lunes, 21 de septiembre de 2015

Los desafíos éticos de la gobernadora Claudia Pavlovich

Por Jesús Susarrey
Por convicción o por pragmatismo pero la intención de la gobernadoraClaudia Pavlovich de construir una alianza con la ciudadanía fue evidente. Su programa simplemente recoge el sentir y la agenda ciudadana.   

El mensaje es claro y directo, los servidores públicos deben asumir su responsabilidad jurídica y política, “los de ayer y los de hoy” dijo la Gobernadora. La interrogante es si la desacreditada sociedad política y algunos miembros de las elites económicas y sociales estarán a la altura de la ética y de los valores morales que esbozó. Si lo entendieron o lo interpretaron como la tradicional retórica  de inicio de sexenio. 

El entusiasmo ciudadano que generó debería preocupar a todos. De no cumplirse la inconformidad que producirá será enorme. La legitimidad de los poderes y la gobernabilidad está hoy en riesgo justamente por los abusos del poder, la impericia y las injusticias que se comprometió  combatir.

Se sabe que el discurso de la Gobernadora se confronta con intereses diversos que serán defendidos y con otros que buscarán posicionarse. No es novedad, las resistencias son consustanciales a la dinámica de la política, pero en esta ocasión desde la gubernatura se planteó un programa de cambios muy puntuales focalizados en la rendición de cuentas, en la manera que se ejerce el poder y en la forma en que la sociedad civil se relaciona con él.

Poder sujeto a leyes y moderado por principios éticos, no fórmulas mágicas
No hubo distractores, el modelo de desarrollo tiene que ser replanteado pero lo esencial e impostergable, es modificar la manera en que se procesan los asuntos públicos. No expuso fórmulas mágicas ni proyectos espectaculares simplemente un poder sujeto a leyes, que rinda cuentas y el poderoso ingrediente de ejercerlo con ética y apego a valores morales.

Se dice fácil pero es justamente lo que la sociedad política en Sonora no ha podido acreditar porque no pocos de sus miembros son más afectos al privilegio, a la cuota de poder y al  interés personal. De poco han servido los dispositivos para la rendición de cuentas, la transparencia, la división de poderes y los contrapesos; las oposiciones, las alternancias partidistas, el pluralismo y la libertad de expresión. “Hay quienes lo toleraron” diría acertadamente la Gobernadora.

No parece ignorar que la transformación no se dará solo con voluntad política. Los obstáculos son enormes: el clientelismo con su reparto de privilegios y prebendas sigue vigente; la partidocracia sigue frenando la consolidación  del sistema de representación política; los poderes fácticos continúan controlando a algunos  gobiernos establecidos. La lista de disfunciones es larga.

Las presidencias panistas y el anterior gobierno estatal, fueron complacientes con el Estado clientelar y en lugar de iniciar una agenda gradual de cambios le dieron una nueva fachada. Hoy el gobierno del presidente Peña Nieto sufre los embates de un orden político e institucional con estructuras corroídas que se resiste a modernizarse.

Al acecho de los privilegios y reparto de prebendas
Personajes y grupos del sector público y de la sociedad civil sonorense están ya al acecho para el reparto de privilegios y cuotas de poder, desean mantener el orden y la dinámica de hoy. La precariedad de las finanzas públicas; los rezagos y la dependencia de un disminuido presupuesto federal le imprimirán mayor dramatismo.  

De poco ayuda la adulación que por candidez o por interés de prebendas le confiere cualidades y alcances desmesurados. Es ingenuo suponer que desplegando su programa se acabarán todos los problemas. Cierto que una férrea convicción moral y el respaldo ciudadano robustecen el posicionamiento de la la Gobernadora; sus méritos son reconocidos y no parece necesitar promoverlos, pero son también insuficientes para garantizar honestidad y eficacia. 

No se sugiere que su proyecto sea inviable, un poder moderado por principios éticos y  sujeto a leyes no sólo es posible, es obligatorio y deseable. Tiene la representatividad  social y la capacidad de negociación, pero deberá delimitar sus propósitos y evitar que el inventado cuento de un gobernante con poderes y recursos ilimitados eleve las expectativas más allá de lo posible y que el esfuerzo se disperse.

Relacionar adecuadamente ética y política no sería un logro menor. El gabinete y las estructuras de gobierno deberán responder. La carencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad, los vicios que Max Weber recomendaba evitar, pueden servir de referentes. Pero no es sólo la técnica y la experiencia política, se trata de la convicción de que no se debe prescindir de las consideraciones morales en el ejercicio del mando público, ni en los relacionamientos de la sociedad civil con la esfera pública. El poder político es algo serio, conduce el destino de los pueblos. 

Al invitar a escribir juntos la historia, nos recuerda al llamado presidente de la transición española Adolfo Suarez y los atributos de su liderazgo. El politólogo Juan J Linz los describe con elocuencia: habilidad para detectar problemas medulares y soluciones concretas; sentido del tiempo para estar un paso adelante de las presiones; capacidad de diálogo y para cultivar lazos de confianza; para comunicar el proyecto y lograr el respaldo social; un inmenso sentido de la responsabilidad y de la tarea histórica, y; una apreciación profunda de la dignidad de su cargo, dice el politólogo. 

La alianza de la Gobernadora con la ciudadanía parece ser un buen inicio y probable antídoto contra la antiética política, la inmoralidad y la doble moral.