientales, pero los gobiernos no han priorizado en armonizar la
ciudad y protegerla de los daños materiales y en vidas humanas que esto genera.
Las ciudades crecen desordenadamente sin ningún tipo de
control territorial por parte del Estado. Vemos cómo hay construcciones a un
costado de laderas que pronto podía colapsar o fraccionamiento que invaden
cauces de ríos y arroyos. Desafortunadamente, nos damos cuenta del error, o se
dan cuenta los gobiernos de su mala planeación urbana, cuando lluvias o
huracanes se llevan casas completas por estar ubicadas en zonas de riesgo.
Pero ¿Quién está construyendo la ciudad, los inmobiliarios,
los ciudadanos o el gobierno y qué medidas toman ante los desastres naturales?
Pues todos un poco. Los inmobiliarios construyen donde
quieren los ciudadanos y el gobierno los deja, es una connivencia irresponsable
que por ejemplo, en Monterrey durante 2010 colapsó la ciudad.
El huracán “Alex”
destruyó prácticamente media ciudad de Monterrey, en Nuevo León. Las lluvias
ocasionaron la crecida de ríos y arroyos ubicados en la ciudad, como el Río
Santa Catarina, que tiene una extensión de 45 kilómetros y cruza
la ciudad de Monterrey. La crecida de este río destruyó colonias enteras que se
ubicaban en su cauce.
El saldo de “Alex” fue de siete muertes, siete mil personas
evacuadas, 230 mil afectados por falta de agua potable y 140 mil por cortes de
la energía eléctrica.
Se debe comenzar a planear las ciudades, previendo una buena
infraestructura vial y de drenaje para que los efectos sean mínimos. El caso de
Hermosillo y Guaymas es contrastante, en la primera ciudad una lluvia es
solventada fácilmente por el sistema de drenajes de la ciudad y en la segunda,
las inundaciones pueden durar hasta tres días en las avenidas. Hay que
acostumbrarnos a que las ciudades hoy en día van a vivir cada vez más asediadas
por huracanes, ciclones y fenómenos de toda naturaleza.