La niña de dos corazones
Por Blanca Toledo Minutti
Marianita tenía cinco años cuando sintió por primera vez lo que es el desgano.
No quiso pronunciar palabra camino a casa; incluso se sentó frente a su plato y se detuvo la cabeza con la mano observando como se enfriaba el fideo.
-Mamá- se animó a decirme después de los deberes - ¿Yo tengo dos corazones?
-¡Claro que no!- repliqué un tanto sorprendida.
-Pues yo creo que sí... mira aquí-
Y me guió la mano lado derecho del tórax.
-¿Lo sientes? ...¿Verdad que sí?
Quise decirle que no era cierto, explicarle cómo estaba formado su cuerpo; pero sus ojos almendrados me miraban emocionados y le dije que sí.
De inmediato comprendí el error que había cometido. Marianita me tomó de la mano empujándome para que la siguiera.
-Tienes que llevarme al doctor para que me lo saquen.
-¿Por qué? ¿No querías tener dos corazones?
-Ese otro corazón no me sirve, me está enfermando.
Su afirmación me preocupó, era tan pequeña ¿Cómo podía una niña de su edad pensar de esa manera?
-¿Te sientes mal?.. ¿Qué sientes?
-Sí- me dijo con seriedad –me duele, no me deja respirar.
Le toqué la frente.
-Tal vez sea porque estás cansada ¿Jugaste mucho en la escuela?
-No- bajó la vista.
-¿Entonces trabajaron mucho?
Negó con la cabeza sin volverme a mirar.
-¿Te castigaron?
Levanté su barbilla y vi las lágrimas que se le agolpaban.
-¿Te castigaron?- insistí.
Marianita hipó un poco pero lo negó.
-Se me ocurre que un baño es lo que te hace falta y que un rato en la tina caliente te hará sentir mejor.
Sonrió para complacerme y permitió que pasara la esponja por su espalda sólo por tranquilizarme.
En la noche me sentí realmente preocupada cuando fui a arroparla y me dijo soñolienta.
-No olvides que me tienen que quitar el corazón.
Al día siguiente al volver del colegio fue lo mismo, casi no hablamos, no probó bocado y yo hice de inmediato una cita con el médico.
Antes de que la viera le expliqué al doctor lo que había pasado y coincidimos en que se trataba de algo que le había acontecido en el colegio, pero que no estaba de más un chequeo de rutina.
-A ver Marianita muéstrame dónde te duele- le dijo serio y puso su estetoscopio donde sus manitas le señalaron.
-Pues sí, en efecto, escucho claramente los latidos de tu otro corazón.
-¿Si?- dijo ella asombrada y con emoción.
-Si, no hay duda pero ¿Sabes? no es normal que tengas dos corazones.
-¿Ya ves mamá? Te lo dije.
-Tienes que quedarte hoy, mientras tanto tu mamá tendrá que irse para hacer todos los arreglos para que mañana te lo saquen. Te van a sacar sangre y...
-¡No!- lo interrumpió –mañana no puedo, tengo que ir a la escuela.
El doctor me sonrió complacido.
-¿No quieres que te operen? Tu misma dijiste que no debes tener dos corazones, hay que abrirte la piel para sacarlo.
-No es eso- dijo Marianita asustada pero firme. –Mañana no puedo faltar a la escuela. Tengo que decirle a la mamá de Carlitos que deje de llorar, porque el corazón que estaba buscando yo lo tengo de más.