Por Manuel Rábago Parra
El incendio del poliducto de PEMEX en donde fueron más de 15 horas de trabajo por parte de los bomberos voluntarios de Guaymas, es una de las peores pruebas en donde han estado presente, en esta ocasión su misión controlar las llamas para evitar una tragedia.
El comandante, Carlos González Elguezabal, destacó que el trabajo que se desarrollo en uno de los incendios que será recordado por su magnitud y riesgo para los mismos bomberos, fue originado por el descuido e ignorancia de personas que se dedicaban a sacar clandestinamente gasolina magna.
“Fue un trabajo en equipo, en conjunto con los bomberos de Hermosillo, de PEMEX, y gracias a Dios no hubo compañeros lesionados, jamás en la historia de Guaymas se había presentando un incendio en las instalaciones del Poliducto”.
Agregó que si bien es cierto cada seis meses se participa en simulacros de incendio que afectan las instalaciones de la paraestatal, pero el incendio fue uno de los más peligrosos, en donde recordó hubo una víctima.
Víctimas de señalamientos, burlas, agresiones y “chascarrillos”, por siempre los conocidos como “tragahumo”, son hombres valientes que desinteresadamente brindan su tiempo, conocimiento y el total apoyo a la comunidad, son seres humanos que tienen esa cualidad que debemos reconocer, no cualquiera tenemos esa virtud de ayudar a las personas que se encuentran en desgracia.
Es fácil criticarlos, pero como ciudadanos en realidad tenemos la obligación moral de apoyarlos en sus necesidades más elementales. En todo caso, a ellos quién los tiene ahí, sólo es la vocación de servicio con la cual se nace y con el paso del tiempo se reafirma, al que le gusta, le gustará por siempre, indicó González Elguezabal.
Protagonistas de un sinfín de batallas, a veces ganadas otras más con lamentables derrotas, los “tragahumo” se han convertido con el paso de los años, en unos verdaderos “Héroes Civiles de Guaymas” no de aquellas luchas que se ganan con las armas, aniquilando vidas, peleando por intereses económicos, políticos o sociales, sino las que buscan dominar las amenazas que atentan contra la vida de las personas, aunque la de ellos esté en riesgo a cada incendio que salen a atacar.
El comandante, Carlos González Elguezabal, afirmó que ser parte del Departamento de Bomberos tiene cosas muy agradables, sin embargo, gran parte de la historia ha registrado momentos insuperables, tristeza, dolor, llanto, amargura, todo con lo que un hombre la da miedo enfrentar, como la muerte, siendo lo anterior poco comparado con los deseos de lograr recuperar la vida de alguien que esté en peligro.
Los valerosos elementos han intervenido en un sinnúmero de incidentes, sin embargo, hay algunos que permanecen aún en su memoria por lo trágico que fueron.
Siempre están a la expectativa, en cualquier lugar, y en cualquier momento, lo saben, de un momento a otro un corto circuito o el suave roce de una cortina contra una vela puede originar el desastre.
Así como sucedió esa mañana, en donde sin importar el riesgo se pusieron el overol, las bostas, y el casco... y sonaron las sirenas, y una vez más lograron vencer a su más acérrimo enemigo: el fuego.
“Pero la tarea de los bomberos va mas allá, cuando el caso lo amerita se arriesgan la propia vida por salvaguardar la de los demás, y eso es lo que en Guaymas existen excelentes bomberos que saben que es lo que se tiene que hacer en caso de una emergencia sin importar lo difícil que esta sea” agregó.
“Pero también”, añadió con tristeza, “recuerdas cuando no puedes ayudar a alguien”.
Y es que en un sólo minuto puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Llamar a tiempo, abrir paso a las bomberas y no obstruir el paso de los bomberos, apuntó, se puede traducir en vidas.
En ocasiones el incendio es de tales dimensiones, o el aviso al Departamento de Bomberos tan retardado, que alguna vida se pierde.
Contra eso no se puede hacer nada. Sucede. Y aún cuando las posibilidades de salvar a las víctimas hayan sido nulas, la moral de estos valientes hombres decae.
“Te sientes frustrado, imposibilitado, impotente de no poder ayudar”, pero son cosas con las que él, y sus bomberos tienen que lidiar.
Los errores también suelen costar caros, pero por fortuna en el Cuartel de Bomberos Voluntarios de Guaymas, no han sufrido ninguna baja: el saldo entre su personal se ha mantenido en blanco.
Los principiantes, por ello, nunca toman la delantera en un incendio; aún adiestrados, siguen las órdenes de los más experimentados.
El comandante, Carlos González Elguezabal, destacó que el trabajo que se desarrollo en uno de los incendios que será recordado por su magnitud y riesgo para los mismos bomberos, fue originado por el descuido e ignorancia de personas que se dedicaban a sacar clandestinamente gasolina magna.
“Fue un trabajo en equipo, en conjunto con los bomberos de Hermosillo, de PEMEX, y gracias a Dios no hubo compañeros lesionados, jamás en la historia de Guaymas se había presentando un incendio en las instalaciones del Poliducto”.
Agregó que si bien es cierto cada seis meses se participa en simulacros de incendio que afectan las instalaciones de la paraestatal, pero el incendio fue uno de los más peligrosos, en donde recordó hubo una víctima.
Víctimas de señalamientos, burlas, agresiones y “chascarrillos”, por siempre los conocidos como “tragahumo”, son hombres valientes que desinteresadamente brindan su tiempo, conocimiento y el total apoyo a la comunidad, son seres humanos que tienen esa cualidad que debemos reconocer, no cualquiera tenemos esa virtud de ayudar a las personas que se encuentran en desgracia.
Es fácil criticarlos, pero como ciudadanos en realidad tenemos la obligación moral de apoyarlos en sus necesidades más elementales. En todo caso, a ellos quién los tiene ahí, sólo es la vocación de servicio con la cual se nace y con el paso del tiempo se reafirma, al que le gusta, le gustará por siempre, indicó González Elguezabal.
Protagonistas de un sinfín de batallas, a veces ganadas otras más con lamentables derrotas, los “tragahumo” se han convertido con el paso de los años, en unos verdaderos “Héroes Civiles de Guaymas” no de aquellas luchas que se ganan con las armas, aniquilando vidas, peleando por intereses económicos, políticos o sociales, sino las que buscan dominar las amenazas que atentan contra la vida de las personas, aunque la de ellos esté en riesgo a cada incendio que salen a atacar.
El comandante, Carlos González Elguezabal, afirmó que ser parte del Departamento de Bomberos tiene cosas muy agradables, sin embargo, gran parte de la historia ha registrado momentos insuperables, tristeza, dolor, llanto, amargura, todo con lo que un hombre la da miedo enfrentar, como la muerte, siendo lo anterior poco comparado con los deseos de lograr recuperar la vida de alguien que esté en peligro.
Los valerosos elementos han intervenido en un sinnúmero de incidentes, sin embargo, hay algunos que permanecen aún en su memoria por lo trágico que fueron.
Siempre están a la expectativa, en cualquier lugar, y en cualquier momento, lo saben, de un momento a otro un corto circuito o el suave roce de una cortina contra una vela puede originar el desastre.
Así como sucedió esa mañana, en donde sin importar el riesgo se pusieron el overol, las bostas, y el casco... y sonaron las sirenas, y una vez más lograron vencer a su más acérrimo enemigo: el fuego.
“Pero la tarea de los bomberos va mas allá, cuando el caso lo amerita se arriesgan la propia vida por salvaguardar la de los demás, y eso es lo que en Guaymas existen excelentes bomberos que saben que es lo que se tiene que hacer en caso de una emergencia sin importar lo difícil que esta sea” agregó.
“Pero también”, añadió con tristeza, “recuerdas cuando no puedes ayudar a alguien”.
Y es que en un sólo minuto puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Llamar a tiempo, abrir paso a las bomberas y no obstruir el paso de los bomberos, apuntó, se puede traducir en vidas.
En ocasiones el incendio es de tales dimensiones, o el aviso al Departamento de Bomberos tan retardado, que alguna vida se pierde.
Contra eso no se puede hacer nada. Sucede. Y aún cuando las posibilidades de salvar a las víctimas hayan sido nulas, la moral de estos valientes hombres decae.
“Te sientes frustrado, imposibilitado, impotente de no poder ayudar”, pero son cosas con las que él, y sus bomberos tienen que lidiar.
Los errores también suelen costar caros, pero por fortuna en el Cuartel de Bomberos Voluntarios de Guaymas, no han sufrido ninguna baja: el saldo entre su personal se ha mantenido en blanco.
Los principiantes, por ello, nunca toman la delantera en un incendio; aún adiestrados, siguen las órdenes de los más experimentados.