martes, 1 de septiembre de 2015

¿Qué haces en un barco?

Por Ventura Cota y Borbón III
Buque Orient Defender
Es una pregunta que a menudo me hacen algunas personas y en atención a su incógnita me permito responderles de manera somera acerca de la labor que desempeño a bordo de los buques, de los que concretamente cargan trigo. Me remito a ese tipo de carga en particular para que se dé usted una idea, ya que mi labor es diversa y va desde toma de muestras para antidopajes, inspecciones de cargas, supervisión de embarques, cruceros e incluso como agente consignatario, entre otras.

He tenido oportunidad de representar al embarcador –conocido como shippers-, y por tanto estar al pendiente de la cargadura (así se le conoce también a la acción de embarcar o cargar) desde que inicia obvio hasta que ésta termina.
Cuarto de control

Abrevio:
Estar pendiente al atraque de la embarcación, una vez que las autoridades de puerto (Salubridad internacional, migración, aduana, sanidad vegetal) liberan el buque para trabajar, quienes estamos involucrados en la operatividad del mismo, es hasta entonces que podemos abordarlo.

Camarote confortable y limpio
Inspectores designados por los compradores, vendedores y quienes deseen, mandan hacer un draft survey inicial para conocer con cuánto “peso” llega el buque y una vez cargado, se efectúa de nuevo otra medición final para conocer la diferencia y saber a grandes rasgos qué tonelaje se cargó. Cabe hacer mención que la cantidad resultante es sólo como referencia ya que quien manda es la balanza de tierra (shore scale).

Después de las mediciones iniciales (calados, tanques, etc), empieza la labor de la empresa fumigante, cuyos trabajadores colocan en las bodegas a cargar las mangueras por cuyo interior correrá el fumigante y la ventilación durante al menos seis días de navegación para proteger la carga, que oscila entre 15 y hasta 60 mil toneladas (el equivalente a 10 millones de hectáreas).
Enlace Silos-buque

Entre el draft survey y la colocación del equipo de fumigación se ocupan alrededor de tres horas. Y es cuando entro en acción.

El primer oficial me entrega un plan de estiba y le anexa una secuencia de carga. Conociendo los planes originales de cómo quiere que se cargue la nave, y acordadas ambas partes, es cuando le pego el grito al encargado de silos, quien a través de dos tubos o chutes, manda un promedio de 950 a mil toneladas métricas por hora.

La cosa no es tan sencilla. Se debe estar atento a muchas cosas para que la operación transcurra sin contratiempos. Por ejemplo, mientras se carga, el buque está lastrando agua (deballasting), es decir, tira agua que durante la navegación echó en sus tanques para estabilizarse ya que llega vacío.

Plano de estiba y secuencia de carga
Bien, debe tenerse mucho cuidado en cómo se distribuye la carga, ya que menos de cien toneladas son capaces de escorar (inclinar) el buque y por ello estar pendiente que no suceda algo que al final perjudique el zarpe. Para evitar que se escore la embarcación, dentro del cuarto de control o de operaciones, existen algunos instrumentos que guían en la horizontalidad de la nave.

A pesar de la tecnología, siempre se auxilia de aparatos rústicos de medición como un nivel de gota, otro de plomada, además desde luego del inclinómetro y el que trae la computadora. En lo personal confío más en el de plomo y gota, nunca “mienten”.

Nivel de gota
En fin, este, como todo trabajo, tiene su “chiste”, pero en lo particular, a mí me fascina porque me ha dado la oportunidad de aprender muchas cosas de otros países, sobre todo, conocer comportamientos e idiomas del orbe entero. Ya son más de 20 años los que he estado inmiscuido en esta labor y aunque no me considero experto del todo, ya que cada buque trae su propia faena, cuando menos son algunas empresas consignatarias y aduanales las que me brindan su confianza y dejan en mi persona la responsabilidad de cargar esos gigantes del mar.

Ego dixit o he dicho.