sábado, 31 de enero de 2009

La boda (Edición No. 161, Cuento corto)

Por Blanca Toledo Minutti
Llueve.

Los invitados con sus mejores galas caminan despacio para no perder el porte y las gotas les tapizan los trajes de pequeños puntos, algunas gotas se cuelan por los escotes de las mujeres que aparentan indiferencia mientras mantienen el paso apretado esperando que el peinado no se les venga abajo.

En la puerta principal algunos jóvenes acomedidos corren hacia ellos con enormes paraguas.

Adentro hace frío, la gente guarda silencio y todos se limpian con disimulo aquellas gotas que se deslizan de sus cabellos.

Los novios no han salido bien librados de este percance pero no es momento de mimos ni de remilgos.

Es difícil escuchar la voz del cura con los golpeteos del agua sobre los vitrales y más aún cuando el novio intenta responder que será fiel por toda la vida.

Después de la comunión una mujer humilde se acerca a las primeras bancas, no se preocupa por reacomodarse el vestido luido sino por aflojarse a la brevedad el viejo rebozo para liberarse del peso que trae a cuestas. La pequeña niña que emerge de la tela con el cabello revuelto bailotea sobre el asiento sin tener conciencia de lo que ocurre a su alrededor, pero la joven mujer, de minúscula figura, no pierde de vista a los novios que se toman de la mano mientras se miran a los ojos y se embelesa con el blanco del vestido, la larga cola y el bordado sin discreción.
A su lado está sentada con sus zapatos de plástico, su otra hija, que mece sus pies y mira con los ojos limpios, igual que su madre, lo que constituye para ellas solo un dulce e inalcanzable sueño.

Blanca E. Toledo Minutti
salamandra1313@gmail.com