Prof. Alejandsro Ramírez Cisneros/columna Voces Públicas
El Gobernador del Estado dirigió un discurso en cadena por radiodifusoras sonorenses, desde una población de la sierra en un acto en que el gobierno estatal pagó parte de un adeudo con propietarios de pozos, para sumar la producción de los mismos, estimada en 60 millones de metros cúbicos del vital elemento, para conducirlos hasta “El Novillo” y de allí por el acueducto “Independencia” a los consumidores de Hermosillo.
El Gobernador del Estado dirigió un discurso en cadena por radiodifusoras sonorenses, desde una población de la sierra en un acto en que el gobierno estatal pagó parte de un adeudo con propietarios de pozos, para sumar la producción de los mismos, estimada en 60 millones de metros cúbicos del vital elemento, para conducirlos hasta “El Novillo” y de allí por el acueducto “Independencia” a los consumidores de Hermosillo.
Nuestro
muy conocido VÍCTOR ROBERTO PARRA MALDONADO, al respecto hizo un comentario en
el que estuvimos al 100 % de acuerdo. Dijo
el guaymense aludido, que las palabras de PADRÉS no nos llegaron a los
habitantes del puerto, ciudad en donde crónicamente sufrimos por la escasez del
bebestible. Y es cierto, no podemos congraciarnos con el gobernador, porque el
mandatario ha centrado todos sus esfuerzos en abatir el ficticio “problema” de
la presunta falta de agua en Hermosillo y en cambio, ha sido OMISO con la
ciudad nuestra, donde por largos y viejos años, hemos vivido con la cruz de la
sequía sobre nuestras espaldas.
El interés desmesurado del panista se presta a conjeturas. ¿Por qué esa esmerada atención para llevar el agua a la capital del estado, a un costo multimillonario y en otros puntos de la geografía sonorense, la escasez de dicho elemento natural es mayor que la que tienen los hermosillenses?
En
lo personal me queda la impresión y con quienes la he compartido, han estado de
acuerdo conmigo, de que aquí “hay felino en cautiverio”.
Redimir
a los ciudadanos de Hermosillo por la carencia del agua, puede ser solamente el
pretexto, la tapadera, para encubrir negocios de enorme capital entre
empresarios y políticos panistas. Se está aprovechando la función pública para
apoyar a ricachones que serán los verdaderos “ganones” con todo esto. Es decir
las ganancias serán espléndidas pues sin poner un centavo siquiera, tendrán
agua en abundancia para sus inversiones.
Guaymas
desde su fundación –y conste, el sábado 31 de agosto cumplió 244 años de
“vida”—ha padecido por el acentuado problema derivado de no tener agua.
Ya
en su libro “El Viejo Guaymas”, el laureado poeta, maestro y escritor
guaymense, ALFONSO IBERRI, habla con amenidad y profusión de datos, de cómo el
agua se acarreaba en carretas jaladas por asnos, desde las norias de “Las
Delicias” a los consumidores en la ciudad, que de esa manera tan rústica se
surtían para sus necesidades domésticas.
Lo
anterior, de acuerdo a lo puntualizado por el autor del gustado libro, sucedía
por allá a finales de 1800. Dese cuenta el amigo lector, que la falta de agua
en el puerto ha sido un evento letal y ancestral. Aun así, autoridades
municipales han ido y venido e inclusive gobernadores estatales, algunos
oriundos de Guaymas, han pasado y nadie ha propuesto siquiera soluciones
viables para terminar con el desabasto centenario del preciado elemento natural.
A
lo anterior hay que abonar la característica apatía de los ciudadanos portenses
que no pasamos de quejarnos por la problemática descrita en esta colaboración,
que hablamos mucho y no hacemos nada.
Han
faltado líderes sociales y líderes políticos entre otros, que tomen la causa
como un hecho inexcusable para presionar a los gobiernos federal y estatal,
planteándoles la urgente necesidad de ponerle punto final a este espinoso
asunto.
La
falta de un suministro de agua suficiente y constante ha sido, por otra parte,
severo limitante que nulifica el desarrollo económico y social de Guaymas.
Nuestra
ciudad no puede crecer sin agua. Por siglos y desde la fundación de las
primeras sociedades humanas en el planeta, los hombres siempre buscaron
establecerse para fundar sus asentamientos a la orilla de lagos, ríos y todos
aquellos lugares donde tuvieran a la mano el líquido natural, como un factor
determinante y una condición vital para sobrevivir.
Al
gobernador de Sonora hay que decirle, por si se le olvidó, lo que tal parece
ocurrió, que Guaymas también es parte del estado del que es primera autoridad
por mandato popular y que el recurso que les está ofreciendo generosa y
abundantemente a los hermosillenses, también lo necesitamos igual o más que los
ciudadanos la capital estatal.
Nos
ofende sentirnos discriminados y “bocabajeados” por PADRÉS que soslaya
cuestiones particularmente especiales para los habitantes del puerto sonorense,
mientras se manifiesta extremadamente dadivoso y hasta paternal con los
ciudadanos de otros municipios, donde el PAN cuenta con militantes y
simpatizantes que en premio a su identificación con el partido del gobernador,
reciben obras de gran envergadura que
por su dimensión comprometen las finanzas públicas, lo que al parecer no impide
las acciones del mandatario, sobre todo si se pretende atrapar votos para los
blanquiazules, pensando en las elecciones del 2015 y la retención del puesto
que él –Padres—ahora ocupa.
De
allí el comentario de VÍCTOR ROBERTO PARRA MALDONADO, que nos ha parecido del todo atinado.
No
podemos aplaudir el discurso del gobernador, dicho allá en la sierra, cuando
sentimos un profundo desaliento porque a Guaymas no se le considera dentro de
los planes y proyectos para respondernos por la sentida petición que por
décadas hemos hecho a las autoridades: agua para la gente del puerto e
igualmente para el desarrollo económico de esta heroica ciudad.
Heroica
por la defensa del 13 de julio de 1854, ante los invasores franceses y heroica
por la resistencia espartana al soportar estoicamente la sed que nos aqueja sin
tener siquiera la mínima posibilidad, con promesas creíbles y firmes, de que a
mediano plazo nuestro problema sería resuelto, con todas las obras necesarias y
la erogación requerida.
Infortunadamente
la gente de Guaymas es apática, indolente, irresponsable, indiferente y eso
provoca ese caldo de cultivo, en donde germina el desprecio del gobierno para
los de aquí, pues ante tal situación, seguiremos “durmiendo en nuestros
laureles” y allá muy de vez en cuando surgirá una voz, pidiendo el agua, pero
sin presencia ni fuerza, serán gritos aislados que no tienen ningún efecto y
nada cambiará.
Los
que ayer fuimos niños y hoy somos viejos, nacidos en Guaymas, hemos sido
espectadores de primera fila en este “circo”. Daremos pronto nuestro espacio en
la sociedad a las nuevas generaciones y la historia no cambiará. Ese es nuestro
triste destino que explica la razón por la cual estamos como estamos.
¡Ni
modo!