miércoles, 9 de diciembre de 2015

Padrés y sus compinches

Por Ventura Cota y Borbón III

Cuando el --hoy vilipendiado--, ex gobernador Guillermo Padrés Elías asumió la jefatura del Estado, nunca pensó que su sexenio terminaría de modo tan desafortunado. A menos, que desde su asunción al poder, haya planeado deliberadamente todos esos atracos de los que ahora él y su grupo de colaboradores son acusados.

Y a pesar de toda la parafernalia mediática y cruce de señalamientos entre panistas y priistas, muchos pensamos que el oriundo de Cananea saldrá sin raspones.

Podría pensarse que aunque en la persecución del bigotón ex mandatario están entidades procuradoras de justicia de gran tamaño como la PGR y el SAT, llegará el momento –si es que éste no se ha dado--, en que negociarán.

Realmente son pocos los políticos de altos vuelos que han sido sentados en el banquillo y ajusticiados, he allí la razón por la que al sentirse bajo la égida de la impunidad, la comisión de cualquier delito les vale nada.

Es una regla no escrita que políticos de cualquier nivel se conviertan en ATRACADORES del erario. A través de la historia, en el país, las entidades federativas e incluso en los ayuntamientos las arcas son vaciadas y dejado el compromiso en manos de su sucesor y como si fuera una máxima obligatoria, el que llega hace lo mismo para seguir completando el círculo que desde décadas se convirtió en un acto endémico.

Desde un principio, este émulo de escribidor ha sostenido que todo el escándalo que se ha armado por parte de la Gobernadora en contra de Guillermo Padrés, sólo forma parte de una estrategia dirigida a calmar ánimos exacerbados por la actuación tan inverecunda del sujeto de marras y su cáfila de presuntos LADRONES.

En México como en las caricaturas, la realidad con la ficción es una mezcla aceptada y siempre al pueblo lo fusionarán en ese vodevil que cada trienio o sexenio, según sea el caso, nos toca presenciar y al ser eso: un circo, sabemos que nada pasará.

Ojalá Claudia Pavlovich calle muchas bocas y proceda realmente contra su antecesor. En lo que respecta a mí, que dudo de tal acción, estoy dispuesto a ofrecer la disculpa que haga falta. Pero para ello, primero la señora debe demostrar que bajo sus faldas hay redaños suficientes para silenciar a los detractores.

He dicho.