Viles instrumentos
Por Rodolfo Peña Farber
Los instrumentos son cosas, no tienen personalidad. Cuando las personas se dejan convertir en instrumento se envilecen, pierden su personalidad pareciéndose a las cosas. En ese papel se han puesto Juan José Ríos Estavillo, presidente de la Comisión de los Derechos humanos, y Jorge Castañeda Gutman, oportunista político que aspira a la presidencia de México, al exigir que el ejército no combata al narcotráfico. Ríos Estavillo se lo dice –nada menos- que a la Asociación de Periodistas, ya de por si muy desorientados en el tema enfermizo de los “derechos humanos”, y Castañeda se lo espeta a empresarios y profesionistas, pero agregando además que la marihuana debe ser legalizada en México y en Estados Unidos.
Los disparates de ambos personajes están en línea estricta con las consignas sionistas de “Amnistía Internacional”, la ONU y toda la parafernalia de las organizaciones supra-nacionales que están arruinando nuestros países, antítesis del patriotismo, la dignidad y el sentido común pero el caso de Castañeda es infernal, comparado con el pobre señor Ríos, porque aquél es de altos vuelos, como los proyectiles que vuelan, o como un alacrán con alas que Dios no le dio, pero él se las pone.
Este sujeto, que en foto de prensa aparece despeinado, greñudo y sin rasurar, coincide con una denuncia del coronel argentino Mohamed Alí Seineldín, en 1991, quien afirma que los comisarios políticos yanquis que van a Argentina, van para controlar al Ejército para evitar que eliminen totalmente al narcotráfico, sino que persigan solamente a los cárteles latinoamericanos pero no a los norteamericanos de la marihuana porque dicen que ésta es más benigna que la cocaína.
Que quieren promocionar la marihuana para poner fábricas de cigarros de marihuana para aprovechar el mercado de sesenta millones de drogadictos cuyo valor llega a los 350 mdd. Se ve claro porqué no quieren al Ejercito.
Los disparates de ambos personajes están en línea estricta con las consignas sionistas de “Amnistía Internacional”, la ONU y toda la parafernalia de las organizaciones supra-nacionales que están arruinando nuestros países, antítesis del patriotismo, la dignidad y el sentido común pero el caso de Castañeda es infernal, comparado con el pobre señor Ríos, porque aquél es de altos vuelos, como los proyectiles que vuelan, o como un alacrán con alas que Dios no le dio, pero él se las pone.
Este sujeto, que en foto de prensa aparece despeinado, greñudo y sin rasurar, coincide con una denuncia del coronel argentino Mohamed Alí Seineldín, en 1991, quien afirma que los comisarios políticos yanquis que van a Argentina, van para controlar al Ejército para evitar que eliminen totalmente al narcotráfico, sino que persigan solamente a los cárteles latinoamericanos pero no a los norteamericanos de la marihuana porque dicen que ésta es más benigna que la cocaína.
Que quieren promocionar la marihuana para poner fábricas de cigarros de marihuana para aprovechar el mercado de sesenta millones de drogadictos cuyo valor llega a los 350 mdd. Se ve claro porqué no quieren al Ejercito.
Aclaraciones y antecedentes
En artículo anterior dijimos que la fecha de Independencia no fue en 1810 sino en 1821 y que la de la “revolución” no es 1910, sino 1913, además que son aniversarios que no deben ser celebrados, sino lamentados. Ahora citaremos algunos antecedentes que auténticamente inspiraron o sirvieron de base a muchos de los protagonistas de aquellas luchas inútiles y ruinosas y que han sido arbitrariamente convertidos en héroes nacionales, a manera de modelos para todas las generaciones.
Tales antecedentes son típicos de la revolución permanente, que es típicamente sionistas y masónica, generadora de las “ideologías” de la mayoría de esos “héroes” fanatizados y dañinos, cuya herencia para nosotros es la anarquía social, intelectual y económica en que vivimos ahora, con su pesada carga de delincuencia. Revolución y delincuencia son una misma cosa.
Alrededor de 1815 escribe Vindex a Nubius (jefe de la Alta Venta italiana, logia suprema de esa época) “Vayamos a las masas…nunca cejemos en nuestra tarea de corrupción, hagamos popular el vicio entre las muchedumbres que lo respiran por los cinco sentidos, que se empapan y se saturan de él. Corromped los corazones y no habrá más católicos. Apartad al sacerdote del trabajo, del altar y de la virtud. Convertidlo en un holgazán, en un gourmand, nos hemos propuesto la corrupción en masa, la corrupción del pueblo por medio del clero y la corrupción del clero por nuestro medio; la corrupción será algún día la que lleve a la Iglesia a su tumba. La corrupción es el mejor puñal con que dar muerte a la Iglesia. A trabajar pues, hasta conseguir nuestro objetivo…”
El conde de Saint-Simon proclamaba la abolición de la propiedad y de la herencia, la disolución de los lazos matrimoniales y de destrucción de una familia, en una palabra, la ruina completa de la civilización, siguiendo el plan de Adam Weishaupt y su secta de los “iluminados”, planes en los que acabar con Cristo y su Iglesia era la meta principal, que alimentaron los planes de nuestros “revolucionarios” de 1913 en adelante, hasta la fecha actual.
En artículo anterior dijimos que la fecha de Independencia no fue en 1810 sino en 1821 y que la de la “revolución” no es 1910, sino 1913, además que son aniversarios que no deben ser celebrados, sino lamentados. Ahora citaremos algunos antecedentes que auténticamente inspiraron o sirvieron de base a muchos de los protagonistas de aquellas luchas inútiles y ruinosas y que han sido arbitrariamente convertidos en héroes nacionales, a manera de modelos para todas las generaciones.
Tales antecedentes son típicos de la revolución permanente, que es típicamente sionistas y masónica, generadora de las “ideologías” de la mayoría de esos “héroes” fanatizados y dañinos, cuya herencia para nosotros es la anarquía social, intelectual y económica en que vivimos ahora, con su pesada carga de delincuencia. Revolución y delincuencia son una misma cosa.
Alrededor de 1815 escribe Vindex a Nubius (jefe de la Alta Venta italiana, logia suprema de esa época) “Vayamos a las masas…nunca cejemos en nuestra tarea de corrupción, hagamos popular el vicio entre las muchedumbres que lo respiran por los cinco sentidos, que se empapan y se saturan de él. Corromped los corazones y no habrá más católicos. Apartad al sacerdote del trabajo, del altar y de la virtud. Convertidlo en un holgazán, en un gourmand, nos hemos propuesto la corrupción en masa, la corrupción del pueblo por medio del clero y la corrupción del clero por nuestro medio; la corrupción será algún día la que lleve a la Iglesia a su tumba. La corrupción es el mejor puñal con que dar muerte a la Iglesia. A trabajar pues, hasta conseguir nuestro objetivo…”
El conde de Saint-Simon proclamaba la abolición de la propiedad y de la herencia, la disolución de los lazos matrimoniales y de destrucción de una familia, en una palabra, la ruina completa de la civilización, siguiendo el plan de Adam Weishaupt y su secta de los “iluminados”, planes en los que acabar con Cristo y su Iglesia era la meta principal, que alimentaron los planes de nuestros “revolucionarios” de 1913 en adelante, hasta la fecha actual.