Por Ventura Cota y Borbón III
En México, mientras una frase sirva para fines mediáticos o para resaltar la estupidez del personaje que la pronuncia y con ello obtener ciertas ventajas, se utiliza hasta la saciedad sin importar el fondo de la misma.
Desde que era niño, prácticamente he escuchado la trillada frase “Dos de octubre no se olvida” gritada, manifestada, escrita o simplemente pronunciada sin valor y a propósito de la matanza masiva de estudiantes y profesionistas por parte de las fuerzas represoras mandadas por el simiesco ex presidente y por fortuna hoy gozando de las llamas del Infierno, Gustavo Díaz Ordaz, en la fecha aludida.
Antes eran unas manifestaciones brutales. Sobrevivientes del sangriento hecho hacían una pasarela ante las compañías televisoras o radiales con el objeto de “condenar” el acto y exigir castigo a los culpables.
¿Cuánto tiempo estuvo la faramalla de que a Echeverría se le condenaría? ¿Cuántas veces se mencionaron nombres de presuntos involucrados y nunca se logró nada? ¿Cuántas y cuántas veces se ha repetido esa absurda pretensión de justicia? Digo absurda no porque el hecho en sí se quiera minimizar, simplemente lo absurdo proviene de que en el país la impunidad goza de canonjías.
Así como el dos de octubre de 1968 pasa a formar parte del baúl del olvido, así poco a poco se irá llenando el mismo baúl con lo de las matanzas en Chihuahua, Oaxaca, Guerrero, Durango, Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas, Sonora y un largo etcétera.
Dos de octubre sí se olvida. Guardería ABC sí se olvida, Casino Royal sí se olvida…y la lista sigue hasta el infinito.