sábado, 14 de noviembre de 2015

Sonora: La alternancia anunciada y las exigencias irrenunciables

Por Jesús Susarrey
Desde la perspectiva procedimental dos alternancias partidistas consecutivas en el gobierno estatal muestran sin duda la efectividad de nuestra democracia pero dimensiona también el tamaño de la responsabilidad para la nueva administración.  

Para los estudiosos de la política, las alternancias partidistas son por si mismas consustanciales a la normalidad democrática y al pluralismo consolidado. La figura describe un proceso en el que la decisión de una mayoría ciudadana es expresada y acatada en las urnas y se circunscribe en la esfera de la rendición de cuentas por la vía electoral.

La incomprensión del fenómeno quizá sea el error fundamental del gobierno anterior que mostró una actitud desafiante del contexto político  y marcados signos de arrogancia en el ejercicio del proyecto de gobierno alternativo que propuso. Lo paradójico fue que el rechazo a su permanencia en el poder fue más porque incurrió justamente en las prácticas y desatinos que como oposición señaló, que por su evidente incapacidad para ejercerlo aceptablemente.

Sabemos que el del PAN de Guillermo Padrés no fue un gobierno alterativo al PRI y que no se detuvo en la continuidad de las prácticas priistas, de hecho agudizó y magnifico los vicios existentes. Nada hubo de una la nueva manera de hacer política ni del nuevo modelo de gobierno que ofreció, le sumó impericia, desaseos y abusos de poder.  

Por ejemplo el añejo clientelismo político incubado por el régimen de partido dominante fue reconducido con torpeza hacia la causa panista, en particular para el grupo político del gobernador, no tuvo la eficacia esperada y en cambio exhibió un régimen más inclinado al interés particular y partidista que con el interés general y las causas democráticas.

En lugar de avanzar en materia de transparencia y honestidad gubernamental que pese a la exigencia ciudadana mostraba aún simulaciones e inconsistencias y un largo camino por recorrer, en el gobierno de la primera alternancia se retrocedió a niveles de opacidad y desaseos que hoy el nuevo gobierno intenta descifrar y corregir.

La crónica de las improbidades y de la irresponsabilidad política es interminable y conocida. La inconformidad se hizo presente no mucho después de iniciada la gestión  y las advertencias simplemente no fueron escuchadas.  La segunda alternancia partidista fue más que anunciada, pero las resistencias para corregir el rumbo mostraron mayor persistencia.

Dos alternancias consecutivas dimensionan la exigencia ciudadana
Si bien el contexto político, económico y social en que inicia el nuevo gobierno es complicado, su lectura política no lo es. Las razones de la decisión mayoritaria de alternar al partido en el poder son claras. No se requiere profundizar para saber que se centran en la ya innegociable exigencia ciudadana de honestidad, transparencia y eficacia gubernamental. El hartazgo por la impunidad, los privilegios y abusos del poder son evidentes. No son desde luego las únicas demandas ciudadanas pero sí las preponderantes. 

El fallido “Nuevo Sonora” no sólo se caracterizó por la deshonestidad, opacidad y  simulación de resultados que hoy se exhiben, fue también incapaz de generar espacios para la autocrítica, la tolerancia, la inclusión y desdeñó las exigencias ciudadanas. El nuevo gobierno estatal deberá considerar con seriedad la ruta a seguir para aterrizar la honestidad y eficacia gubernamental ofrecida. 

La lógica de las alternancias partidistas es simple, las producen demandas puntuales y  generan expectativas precisas. En Sonora, el PRI como oposición supo interpretarlas adecuadamente y  los discursos de la Gobernadora las recoge y reseña muy puntualmente. La narrativa es convincente y la sensación es que sólo la irresponsabilidad y la sobre posición del interés particular que distinguió al gobierno anterior puede evitar que se cumplan.

El plan estratégico aún no se da a conocer, no se saben con precisión los dispositivos de supervisión y control que se instrumentaran pero sí  que repetir los despropósitos sería algo más que imperdonable.

Si dos alternancias partidistas consecutivas dimensionan la exigencia ciudadana y su capacidad de reacción, quizá sea útil reflexionar sobre la conveniencia de su participación – real, no simulada - en la definición, instrumentación y evaluación de las políticas públicas.