Por Rodolfo Peña Farber
Los periodistas Alberto Taverita y Mario González entrevistaron en junio a Enrique Peña Nieto, quien pretende gobernar a los mexicanos.
Sus declaraciones no dejan dudas sobre sus tendencias personales y su manera de ser, en relación sobre lo que puede esperarse de él estando en el poder, sobre los sensibles asuntos de la salud física, mental y emocional que conforman y definen el ambiente en la sociedad.
Declara Peña Nieto que “hemos evolucionado en la apertura hacia la preferencia y diversidad sexuales, y que SE HACE NECESARIO AJUSTAR LOS ORDENAMIENTOS LEGALES QUE GARANTICEN LOS DERECHOS DE TODOS”.
Luego dijo que “el aborto ya es un derecho adquirido por la sociedad y que DEBE SER GARANTIA, donde la mujer tenga libertad para decidir en su cuerpo y su persona”.
Respecto al “matrimonio” entre homosexuales dijo: “creo que es un tema que no debe verse como tabú” y agregó que la adopción de niños por “parejas” homosexuales “es un derecho adquirido, decretado y sancionado por la Suprema Corte de justicia de la Nación y que es un tema que no tiene reversa”.
Es de esperarse que la Nación rechace iracunda a Peña Nieto y lo proscriba e inhabilite para cualquier cargo publico, pues el solo hecho de pretenderlos es altamente ofensivo para la dignidad nacional, por que nos hace aparecer como una sociedad degenerada que busca a sus guías y conductores entre la hez de la sociedad que se agita y se excita en los obscuros antros del hampa.
No se trate de justificar tales aberraciones por que en otros países hacen lo mismo. La degradación si está devastando a las sociedades en muchas partes, pero, ¿es de alta política buscar nuestro propio daño por entronizar en el poder a un simple moderador de la política?
“El mes de la patria”, llaman algunos a septiembre, por sucesos ocurridos en esa fecha, especialmente el día 13, por los “Niños Héroes de Chapultepec”; el 16 por el levantamiento de don Miguel Hidalgo y el día 27 por la consumación de la independencia de México respecto de España, por don Agustín de Iturbide.
Prescindiendo del hecho de que la importancia concedida oficialmente a esas tres fechas está malévolamente tergiversada por la demagogia masónica-política, por olvidar deliberadamente a otros niños héroes como Miguel Miramón y por erigir en libertador a Hidalgo en lugar de a Iturbide.
Cierto es que tales hechos sucedieron en septiembre y cierto también es que el símbolo de la patria más emotivo, más gráfico y más patente es la bandera nacional, relacionada especialmente con los “Niños Héroes” y con Iturbide,, pero no con Hidalgo, que no la conoció.
La bandera representa nuestro carácter, territorio, soberanía, historia, lengua, cultura, anhelos, destino, sociedad, es decir, todo el universo que somos y conformamos los mexicanos, lo que es amado y respetado por nosotros.
Los candidatos a la presidencia aspiran a ceñirse la banda tricolor en el pecho, así que están obligados a entender su simbolismo y a tratar de materializarlo en la realidad, comenzando por lo que significan los tres colores: el blanco la religión católica, el verde la independencia y el rojo la unión.
Esa obligación les niega el derecho a actuar en la función pública de manera opuesta a todo lo que representa la bandera como símbolo nacional. Desgraciadamente quienes aspiran a gobernar –López Obrador, Ebrard, Peña Nieto, Vázquez Mota-, no saben lo que es eso.