lunes, 27 de junio de 2011

¿Algo ha cambiado?

Por Ventura Cota y Borbón III
Casi a finales de la década de los cincuentas, el escritor italiano Giuseppe Tomasi de Lampedusa escribió su magistral novela Il Gattopardo (El tigre jaspeado) de cuya trama nace a las ciencas políticas la ocasión de estudio del fenómeno que para desgracia de muchos pueblos, padecemos de parte de quienes pseudogobiernan: el gatopardismo también llamado lampedusianismo en honor al apellido del autor, y que no es otra cosa que el "cambiar todo para que nada cambie".

La cita original expresa la siguiente contradicción aparente:
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado"."…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está". 

Con este término recuerdo mucho a un amigo personal, al capitán Aldo Antonio Neri, comandamte de un buque llamado "Mimo Ievoli" y quien en alusión a este autor recordaba siempre al presidente de su país, Silvio Berlusaconi como "...un hijo de puta" [sic].

Así pasa en nuestro país, en nuestro estado y por supuesto en nuestro municipio. La tesis del gatopardismo es muy aplicada y con gran vehemencia por cada uno de los ocupantes de las oficinas gubernamentales.

Viene esto porque diario escucho a través de la televisión o del radio o leo en periódicos, revistas e Internet y sin faltar por supuesto los comentarios sarcásticos de un pueblo dolido y agraviado pero cobarde, sobre las acciones tan abyectas de los políticos. Decimos de todo, despotricamos, gritamos, mascullamos y hagamos lo que hagamos, siempre es la misma: el Gobierno cambia para que todo siga igual.

En pocas palabras, por nuestro agachismo, por nuestra cobardía, por nuestra dejadez estamos como estamos y aunque llegue quien llegue a la cima con todo y sus buenas intenciones, seguiremos valiendo cacahuate.

Pasar de las palabras a los hechos por mala ventura existe un enorme puente que como definiría Nietzsche, es ir del animal, de la bestia, del hombre cobarde al súper hombre y para eso nos faltan muchos güevos, por tal razón seguiremos hablando y diciendo pestes de los políticos y de los gobernantes simplemente por la eternidad a menos que en las próximas generaciones índigos surja alguien con la suficiente inteligencia como para liderar un cambio con rumbo hacia el cielo.

¡Pobre México!