Hábitus Público/Sin Límite Avante
Alán Aviña V.
Frederic
Gross en su libro “États de violencia. Essai sur le fin de la guerre”, afirma
que existe en las sociedades contemporáneas una reconfiguración de la violencia
de quienes la ejercen y la practican.
Parte
de la idea de que en la actualidad las sociedades se encuentran viviendo no
tanto bajo el concepto de “nuevas guerras” sino en un contexto de estados de
violencia.
Estos
trastocan los elementos que tradicionalmente sustentaban los encuentros bélicos.
Por
ejemplo, la defensa de un territorio, un Estado o un Imperio.
Ella
deviene otra cosa: un riesgo profesional, una ecuación matemática, una
condición de ser, una apoteosis mediática.”
En
ese sentido, la guerra que parece olvidada bajo los nuevos “estados de
violencia”, parece resurgir.
El
conflicto en Siría podría traer al presente viejas rencillas que permanecían
neutralizadas y que fueron en el pasado fuente de los más sangrientos enfrentamientos.
Esta
guerra civil que ha cobrado cerca de 100.000 muertos, más de 1.700.000
desplazados y crecientes tensiones con los países vecinos desde 2011, alimenta
la lucha sectaria entre Alauitas que representa el 12% de la población y es a
la que pertenece Basshar Al Assad y los Sunitas el otro 75% que conforma la
mayoría rebelde.
Pero
también, es parte del conflicto que podría reanimar a las dos fuerzas de Rusia
y China, a un encuentro bélico con Estados Unidos y los países afines.
Y
el infierno es inminente que se desate.
Apenas
estos días Obama pensó en atacar a Siria por las supuestas pruebas del uso de
químicos que el gobierno de Al Assad usa para combatir a los rebeldes.
El
21 de agosto, la utilización de supuestos químicos dejó miles de muertos en la
zona de Ghouta, en las afueras de Damasco, lo cual convenció al gobierno
americano de que ineludiblemente el régimen sirio había cruzado la “línea roja”
que hace meses había advertido Obama.
El
20 de agosto de 2012, el presidente norteamericano dejó en claro cuál era el
límite de Siria: no cruzar la línea roja, que era la represión con armas
químicas.
Sin
embargo, este conflicto no sólo puede reavivar en Siria y parte de occidente
estas dos guerras, la sectaria y la Rusia contra Estados Unidos, sino extender
a toda la región del medio oriente esos conflictos, especialmente los sectarios
y religiosos.
Inclusive,
podría traer una paradoja de efectos devastadores en la opinión pública para
Estados Unidos. La lucha contra el rival común de Bashar Al Assad, podría unir
a Estados Unidos y Al Qaeda.
El
ataque sirio podría venir orquestado desde el Reino Unido, Francia y EE.UU,
quienes fueron los primeros en mencionar la posibilidad, y tienen fuerzas en la
región que podrían ser utilizadas en el evento.
Pero
en contraparte, China y Rusia, dos de los socios comerciales de Siria,
vetaron varias de las resoluciones en la ONU pro-puestas respecto a Siria.
El
panorama se enrarece por las declaraciones de Vladimir Putin, quien mencionó
que lo que afirmaba Obama del uso de armas químicas era una “tontería inmunda”.
Pero
el divisionismo Rusía-Estados Unidos va más allá. No ha existido consenso
internacional para la intervención militar. Arabia Saudita y Qatar, en mando de
los sunitas supuestamente envían armas a la oposición. A su vez, Irán apoya a
Al Asad.
En
pocas palabras, esta guerra civil podría estar animando un conflicto entre Irán
y sus rivales árabes sunitas en la región, entre Irán y Estados Unidos, incluso
entre Estados Unidos y Rusia.
Este
último enfrentamiento gira alrededor de “quién tendrá mayor influencia en el
futuro de la región y en qué términos intervendrá la comunidad internacional en
conflictos como el de Siria”, dijo Nader Mousavizadeh, director ejecutivo de
Oxford Analytica.
Así,
que en los últimos meses seremos testigos del destino importante de gran parte
de la región internacional y las decisiones darán testimonio de la reubicación
de poderes en el mundo árabe.
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