Por Ventura Cota y Borbón III
En Guaymas –creo que en Sonora en general-, existe una falsa percepción respecto a la vecina ciudad de Navojoa, a cuyos habitantes se les "atribuyen" toda clase de “charras”, chascarrillos, insultos y menciones peyorativas. Sería ocioso además de irrespetuoso mencionar siquiera una. Pero en la realidad es que los “brutos”, los suatos, los dejados, los agachones, somos otros.
Es bien sabido y no es un mito, que cuando el opulento empresario de la telefonía, Carlos Slim, empezó a aplicar el ilegal servicio medido elevando de manera exorbitante los precios de la pésima prestación, los primeros en oponerse y no sólo eso, sino poner la muestra a nivel país, fueron los navojoenses y tuvieron éxito. En México, es posible en Navojoa sea la única ciudad donde el número de llamadas no es restringido y todo por el precio de la renta.
En el servicio de cable pasa algo parecido. Me explico.
Mientras que en Guaymas el precio por paquete de servicio básico que comprende 73 canales más Internet de 5MBPS (Megabytes por segundo) es de $ 549.00; en Navojoa, por el mismo precio les ofrecen 90 canales más 50 de música, más la opción de 16 canales PPV (Pay Per View) más Internet de 5 (MBPS). ¿Cómo la ven?
Por lo tanto se concluye, que en realidad todo lo que se diga y escriba sobre los mayos es puro cuento, en cambio quienes más hablamos y nos burlamos somos quienes recibimos esa “receta” de abusos y todo porque somos dejados, suatos, agachones y BRUTOS.
Así es que la próxima vez que saquen un chascarrillo sobre los navojoenses, mejor aplíquenselo ustedes mismos, y digo ustedes porque yo desde hace casi tres años no tengo línea telefónica mucho menos cable. Y francamente no lo requerimos.
Acápite: La noche de ayer, en familia (hermanos, sobrinos, compadres, nietos y hasta perros y gatos) disfrutamos de una película ya convertida en clásica: Grease, o lo que es lo mismo en totonaca, Vaselina. Y es que mi tía Pina le obsequió a mi padre –su hermano-, una televisión de tamaño bastante amplio (unas 50”) y aprovechando el sabadito, el menudo y la gran sala que hay en la casa paterna, se dio la ocasión.
Los viejos regresamos al pasado y los morros, supieron de cómo era la diversión secundariana en aquella época de los cincuentas. Desmadrosa pero sana.
Excelente domingo.