David
Brooks/ La Jornada
Nueva
York.- En vísperas del primer debate entre los aspirantes a la candidatura
presidencial republicana, la noche del jueves, la gran interrogante es cómo un
bufón peligroso ha logrado, por ahora, colocarse como el precandidato
republicano con mayor apoyo en el país proclamado como el faro de la democracia
del mundo.
Ser
bufón peligroso no ha descalificado a otros para llegar a la Casa Blanca, pero Donald
Trump es más que eso: un integrante de alto perfil de la cúpula económica
del país y, sobre todo, un genio publicitario de una marca llamada “Trump”.
Muchos
lo han comparado con PT Barnum, el gran emprendedor de espectáculos y
trucos del siglo XIX, quien fundó un circo que hoy día aún es famoso y cuyo
lema es “el show más grandioso del mundo”. Barnum era experto en captar la
atención pública y lo que ahora está ofreciendo Trump es el “show más
grandioso”, pero en el circo político.
Este
jueves, en el primer debate entre los precandidatos presidenciales del Partido
Republicano, Trump ocupará el centro –literal y figurativamente– del escenario,
mientras sus contrincantes harán todo lo posible por elevar sus perfiles
mientras intentan atropellar al líder de su grupo.
El
elenco de aspirantes presidenciales del Partido Republicano suma ahora 17 (el
debate de este jueves se realizará sólo con los primeros diez con más apoyo en
las encuestas), en lo que a veces se parece a ese clásico acto de payasos de
circo cuando sale un número imposible de ellos de un pequeño automóvil. Pero la
sorpresa es que, por ahora, de los 17 sólo uno, Trump, es quien ha logrado
ocupar el papel estelar en esta obra que apenas empieza.
Hasta
ahora la contienda entre republicanos ha sido empapada de retórica e imágenes
que no dejan mucho que agregar a los que se dedican a la sátira política.
Algunos ejemplos: el senador Ted Cruzmuestran cómo se hacen las cosas de
modo “diferente” en Texas, enrollando tocino alrededor de una ametralladora que
dispara (cocinando al tocino); el gobernador de Nueva Jersey Chris
Christie declara que un sindicato nacional de maestros merece “un golpe en
la cara”; Mike Huckabee indica que con el acuerdo con Irán Obama está
llevando a los israelíes “a las puertas del horno”, y, como hizo de nuevo el
gobernadorScott Walker, no dejan de promover dudas sobre si Obama es un
musulmán clandestino nacido en Kenia (54 por ciento de votantes republicanos
sospechan eso, según una encuesta del año pasado). Ni hablar de la condena de Marco
Rubio y otros al acuerdo para restablecer relaciones diplomáticas con
Cuba, y de otros que afirman que no hay evidencia del cambio climático.
Pero
Trump ha sido el más efectivo en esta competencia por la atención pública,
parte de su estrategia estilo PT Barnum. Sus pronunciamientos más conocidos en
México son los dirigidos contra los inmigrantes mexicanos a los que acusa de
traer drogas, traer crimen y ser violadores sexuales, y después afirma que son
responsables por “tremendas enfermedades contagiosas que se vierten a través de
la frontera”, y adelanta que construirá un muro a lo largo de la frontera y que
obligará a México a pagar los costos.
Pero
también ha atacado al senador republicano John McCain, quien padeció años
de cárcel y tortura como prisionero de guerra en Vietnam, sobre quien declaró
que no debe ser considerado “héroe”, ya que fue capturado. Ha insultado a casi
todos sus contrincantes, y su ataque más efectivo es calificarlos de “títeres”
de sus donantes ricos (casi todos los candidatos republicanos tienen por lo
menos a un multimillonario detrás). Trump tiene el privilegio de ser las dos
cosas a la vez: candidato y su propio patrón multimillonario, y con ello
promueve la idea de que a él, en contraste con los otros políticos, nadie lo
puede comprar.
A
un sector cada vez más desencantado con la clase política, y que se siente cada
vez más marginado –sobre todo hombres blancos de clase trabajadora que perciben
el desmoronamiento del sueño americano que se les prometió–, su retórica e
imagen les fascina. Irónicamente, el multimillonario ha logrado convencer a
trabajadores que enfrentan las consecuencias de las políticas del 1 por ciento
más rico con su retórica populista de derecha.
Trump
ha logrado colocarse en el primer lugar de las encuestas por ahora, según
expertos, sobre todo por el nivel de reconocimiento de su nombre (el otro
precandidato que goza de este factor es Jeb Bush, por su apellido), fruto
de lo que se ha dedicado a hacer toda su vida profesional, y personal: promover
su marca.
Se
presenta como un “titán” en bienes raíces, y edificios, hoteles, casinos y
campos de golf que llevan su nombre en letras monumentales. También ayudó a
elevar su perfil nacional con su estrellato en un reality show que se
transmitió por televisión.