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“Una hora de Internet equivale
más o menos a lo que gasto en una semana en comer”, explica el bloguero cubano
Henry Constantin al otro lado de la línea del teléfono. El mismo teléfono
celular que aún utiliza para navegar a ciegas en Internet porque el dinero no
le alcanza para visitar alguno de los 118 centros públicos de conexión a
Internet que este martes ha inaugurado el Gobierno de Raúl Castro en toda la
isla, y por pura precaución.
Constantin
vive en Camagüey: la capital de la provincia centro-oriental de Cuba que lleva el
mismo nombre, donde ayer comenzaron a operar cinco nuevas salas de Internet
administradas por la estatal Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa).
Allí se ofrecen tres tipos de servicios, con tres tarifas: una hora de
navegación en internacional por Internet cuesta 4,5 pesos cubanos convertibles,
que equivalen a 4,5 dólares estadounidenses; una hora de navegación por la
intranet nacional, con activación de correo electrónico internacional, 1,5
pesos convertibles; y una hora de navegación en la intranet nacional, son 0,60
pesos convertibles.
“Uno
pasa en bicicleta y ve que el público que hay allí es mínimo. Esos precios solo
los puede pagar quien tiene familiares o amigos en el extranjero que les envíen
dinero para recargar las tarjetas”, sigue Constantin. El servicio funciona a
través de tarjetas de prepago que expiran en 30 días o mediante la contratación
de una cuenta internacional de correo webmail que almacena hasta 50
megabytes de información siempre y cuando sea recargada al menos cada dos
meses. “Lo que hace la mayoría es aprovechar la opción del correo electrónico,
que tiene un precio menor que el de navegación. Pero hay que usar el servicio
con reservas, porque se sabe que estos lugares están controlados por el
Estado”.
Todavía
hay sitios prohibidos. Desde que el Gobierno de
los hermanos Castro admitió las conexiones a Internet desde
hoteles y oficinas de correo, hay páginas de Internet que permanecen bloqueadas
a la consulta. Revolico.com es
una de ellas: una plataforma cubana, creada inicialmente para promocionar la
compra-venta de equipos usados de computación, donde ahora se anuncian desde
ventas de zapatos hasta ofertas de gimnasios. Sin embargo, ayer los cubanos
pudieron navegar por las ediciones electrónicas de diarios internacionales y de
blogs locales anteriormente vedados, como la edición electrónica del diario
cubano-americano El Nuevo
Herald y los portaleswww.vocescubanas.com y www.desdecuba.com, que
alojan los blogs de decenas de cubanos disidentes, unos más modestos, como el
de Henry Constantin, y otros que han alcanzado popularidad global, como Generación
Y, escrito la ciberactivista Yoani Sánchez. “#Cuba A pesar d altos precios,
letra chica en el contrato e imposibilidad d acceso doméstico, hay q ocupar
estas pequeñas grietas en el muro”, escribió Yoani Sánchez en su cuenta
de Twitter, luego de visitar la sala de conexión habilitada en la
calle 17 de El Vedado, en La Habana.
Aunque
la tasa de conectividad de Cuba es la más baja de América
Latina (3%), Internet se ha convertido en un nuevo campo de
batalla política para los cubanos durante los últimos años. “Con Internet hay
que hacer como pidió el Che que hiciéramos con las universidades: pintarla de
negro, de mulato, de obrero y de campesino. (…) Un objetivo del Gobierno
norteamericano es impedirnos el acceso a estas tecnologías y limitarnos los
recursos financieros para obtenerlas, mientras gasta decenas de millones de
dólares en facilitárselos a la quinta columna que alimenta aquí para que usurpe
la expresión de los cubanos”, decía este martes el bloguero pro-castrista Iroel
Sánchez en una entrevista con el diario oficial Juventud Rebelde, a
propósito de la publicación de su libro titulado Sospechas y disidencias: una
mirada cubana en la red. La obra es un compendio de entradas que Iroel Sánchez
ha publicado en su blog, La pupila insomne, desde julio 2010 y hasta tres veces por
día. El autor comparte la tesis del Gobierno de los hermanos Castro, que ha
atribuye limitaciones de conectividad de la isla al embargo económico que
mantiene Estados Unidos en su contra desde la década de los sesenta del siglo
XX y que blogueros como Yoani Sánchez o como Henry Constantin son financiados
por “el imperio”.
La
ventana a la web que se ha abierto en Cuba este martes, sostiene el Gobierno,
ha sido posible gracias al tendido de un cable submarino de fibra óptica, de 1.600 kilómetros
de largo y a un costo de 70 millones de dólares, que conecta a Cuba con
Venezuela y Jamaica. La instalación del cable terminó en febrero de 2011, pero
este comenzó a funcionar el pasado 24 de enero. Según dijo el viceministro de
Comunicaciones de Cuba, Wilfredo González, al día siguiente de anunciar la
apertura al público de los centros de conexión que abrieron sus puertas este
martes, las únicas limitaciones al uso privado de internet en Cuba responden a
razones “tecnológicas y financieras”.