
Cuando el panismo arribó a la Presidencia de la
República, sus representantes se engolosinaron con lo fácil que resultaba hacer
negocios en grande, de ahí en adelante crearon una nueva clase empresarial
complaciente con los políticos surgidos del PAN.
Con el regreso del PRI a Los Pinos se retomaron viejos
planes truncados por 12 años: las reformas impensables en ciertos sectores,
como el energético. Pareciera que el partido de Peña Nieto se dio cuenta que en
estos tiempos no basta el poder político para tener más dominio sobre el país y
más allá de sus fronteras: se requiere el político-empresarial.
El primer paso para fortalecerse pudiera ser el buscar
nuevos cómplices. Dar el apoyo a una nueva clase político-empresarial que el
día de mañana esté dispuesta a servirle, protegerle y cuidarle sus espaldas en
foros que rebasen las fronteras.
Pero prohijar nuevos cómplices requiere forzosamente
aniquilar a otros, en especial a los amigos de los del otro partido que gobernó
durante doce años.
Un claro ejemplo es el llamado Zar de los Casinos: Juan
José Rojas Cardona. Aquel que, lo mismo, impulsó campañas panistas, que se
codeó con la élite de la jerarquía católica o pactó con carteles de la droga.
El Zar de los Casinos fue uno de los primeros
beneficiados del gobierno de Fox, quien como muchos recordarán fue el que abrió
de par en par las puertas a los casinos.
Y era lógico, si la industria del narco crecía, pues de
su mano tenían que florecer de manera natural otros negocios, como el de los
casinos, donde la droga, trata de blancas, pago de piso y corrupción son el pan
de cada día.
Juan José Rojas Cardona obtuvo el 25 de mayo de 2005 uno
de esos primeros permisos corruptores. Su fecha de vencimiento se fijó para el
25 de mayo de 2030. Según el permiso, puede instalar hasta 50 casinos, de los
que actualmente tiene 26.
Sin embargo, parece que la buena racha del Zar de los
Casinos está llegando a su fin, como sucedió con los panistas. Para nadie es
desconocida la estrecha relación que guarda Rojas Cardona con dirigentes
nacionales panistas, de cómo apoyó campañas electorales de este partido y de
cómo hasta la mismísima cabeza de la Arquidiócesis de México, Norberto Rivera
Carrera, le bendijo uno de sus establecimientos en San Pedro Garza García,
Nuevo León.
Rojas Cardona también es conocido por ser un gran
timador. Empresarios estadunidenses e ingleses fueron engañados por el Zar de
los Casinos y, a pesar de contar con pruebas en su contra, diversos jueces lo
exoneraron, sin embargo, ahora, coincidentemente con la llegada del priismo a
la Presidencia, desde Gobernación se ha decidido revocar su jugoso y millonario
permiso, el DGAJS/SCEVF/P-06/2005.
El motivo, según la dependencia que encabeza Miguel Ángel
Osorio Chong, es que “no acreditó legal funcionamiento, además de que incumplió
las condiciones del permiso”. ¡Vaya que esto es una sorpresa!, pues la mayoría
de los casinos exhibe violaciones flagrantes a la ley, aparte de que dentro de
ellos circula la cocaína como si fuera rapé, la trata de blancas es práctica de
cada hora y qué decir de las innumerables “maquinitas” ilegales con que operan
esos establecimientos.
Pero hoy que el gobierno requiere de una nueva clase que
lo respalde y ayude en todos los sectores, pues necesita “depurar” su lista de
proveedores.
La revocación del permiso contra el Zar de los Casinos,
abiertamente panista, tiene fecha del pasado martes 1. Y parece que sus
establecimientos siguen funcionando, aunque habrá que ver si Rojas Cardona está
dispuesto a jugar con el nuevo jefe del poder y del dinero para que, a cambio,
le regresen esa poderosa maquinaria de lavar dinero que son los casinos.
No hay duda que los priistas sí saben cómo hacerlo. Pues
mientras opera una reforma energética, aniquila a la actual “mafia del
petróleo” para dejar el espacio a nuevos proveedores, a la nueva clase
político-empresarial que lo respaldará y resguardará de cualquier error en que
incurra.
Y si no lo creen sólo basta con echar un vistazo al caso
Oceanografía SA. La empresa beneficiada en el foxismo –a punto de ser embargada
por aquellos años–, y ‘archibeneficiada’ en el calderonismo.
O ahí está la otra gran empresa, Evya, propiedad de los
hermanos Francisco Javier, Luis y Roberto Camargo Salinas, ligados al
calderonismo y a la familia Mouriño de Vigo, España.
Ambas empresas han sido por años sometidas a un
escrutinio por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), pero
nunca se les tocaba. Ahora que las reformas abren grandes surcos de negocios en
el ramo energético, el peñismo aniquila a viejos proveedores panistas para
colocar a los suyos, a sus cuates de la globalización, la política y la
economía, y si no, que le pregunten a los dueños de las empresas Oro Negro y
Grupo Baz, los nuevos magnates del petróleo.
Nuevos jugadores se vislumbran en el ramo del lavado de
dinero y los casinos, una nueva mafia se construye en el sector energético, y
aún faltan quienes obtendrán millones de dólares gracias a la reforma en
telecomunicaciones, la educativa y la electoral.
El “tiempo de canallas” se fortalece con el peñismo, el
tiempo del saqueo a la nación se amplía con el priismo. Y los nuevos
competidores se alistan para engrosar la nueva clase político-empresarial que
públicamente bajará la cabeza ante Peña Nieto, pero en privado le apretará las
tuercas para someterlo a sus designios.