lunes, 27 de junio de 2011

El mexicano enano

A partir de hoy un nuevo colaborador se integra a las filas de este hebdomadario y a quien por supuesto en lo personal le doy la bienvenida. (VCyBIII).

Por Juan Pescador
Hace días platicaba amenamente con usted, camarada Ventura, director de este medio, respecto a una de sus columnas y usted citó a Octavio Paz y su Laberinto de la Soledad. Esto me hizo recordar, que hace unos años, se puso de moda el tema sobre el perfil sicológico del mexicano, nuestro “modo de ser”.

El Laberinto de la Soledad fue obra cenit, en este asunto. En él, el autor se sumergió en la búsqueda de las razones de nuestro modo de ser colectivo, desde las raíces de nuestro mundo precolombino, pasando por la conquista y las conductas resultantes de los traumas de la esclavitud, la masacre, la destrucción de la cultura autóctona y sus costumbres religiosas, el coloniaje español de 300 años(1521-1821). Los eventos de la Independencia, los de las Leyes de Reforma; las invasiones extranjeras europeas y la de Estados Unidos, con el robo consecuente de más de medio territorio de nuestro país; el porfiriato, la Revolución Mexicana y los gobiernos de la post-Revolución, la Expropiación Petrolera, etc. Y Paz inició su ensayo en los Ángeles. California, con la observación del comportamiento contrastante de los “pochos”, población de origen mexicano que quedó allá, al perder nuestros territorios de Texas, Nuevo México, Arizona, California, etc; que ni se sienten mexicanos ni son aceptados por los güeros.

El comportamiento del “bracerismo” a consecuencia de las dos guerras mundiales, sus descendientes los “pachucos. En fin, el estudio de todos los eventos históricos de nuestro país, incluyendo el comportamiento de los emigrantes mexicanos en Estados Unidos, hasta más o menos la década de los cincuentas y, sus consecuencias en nuestro folclorismo, nuestro malinchismo, nuestros mitos y leyendas, nuestra religiosidad, lo esperanzados en milagritos y fiesteros que somos, nuestro importamadrismo y el gusto de chingar y que lo chinguen.

Con toda honestidad, el libro de Paz se me hizo difícil, denso, no lo alcancé a comprender en esos tiempos ni lo terminé de leer ni me ha latido releerlo. Los capítulos que recuerdo más, son el de TODOS SANTOS, DIA DE MUERTOS y LOS HIJOS DE LA MALINCHE.

Sin embargo, me quedé con la puntilla de no haberle agarrado la “onda” al Laberinto y busqué otros títulos sobre el tema, leyendo EL MEXICANO. PSICOLOGÍA DE SUS MOTIVACIONES, de Santiago Ramírez y de la obra con la que titulé esta colaboración: EL MEXICANO ENANO. UN MAL DE NUESTRO TIEMPO, de Óscar Monroy Rivera.

Ahí les va la anécdota. Resulta que en un viajé a Hermosillo, hace tres o cuatro años, coincidentemente, ese día había una exposición y Feria del Libro, la visité y curioseé por los stands. Llegué a uno en que se exponían varios títulos, muchos, del mismo autor: Poemas de Juventud; Ayer, recuerdos de infancia (biografía); El Señor Presidente de Enanonia. Ensayo Sociopolítico; El señor presidente de enanoia II; Un extraño en el puerto, (novela); El mexicano, ciudadano de quinta, (ensayo); México y su vivencia dramática en el pensamiento Vasconcelista, (ensayo); La burguesía y la opresión en la noticia (ensayo); La ley del pueblo (teatro); Rigoberta Menchú (teatro); La compra de Luisiana; Tetabiate y Cajeme…(teatro); … EL MEXICANO ENANO… y el nombre del autor de éste último, era el mismo de todos los demás en el local, ¡¡¡ un chorro de títulos, como cincuenta, del mismo autor!!!

---¡Ah chingá, chingá, chingá, le dije a la dama que me acompañaba. Cómo va a ser el mismo autor de estos libros, el mismo autor Del Mexicano Enano, ¿si yo lo leí cuando era estudiante de secundaria…?

---Uuuujule, ya habrá llovido mucho, ¿no? Ironizó la muchacha…

---Pues sí y ahora resulta que este, que escribió de los yaquis y otros temas sonorenses…, Es el mismo que escribió ¿¡El Mexicano Enano!?

---Pues pregúntale al encargado, míralo, allí está, me animó mi amiga.

---Cuál encargado va a ser, si está autografiando uno de los libros…¿ A poco usted es el autor del Mexicano Enano?---, le pregunté, incrédulo.

---¡ Pues a poco no…?, me contestó el señor.

---Disculpe mi ignorancia, pero como ese libro lo conocí cuando yo era, “confidente de secundaria”, como dice la canción, francamente, creí que el autor, en esos tiempos ya tenía una edad madura y en la actualidad, seguro ya había, …, bueno, lo mismo que Octavio Paz y Santiago Ramírez…

---¿¡¡¡Muerto!!!…?---, contestó, vehemente, el escritor.

---Bueno, pues digamos, que ya usted no escribía…, quise ser cortés.

--- No he muerto como Octavio Paz, ¡ni menos me he suicidado, como Santiago Ramírez…! ¿Lo cree usted? ¿Suicidarse un médico y psicoanalista…? ¡Míreme usted, aquí estoy, vivito, escribiendo y exponiendo mis obras, aunque ya mucha gente no lee, menos en Sonora. Pero yo sigo creando, produciendo, escribiendo, sacudiendo conciencias con mis ensayos políticos o haciendo vibrar espíritus con mi creatividad, porque esa ha sido mi vida!

---Caray, Maestro, es un gran honor escuchar la palabra vehemente y llena de vitalidad---, de uno de mis héroes intelectuales de mi juventud, le dije, --- y le ofrezco disculpas, por mi ingnorancia, de su amplia y versátil bibliografía, de la que sólo conocía El Mexicano Enano, libro que se conoce en toda la República, Estados Unidos, SudAmérica e incluso Europa. Y resulta que usted ya escribió El Mexicano Enano II. Más humildes son mis disculpas, al enterarme en la cubierta posterior de uno de sus libros, que he curioseado aquí, que usted es “borderland”, término acuñado por Eugene Bolton, el más reconocido de los biógrafos del padre Kino, para denotar fenómenos y problemáticas fronterizas; que usted, en algunas de sus obras, tuvo la misma perspectiva de observación, para notar el contraste de ”lo mexicano", lo nacional, desde tierras fronterizas e, incluso, estadunidenses; como tuvo la oportunidad Octavio Paz e incluso don José Vasconcelos, quien estudió su educación primaria y vivió en El Sásabe, Sonora, en Eagle Paz, Texas y Piedras Negras, Coahuila…

---¡Claro mi amigo...!

La amiga que me acompañaba, nos sacó del extasis en que estábamos, igual se miraba emocionada de escuchar del valor intelectual de don Óscar Monroy Rivera, y le dijo si le podía autografiar el libro que escogió.

El autor afirmó con la acción:

---Cómo te llamas, dulce y linda muchacha, y le escribió la dedicatoria, garabateando su rúbrica con un remate de energía, con la misma energía, de su voz de quijote.

La muchacha guarda en su librero, como un tesoro, ese libro y el recuerdo del autor.

Don Óscar es un valor vivo de nuestro Estado, nació en 1933 y es digno de conocerse su obra y su currícula cultural, como cualquiera otro de los paisajes ecológicos de nuestra Sonora Querida, de quien el escritor nogalense, es un versátil paisaje humano.