sábado, 1 de octubre de 2011

Rincón de las letras (Edición No. 225, colaborador)

La niña de dos corazones
Por Blanca Toledo Minutti
Marianita tenía cinco años cuando sintió por primera vez lo que es el desgano.

No quiso pronunciar palabra camino a casa; incluso se sentó frente a su plato y se detuvo la cabeza con la mano observando como se enfriaba el fideo.

-Mamá- se animó a decirme después de los deberes - ¿Yo tengo dos corazones?

-¡Claro que no!- repliqué un tanto sorprendida.

-Pues yo creo que sí... mira aquí-

Y me guió la mano lado derecho del tórax.

-¿Lo sientes? ...¿Verdad que sí?

Quise decirle que no era cierto, explicarle cómo estaba formado su cuerpo; pero sus ojos almendrados me miraban emocionados y le dije que sí.

De inmediato comprendí el error que había cometido. Marianita me tomó de la mano empujándome para que la siguiera.

-Tienes que llevarme al doctor para que me lo saquen.

-¿Por qué? ¿No querías tener dos corazones?

-Ese otro corazón no me sirve, me está enfermando.

Su afirmación me preocupó, era tan pequeña ¿Cómo podía una niña de su edad pensar de esa manera?

-¿Te sientes mal?.. ¿Qué sientes?

-Sí- me dijo con seriedad –me duele, no me deja respirar.

Le toqué la frente.

-Tal vez sea porque estás cansada ¿Jugaste mucho en la escuela?

-No- bajó la vista.

-¿Entonces trabajaron mucho?

Negó con la cabeza sin volverme a mirar.
-¿Te castigaron?

Levanté su barbilla y vi las lágrimas que se le agolpaban.
-¿Te castigaron?- insistí.
Marianita hipó un poco pero lo negó.

-Se me ocurre que un baño es lo que te hace falta y que un rato en la tina caliente te hará sentir mejor.

Sonrió para complacerme y permitió que pasara la esponja por su espalda sólo por tranquilizarme.
En la noche me sentí realmente preocupada cuando fui a arroparla y me dijo soñolienta.
-No olvides que me tienen que quitar el corazón.
Al día siguiente al volver del colegio fue lo mismo, casi no hablamos, no probó bocado y yo hice de inmediato una cita con el médico.

Antes de que la viera le expliqué al doctor lo que había pasado y coincidimos en que se trataba de algo que le había acontecido en el colegio, pero que no estaba de más un chequeo de rutina.

-A ver Marianita muéstrame dónde te duele- le dijo serio y puso su estetoscopio donde sus manitas le señalaron.

-Pues sí, en efecto, escucho claramente los latidos de tu otro corazón.

-¿Si?- dijo ella asombrada y con emoción.

-Si, no hay duda pero ¿Sabes? no es normal que tengas dos corazones.
-¿Ya ves mamá? Te lo dije.

-Tienes que quedarte hoy, mientras tanto tu mamá tendrá que irse para hacer todos los arreglos para que mañana te lo saquen. Te van a sacar sangre y...

-¡No!- lo interrumpió –mañana no puedo, tengo que ir a la escuela.

El doctor me sonrió complacido.

-¿No quieres que te operen? Tu misma dijiste que no debes tener dos corazones, hay que abrirte la piel para sacarlo.

-No es eso- dijo Marianita asustada pero firme. –Mañana no puedo faltar a la escuela. Tengo que decirle a la mamá de Carlitos que deje de llorar, porque el corazón que estaba buscando yo lo tengo de más.