Por Ventura Cota y Borbón III
¿Por qué la mayoría de la gente piensa que puede vulnerar la paz y la tranquilidad de sus vecinos, sin previa consulta o incluso consultando?
Ando que me lleva –perdón por el “inglés”-, la chingada del sueño y del coraje. Ayer, con motivo del cumpleaños de un vecino, cerraron la calle, acomodaron sillas y colocaron una radiola a un volumen bastante alto, teniendo como resultado, que quien esto pergeña, ande como caballo lechero: muriendo del sueño por la desvelada y encorajinado por añadidura.
La música –por cierto bastante corriente-, estaba casi en mis oídos, ya que la recámara donde pernocto, está precisamente al lado de la calle, por lo tanto, desde que inició hasta que se les hincharon los “destos” a mis considerados” vecinos, o sea a las 3 de la mañana, apagaron todo.
La autoridad no debería otorgar esa clase de permisos –por supuesto si acaso lo hubo para cerrar la calle y enfiestar a fuerza al vecindario-, ya que además de impedir la entrada y circulación de carros en la privada, la molestia es muy grande.
Mi familia y yo tenemos viviendo en ese sector poco más de doce años y JAMÁS, leyó usted bien JAMÁS, he perturbado el orden con fiestas ruidosas. Cuando hago reunión en mi hogar, respeto el deseo de tranquilidad de mis vecinos y si escuchamos música, lo hacemos de modo normal, no para sordos. Pero al parecer a algunos de mis vecinos, les vale madre.
Ni modo, cuando sea “rico” y tenga la manera de mudarme a un espacio donde esté prohibido esa clase de desmanes o pueda comprar una isla, entonces es cuando podré estar en paz. Por lo pronto, debo seguir soportando las continuas fiestas que en el alrededor hacen de manera sistemática cada semana.
Un día de estos, cuando me agarré lo “COTA”, después de la desvelada de la fiesta ruidosa, me voy a ir a la ventana donde esté dormido el “crudo” y le voy a dar una serenata a todo volumen, para que sienta lo que yo.
Ni modo, corrientadas donde quiera hay.
PD Sí estoy muy molesto.