En nueve días, cinco Estados
planean ejecutar a seis condenados a la pena capital en lo que supone un
estallido de actividad en los corredores de la muerte de Estados Unidos que no
había sucedido en más de dos años.
La casi totalidad de los casos
ejemplifica los graves problemas que rodean la pena de muerte, lo absurdo del
sistema y la inmoralidad del acto. En la madrugada de este miércoles, el Estado
de Georgia ejecutaba a Kelly Renee Gissendaner, lo que le otorgó el triste
honor de ser la primera mujer en morir a manos de ese Estado en 70 años.Gissendaner
fue condenada a muerte por conspirar con su amante para matar a su marido. El
amante, que fue quien cometió el crimen, se encuentra hoy cumpliendo una
sentencia de cadena perpetua.
Gissendaner moría ejecutada
menos de una semana después de que el Papa pidiese en el Congreso de Estados
Unidos el fin de la pena de muerte.
La misma suerte correrá
Richard Glossip si sus últimos recursos no son aceptados. El preso de Oklahoma cuyo caso llegó al Supremo el pasado curso jurídico y
puso en entredicho el uso de la inyección letal debería morir por ese mismo
método hoy. El pasado junio, la máxima corte de EE UU respaldaba el uso de la
inyección letal después de que Glossip y otros dos condenados en el mismo
corredor de la muerte denunciaran su uso ante la posibilidad de que fuera
inconstitucional, ya que otros tres reos habían mostrado signos de dolor tras
inyectarles midazolam, el fármaco que debe sedar a los condenados, y tardaron
más tiempo del deseado en morir.
En el caso de Glossip, 52
años, hay además serias dudas de su culpabilidad en el crimen cometido en 1997.
Barry Van Treese fue encontrado muerto a golpes en una habitación del motel del
que era dueño y donde trabajaba y vivía Glossip. Aunque Justin Sneed, otro
trabajador del motel, se confesó culpable del crimen también dijo que lo había
llevado a cabo porque Glossip le incitó a ello. Una vez más, al igual que en el
caso de Georgia, Sneed se libró de la pena de muerte por su testimonio y por
acusar antes de ser acusado.
Nada liga a Glossip al crimen
y hay demasiadas pruebas que muestran que la investigación estuvo viciada desde
el principio. Y aún así, un hombre que muy probablemente es inocente tiene
fecha para ser ejecutado esta noche a las ocho de la tarde hora de la costa
Este de EEUU.
Un
hombre que muy probablemente es inocente tiene fecha para ser ejecutado esta
noche a las ocho de la tarde hora de la costa Este de EE UU.
Alfredo Prieto, salvadoreño de
49 años, suma dos sentencias a muerte en dos Estados diferentes. Prieto fue
condenado una primera vez en California por la violación y asesinato de una
joven de 15 años. Una vez en la cárcel, las autoridades californianas
introdujeron el ADN de Prieto en la base de datos y vincularon a este con un
doble crimen cometido en Virginia en 1988. Prieto fue extraditado a este último
Estado, ante el temor de que si permanecía en California nunca sería ejecutado,
ya que ese Estado en muy raras ocasiones acaba con la vida de un preso -hace
diez años que no lo hace-, a pesar de ser el que más población tiene en el
corredor de la muerte.
Los abogados de Prieto
insistieron durante sus diversos juicios que el coeficiente intelectual de su
cliente es demasiado bajo para ser ejecutado. Prieto agota todos los recursos
para no ser ejecutado este jueves 1 de octubre a las nueve de la noche (hora
local). De momento, el Gobernador, Terry McAuliffe, quien podía parar la
ejecución, ha declarado que no lo hará.
Virginia no ejecuta a ningún
condenado desde hace tres años y para aplicar la pena capital a Prieto ha
tenido que recurrir a Texas para que le prestara uno de los tres componentes
necesarios para la inyección letal, ya que no dispone del sedante necesario
para ello.
Otras tres ejecuciones están
previstas para la semana que viene. El martes día 6 debe de morir a manos del
Estado Kimber Edwards, en Misuri, y Juan García, en Texas. El caso de Edwards
es similar al de la señora Gissendaner o el de Glossip. Las personas que
físicamente cometieron el crimen cumplen hoy condenas de cadena perpetua
mientras que ellos fueron condenados a muerte.
Cerca
de 3.000 personas esperan su turno en el corredor de la muerte, con una media
de poco más de 40 reos ejecutados cada año desde 2013, Misuri se ha convertido en un Estado muy activo a la hora de poner en
práctica la pena de muerte, solo superado por Texas. Si la
ejecución de Edwards se lleva a cabo, será la séptima persona ejecutada este
año.
García también debe de morir
el día 6 de octubre. Sus actuales abogados argumentan ante diversas instancias
que este hombre de 35 años tuvo una pésima representación durante el juicio y
que es un enfermo mental, por lo que no debería de ser ejecutado.
El último caso previsto es el
de Benjamin Cole, en Oklahoma, que sigue adelante después de la respuesta en
junio del Supremo. Cole, 50 años, mató a su hija de nueve meses partiéndole la
espina dorsal. Sus abogados argumentan que sufre esquizofrenia y que tiene una
lesión cerebral. El fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt, considera que no
hay razón para que no sea ejecutado tras revisar la petición de los abogados de
Cole.
Los Estados que planean -y en
algunos casos ya han llevado a cabo- ejecuciones estos días son de los más
activos en ese ámbito desde que la pena de muerte se reinstauró por el Tribunal
Supremo en 1976. Cerca de 3.000 personas esperan su turno en el corredor de la
muerte, con una media de poco más de 40 reos ejecutados cada año. De los 50
Estados que componen la Unión, 19 han abolido la pena de muerte (el dato incluye a Nebraska
aunque debe ser sometido a una
última votación el año que viene) y muchos otros tienen la máxima pena en sus
ordenamientos jurídicos aunque o la usan. Por ejemplo, New Hampshire tiene un
solo condenado en el corredor de la muerte y no ha ejecutado a nadie desde la
Segunda Guerra Mundial. Una propuesta de ley para abolir la pena capital en ese
Estado, sin embargo, fracasó el año pasado por un solo voto.