lunes, 9 de noviembre de 2015

La transexualidade en México

Proceso.com

Dania Gutiérrez Ruiz, doctora en bioingeniería por la Universidad de Illinois y actual secretaria académica de la Unidad Monterrey del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), sabe que es la mujer transgénero más visible en el mundo académico.
Desde este puesto directivo, recién asumido en noviembre, espera hacer notoria la existencia de transexuales en México y contribuir a la educación de la sociedad para que los acepte sin cortapisas.
Cuando se le menciona que es una de las mujeres transgénero con más alto grado académico, ríe nerviosa y halagada. No se conoce, en el país, el caso de alguna otra directiva universitaria de su condición.
“Eso no lo podría asegurar. Soy la mujer trans en la academia con más visibilidad, pero hay mucha gente en mi área con más preparación que yo, que no es tan visible. Cuando algunas personas transicionan, deciden hacerse invisibles y pasan a la dinámica heteronormativa, en la que, si pasan a ser mujeres, no hablan de su pasado. No se reconocen como mujeres trans, sino simplemente como mujeres, lo cual es enteramente respetable”, explica la científica de 42 años.
Ella optó por continuar con su vida cotidiana, como una manera de enviar un mensaje sobre la visibilización del cambio de género, en espera de que el mundo lo vea con normalidad.
“Yo opto por ser visible, porque siento que esto ayuda a educar a la sociedad respecto de lo que significa la identidad transgénero”, acota.
La transición para Dania, quien es soltera y sin hijos, ha sido menos complicada de lo que esperó. Aunque en México existen evidentes prejuicios hacia la comunidad lésbico-gay, bisexual y transexual (LGBT), el ambiente académico en el que se desarrolla la profesora prevalece la comprensión.
La misma preparación académica de sus compañeros, el conocimiento de muchos de ellos de otras culturas en el extranjero, hace que en el Cinvestav haya una mayor apertura hacia la diversidad, lo cual a ella la hecho sentir cómoda como investigadora y como maestra.
En el 2009, cuando ya era doctora integrada a la institución, decidió guardar su identidad masculina y asumir de tiempo completo la de Dania, como mujer.
“Cuando decido transicionar, conté con el apoyo de todos mis colegas. Además, institucionalmente, al ser el Centro una paraestatal que se rige por medidas de no discriminación, mi caso fue apoyado 100% por las autoridades. Afortunadamente no he visto mermada mi actividad profesional por identidad de género”, aclara.
Luego explica que el cambio de género tiene que ocurrir en el aspecto personal y en el legal. En el primero, al interior de Cinvestav, la aceptación fue inmediata y halló simpatía entre la comunidad académica. Pero la parte legal ha resultado dificultosa.
Tiene que someterse a los trámites burocráticos para rectificar toda la papelería oficial para que concuerde con su nueva identidad, una etapa administrativa en la que se encuentra inmersa.
A ella se le ha facilitado el cambio en toda la documentación porque es nacida en el Distrito Federal, una entidad que cuenta con una legislación que se ha actualizado para hacer más llevadera la vida de la comunidad LGBT.
De cualquier manera, el cambio de género es irrelevante para su trabajo, celebra, pues la comunidad científica mexicana la reconoce por sus aptitudes más que por cualquier otro aspecto de su personalidad.
“Cuando uno llega a cierto nivel en la academia, a una la valoran más por sus capacidades, más que por el título, por lo que en esa parte nunca ha sido un problema. No tengo rectificados aún los títulos, pero me he ganado cierta reputación a través de lo que he hecho, y es lo que vale más para la institución”, asegura.
También ha podido descollar como académica brillante. Sin embargo, lamenta que otras personas, por su condición de identidad, opten por recluirse y decidan interrumpir sus estudios para no exponerse en público.
“Desafortunadamente el cambio sí es un factor, en muchos casos. La condición que uno siente, debido a la discordia de identidad, conlleva una angustia difícil de manejar y afecta el desarrollo personal. Por ello, es importante que las personas pidan ayuda, que recurran a la terapia sicológica para entender más qué significa la identidad de género”, dice.
La solución, frente a estos casos, de potencial interrupción de los estudios, se encuentra en la educación. El conocimiento, dice, aporta elementos para avanzar en la vida. Además del sujeto, las personas que los rodean, crecerán si conocen más y se educan, también, en estos temas.
A lo largo de estos años ha enfrentado escasas muestras de rechazo. Prevalece la comprensión y la aceptación, pero algunos episodios de discriminación han resultado dolorosos, como el que vivió en un restaurante de la localidad.
“Sí he sufrido rechazo de personas que ejercen la discriminación, fobia. No he padecido mucho de esto, pero si algún caso lamentable, en Monterrey. El que me viene a la mente es el que viví en un Sanborn’s, donde me mandaron sacar del baño de mujeres, en un acto absolutamente discriminatorio”, acusa.
Desde hace ocho años radica en esta ciudad. Antes, en la casa de sus padres, cuando ya sentía la necesidad de cambiar, enfrentó contratiempos familiares. Hubo un distanciamiento con su entorno más cercano.
Sin embargo, dice, con el paso de los años sus familiares entendieron que su decisión no implicaba una carga perniciosa para nadie.
“No ha sido fácil. Al principio no estuvieron muy de acuerdo con mi decisión, y por un tiempo estuve separado de la familia. Sin embargo, a últimas fechas han ido, poco a poco, aceptando más mi situación y siento que ha sido en función de que han visto que he sido capaz de desarrollarme en mis actividades profesionales, sin mayor problema”, dice aliviada.
Está consciente de que las mujeres, como ella, que optaron por hacer el cambio, se convierten en foco de discriminación y eso genera miedo y rechazo en su entorno. La familia la ha entendido y el intercambio que lleva con ellos es cada vez es más cordial.
No existen estadísticas sobre la población transexual, sólo estimaciones, pues muchos de sus integrantes se ocultan, señala, lo que complica el censo. Lo que se sabe es que, según una estadística de Estados Unidos, las personas transgénero tienen 30% más probabilidades de ser violentadas respecto del resto de la población.
Más activismo
Con su nueva identidad, Dania hace activismo con el respaldo del organismo Género Ética y Salud Sexual (Gessac) y otras asociaciones.
Sin embargo quisiera tener más tiempo para exponer el tema, charlar sobre su experiencia, contribuir a la educación. Es una mujer dedicada a la ciencia, y el activismo debe esperar para cuando tiene un respiro en su siempre ocupada agenda académica.
“En el poco tiempo libre que me queda, me dedico a dar pláticas de diversidad y otros asuntos relacionados, pero no puedo tanto como quisiera. La gente de Gessac me ha apoyado muchísimo, también su director Mariaurora Mota. También con Cimac (Comunicación e Información de la Mujer AC) he desarrollado actividades para sensibilizar a la sociedad sobre temas de diversidad de género”, señala.
En su mensaje, pide a la sociedad que a las personas trans no las vea con prejuicios, si no que valoren sus capacidades, pues, desde su experiencia, con frecuencia, sectores de la población las encasillan únicamente como sexoservidoras, trabajadoras del ramo de belleza o dedicadas a la farándula.
“A la sociedad hay que sensibilizarla, hacerle ver que la identidad de género no tiene nada que ver con la capacidad. Hay quienes podemos contribuir sin que tenga nada que ver la identidad. Lo que me gusta decirle a la gente es que hay muchos que hicieron la transición de género, médicos, ingenieros, profesionistas, que podemos ayudar activamente en algo, por lo que resulta muy útil que todos dejemos de lado los prejuicios”, señala.
Y a los padres de familia les pide que respalden a los hijos que deciden migrar de género, pues resulta muy complicado el trance, pues es difícil entender lo que les ocurre con su mente y su cuerpo. A ella le llevó años aceptar su realidad.
“Esto genera mucha angustia y es mucho más sencillo de llevar con el apoyo de la familia. Que no se fijen en el qué dirán, porque muchas veces los papás se concentran mucho en eso, en qué pensará la gente, en lugar de ayudar a los hijos. Y también se espera que los papás se eduquen, para que sepan qué le ocurre a ellos o ellas”, aconseja.
Dania señala, por último, que su caso de éxito académico es uno de muchos que existen. El suyo se conoce porque decidió salir al mundo, pero hay otros que no son tan visibles, pero que existen, por lo que pidió a la sociedad mayor apertura para aceptar a todos.