sábado, 18 de junio de 2011

Hitler

Por Ventura Cota y Borbón III
En cierta ocasión, platicando con un compañero maestro de una prepa en la cual él impartía la materia de ciencias sociales en el área, me preguntaba mi opinión sobre Hitler. Él se decía admirador de su personalidad y de las ideas que en su momento revolucionaron parte de Europa. Hitler, decía el profesor, a pesar de sus extravagancias, fue un hombre incomprendido por la Humanidad.

Fueron muchas las ocasiones en que él y yo aprovechábamos la hora del receso para intercambiar opiniones del austrohúngaro individuo. De esas pláticas surgió en mí la curiosidad por conocer más del enigmático personaje.

Conclusiones personales me dicen que Hitler era un individuo muy inteligente, lástima que esa inteligencia la usara para hacer el mal. Se le atribuye la muerte de casi doce millones de personas en un período entre la guerra por él provocada en 1939 y el famoso holocausto en el cual murieron asesinados vilmente la mitad de la cifra antes mencionada: seis millones de judíos.

Hitler estaba obsesionado con la “limpieza étnica”. Deseaba crear una raza “pura”. De hecho en el llamado Tercer Reich, quiso que su enfermiza obsesión se llevara a cabo. Desde niño su infancia estuvo plagada de situaciones enervantes, quizá de allí la razón de su raro actuar.

Publicó un libro titulado "Mi lucha", en cuyas primeras páginas de lectura se puede apreciar una especie de locura “brillante”. Es la exposición de parte de su vida la cual combinó con sus ideas nacionalsocialistas. El libro no tiene nada de extraordinario, salvo que conmina a la guerra y exterminio de personas por él consideradas subhumanas. Eso para los beligerantes podría ser una gran idea.

Hitler se ganó mi respeto cuando leí que fue el primero en la era moderna en crear leyes para proteger a los animales. Tenía una perrita llamada Blondie, a la cual mandó asesinar cuando él mismo y su esposa, Eva Braun, se suicidaron en un búnker en abril 30 de 1945, ya bajo las ruinas de Berlín y asediado por los rusos que iban en pos de él.

Cuenta una anécdota que durante los Juegos Olímpicos llevados a cabo en Alemania en 1936, queriendo demostrar la “superioridad” de su raza aria, estuvo presente en una carrera durante la cual participaban gente de su “equipo”, sin embargo Jesse Owens de nacionalidad norteamericana y de tez negra, logró imponerse en la carrera de los 100 metros. Hitler no escondiendo su racismo, se negó a entregar la medalla de oro, además de comentar entre sus allegados que los americanos deberían tener vergüenza de sí mismos al dejar competir a un “negro” por ellos.

De Hitler se dicen muchas cosas, lo que sí es innegable, es que fue un hombre que hizo Historia y a 66 años de su muerte, aún hay leyendas que hablan de su grandeza, independientemente que la inteligencia la haya usado para hacer el mal.

A propósito, el miércoles próximo pasado en la presentación semanal que proyecta Cine Club Guaymas, exhibieron una gran película precisamente sobre la caída del “imperio” nazi. De allí es que me vino el recuerdo del profesor que se decía admirador de Adolfo Hitler.