Ventura Cota Borbón
Alejandro Dumas Sr. |
Aunque
es un libro editado originalmente en 1996, “Amores de segunda mano”, apenas cayó
a mis manos y los once cuentos irredentos del autor –Enrique Serna. Nada qué ver con el ignorante e insulso comentarista
de futbol, ex de Televisa-, me han fascinado a grado tal que, pensé en cuánto
desperdicio haberlo dejado a la deriva en un cajón.
La
verdad, si fuera escribano, me hubiera gustado tener su estilo y sobre todo,
sus ideas. ¡Mira qué imaginación! ¿O realidad oculta?, violar a una anciana en
estado casi mortis, abusando de su condición –la de él-, como sacerdote y
pretextando una extremaunción, que es precisamente cómo titula ese primer
cuento.
Precisamente
centrado estaba en esa lectura –ya no en el excusado, sino en mi oficina-,
cuando llega un buen amigo y me cuestiona sobre el autor. No lo conozco, le
dije, sin embargo, lo recomiendo.
A
mí, me dijo, me gusta leer a Dumas.
-¿Cuál
de los dos? Pregúntole…
-¿Hay
dos…?
Exquisitamente
franceses y enormes literatos. Sobre Alejandro
Dumas padre, inolvidable su obra “Los tres mosqueteros”, de facto, una de
las más reconocidas entre las 300 que se le conocen.
En
cambio, sobre Alejandro Dumas hijo,
aunque lo he leído poco, su autobiografía “El hijo natural” me llama la atención
por su reflexiva teoría de los padres engendradores e irresponsables. Mas, “La
dama de las Camelias”, fue un pretexto muchas veces empleado durante mi clase
de literatura en la preparatoria del Colegio Ilustración para que a mis alumnos
supieran de las diferencias entre mismas especies, en obvia referencia a las
camelias blancas y rojas.
Entonces,
le dije, ¿la verdad a quién has leído?
A
ninguno de los dos, pero siempre he tenido fascinación por la gente europea
sobre todo de blanca, muy blanca tez… y ese…esos Dumas, debieron ser
impresionantes.
Esbocé
una leve sonrisa y le dije: De nuevo te equivocas. Los Dumas –padre e hijo-,
son negros. Uno más que otro, pero negros.
¡Estás
loco…! Y sin ocultar su incredulidad, abrió el Google en su celular y lo comprobó.
Resumiendo,
recomiendo a Enrique Serna, ah y también a los Dumas, aunque sean mulatos.