sábado, 31 de enero de 2009

Cambios (edición No. 161, Columna)

-Leyendas urbanas II y cuentos galopantes
-“El Cacho” Zaragoza le pone sabor al caldo


Fernando Villa Escárciga

Un paisaje por momentos agreste se dibuja desde los polvosos caminos que conducen a los poblados rurales de la geografía guaymense que muchos suelen olvidar.

De escasa vegetación y algo de pastizales, por momentos algún choyal o mezquite se evidencian como escondrijos para todo tipo de alimañas, sierpes y bichos ponzoñosos.

Pero los lugareños, gente honrada y buenos cristianos, son más dados a temerle a otras sabandijas: las de dos patas, más cuando portan uniforme con insignias de cuatro círculos con dos espigas.

Sepa si será cierto, pero cuentan que por aquellos lares persiste en la memoria el funesto caso de un individuo al que apodaban “El Cachuchas”, ex gendarme y muy humilde.

Y más sepa si algo hay de verdad, pero en los decires de algunos miseños se comenta que el hombre apareció muerto en una especie de barranca por saber algo que pocos sabían.

Unos dicen que fue muerte natural: “dejó de funcionarle el corazón” --el miocardio se detiene en cualquier cadáver--; otros alegan qu sospechosismo.

Entre algunos persiste la maledicencia por una disputa verbal entre “El Cachuchas” y su jefe, en conversa algo esotérica sobre Ovnis que alborotan los cielos de La Misa para regocijo del Maussan.

Dicen que el difunto aún reposaba en modesto cajón cuando, dizque para dar el pésame, el jefe se apersonó en el funeral. Ahí mismo fue corrido por los parientes entre reclamos y mentadas.

Por lo pronto, por los sinuosos senderos del Valle, galopa esa leyenda con la caricaturesca imagen de un larguirucho oficial algo parecido al “Tiroloco McGraw”, con quepí en lugar de sombrero.

En seguimiento de encumbrados policías y bandidos, mucho revuelo sigue levantando la mentada Leyenda urbana publicada en estas páginas en la edición postrera del año pasado.

Tanto así, que la recordación popular ha aportado algunos elementos que vale la pena relatar, como para decirle a aquel ex agente de Tránsito que el asunto no se olvida.

Imagine usted a un guaymense que hoy podría rondar los 45 años. Pudo haber sido doctor, maestro, ingeniero o vendedor ambulante, a cual de los oficios más honrados. No lo dejaron ser.

Imagine también la sonrisa inocente de un niño, con sus ojos radiantes como par de hermosas estrellas iluminando de alegría a sus padres, amigos y vecinos.

Pero imagine también su rostro desfigurado por cruentas heridas a golpes de crueldad; heridas que igual duelen en el sentir de quienes recuerdan aquellos hechos macabros.

Muchos dicen sin ponerse de acuerdo pero en ello coinciden, que el chiquitín se llamaba Ramoncito, hermosa criatura cuyo futuro fue sesgado con la sangrienta guadaña de la impunidad.

Y sí, sobre la muerte de Ramoncito se investigo mucho, al grado de que se exhumaron los tiernos despojos en busca de más evidencias sobre el crimen.

El legista era el reconocido doctor Gregorio Sánchez Márquez, de muy grata memoria para los guaymenses todos.

Sepa por qué, pero la imaginación revolotea y en torbellino de ideas aparece un personaje al que apodan “El Cuerpo de chícharo”… Corrección: el remoquete sería “Cuerpo de churrumáis”. ¿Es así, raza?

Hay más, mucho más, en estos relatos semejantes a hollywoodense película de terror. Basta decir que el mentado “Churrumáis” carga consigo una alforja de denuncias. En su contra, claro.

Una de ellas, dicen los que saben –situación que uno desconoce, os lo juro ante una cáscara de cacahuate—se refiere a una denuncia por presumible privación ilegal de libertad, abuso de autoridad y otras lindezas muy creíbles.

Cáigase para atrás con un “plop” en condoritesca sorpresa, al enterarse que esa denuncia fue encauzada ante el MP por una subalterna, una compañera de trabajo, pues. ¿Es cierto, Evelia?

Y lo siguen sosteniendo…

“El Cacho”, la grilla y demás
Muy interesantes las expresiones de Carlos Zaragoza de Cima, considerado entre los aspirantes más firmes a la Alcaldía por el PRI, reveladas a manera de entrevista en la que expresa su sentir sobre Guaymas y sus necesidades.

“Denme una oportunidad”, dice el empresario, cuyas posibilidades se enfrentarán y en serio contra Otto Claussen Iberri, quien sigue encampañado desde el cargo público que hoy ostenta.

A propósito de lo mismo y del mismo tricolor, fuertes y oportunas las palabras de Artemisa Lara Orozco, quien hace días renunció al Consejo Político Permanente del Revolucionario Institucional.

De entrada, dice Artemisa, quien anuncia su aspiración a la candidatura por la diputación local, la dirigente partidista Lorena Garibay debería renunciar al cargo para competir todos en condiciones de equidad.

Todo eso mientras Manuel Villegas Rodríguez y Susana Corella Platt, baluartes de Alfonso Elías Serrano en Guaymas, trabajan a toda marcha para posicionar con más fuera al candidato priísta a la gubernatura. Ahí la llevan y muy bien.

Por rumbos del PRD, se filtra una sólida información sobre una encuesta interna ordenada por el Gobierno del Estado que refleja un tremendo posicionamiento de Norma Castro Salguero con miras a la diputación por el XIII Distrito.

De ahí surgen las rabietas, amenazas y andanadas de golpeteo y difamación contra Norma, a quien le han llovido muestras de solidaridad y fortaleza de muchísima gente, haciéndole saber que no está sola.

Por lo demás, quien esto escribe perfila un documento-denuncia dirigido a la Fiscalía Especial de Delitos contra Periodistas (PGR) y a la Comisión Especial para el Seguimiento a las Agresiones Contra Periodistas del Congreso de la Unión.

Se trataría de desnudar, hasta las alturas, a quienes promueven el enrarecido ambiente, incluyendo amenazas, que debe ser sancionado por las autoridades federales del país. En esto Guaymas también haría historia, desde Las Batuecas hasta el Río Escondido.

Si no les gusta lo que aquí escribo, pues no lo lean.

Salud a todos, como siempre.

fdovilles@hotmail.com