martes, 25 de octubre de 2011

Biebrichazo

Por Ventura Cota y Borbón III
Se decía en todos los corrillos políticos nacionales que era el consentido de Luis Echeverría, cuando menos desde iniciada su carrera hasta que cayó de su “gracia”, en mayo de 1975, así fue.

Carlos Armando Biebrich Torres, una vez que la constitución del Estado fuera modificada para que asumiera la gubernatura en 1973 a la edad de 33 años, fue un político muy brillante. Esto de acuerdo a uno de sus panegiristas, el periodista Jesús Blancornelas, ya en mejor vida.

Sinceramente, no me acuerdo del famoso episodio de su “renuncia” ocurrida hoy hace exactamente treinta y seis años, ya que quien esto pergeña apenas contaba con doce, por lo que me di a la tarea de consultar varias fuentes –Crónica de una infamia, autoría de Jesús Blancornelas, Tragicomodia mexicana 2, de José Agustín y otras más-, cuyos relatos dan cuenta de lo que antecedió a aquél 25 de octubre de 1975.

Biebrich, -coinciden muchos autores en esta apreciación-, desde joven se distinguió por su perfecta y brillante oratoria, don que lo condujo a “codearse” con “caballones” de la política del peso de Gustavo Díaz Ordaz y de su protector temporal, Luis Echeverría Álvarez, quien finalmente lo mandaría durante más de veinte años al ostracismo.

La debacle del entonces joven gobernador sonorense, empezó cuando enfrentó abiertamente a algunos ministros –hoy secretarios de estado- entre los cuales se encontraban Augusto Villanueva y su rival en atenciones para con el presidente, Porfirio Muñoz Ledo.

Los constantes celos de ambos mencionados líneas antes (Villanueva y Muñoz Ledo) contra el brillante orador y consentido presidencial, empezaron prácticamente desde que la revista estadounidense TIME menciono tanto a Biebrich como a Muñoz Ledo como finos prospectos y posibles sucesores en un futuro inmediato, del presidente de la república. Pero Carlos Armando sobresalía en la lista como el más listo.

Todo ello sumado a las “grillas” que el secretario de Agricultura, Villanueva hizo en el Valle de Guaymas y del Yaqui, trajo como consecuencia el episodio por todo mundo conocido: el acribillamiento de siete campesinos con armas de uso estrictamente por el Ejército y la Policía Estatal, según obran en archivos las necropsias, presuntamente organizado por Francisco Arellano Noblecía, siguiendo órdenes del secretario de la Defensa.

Echeverría, impuesto a quitar y poner a su libre albedrío a los funcionarios, incluidos gobernadores –en su sexenio ya llevaba dos-, decidió desaparecer los poderes en Sonora, situación que crearía un caos social, optando el Gobernador y ganándole la “tirada” al Presidente, por presentar él mismo de forma viril y voluntaria - según cuenta Blancornelas-, la renuncia a la gubernatura.

Biebrich, dos años después contó todo lo sucedido en una entrevista que concedió, misma que sería la única y fue para “Excelsior”. Allí, Biebrich declaró al reportero que jamás volvería a hablar del asunto. Hasta hoy lo ha cumplido.

Carlos Armando Biebrich Torres, cuando dejó de la gubernatura, fue ferozmente perseguido por su sucesor, Alejandro Carrillo Marcor, un sonorense radicado en el DF cincuenta años antes de venir a “gobernar” el estado. Se intentó, inútilmente de encarcelarlo, mas la libró y volvió con la “frente en alto” del exilio para años más tarde asumir una diputación federal.

Un episodio que probalemente sólo recuerden los deudos de los difuntos de aquella matanza y el mismo Biebrich.

Así se las gastaban hace 36 años…Nada ha cambiado, se las siguen gastando igual. Gattopardismo puro.