miércoles, 18 de septiembre de 2013

Siria, la guerra

Hábitus Público/Sin Límite Avante
Alán Aviña V.
Frederic Gross en su libro “États de violencia. Essai sur le fin de la guerre”, afirma que existe en las sociedades contemporáneas una reconfiguración de la violencia de quienes la ejercen y la practican.

Parte de la idea de que en la actualidad las sociedades se encuentran viviendo no tanto bajo el concepto de “nuevas guerras” sino en un contexto de estados de violencia.

Estos trastocan los elementos que tradicionalmente sustentaban los encuentros bélicos.

Por ejemplo, la defensa de un territorio, un Estado o un Imperio.

Gros afirma que: “al contrario de la guerra, la muerte no se intercambia más (…) el fin del intercambio  hoy en día implica, no el regreso de lo arcaico, sino más bien una reestructuración de la relación hacia la muerte, de su recepción.

Ella deviene otra cosa: un riesgo profesional, una ecuación matemática, una condición de ser, una apoteosis mediática.”

En ese sentido, la guerra que parece olvidada bajo los nuevos “estados de violencia”, parece resurgir.

El conflicto en Siría podría traer al presente viejas rencillas que permanecían neutralizadas y que fueron en el pasado fuente de los más sangrientos enfrentamientos.

Esta guerra civil que ha cobrado cerca de 100.000 muertos, más de 1.700.000 desplazados y crecientes tensiones con los países vecinos desde 2011, alimenta la lucha sectaria entre Alauitas que representa el 12% de la población y es a la que pertenece Basshar Al Assad y los Sunitas el otro 75% que conforma la mayoría rebelde.

Pero también, es parte del conflicto que podría reanimar a las dos fuerzas de Rusia y China, a un encuentro bélico con Estados Unidos y los países afines.

Y el infierno es inminente que se desate.

Apenas estos días Obama pensó en atacar a Siria por las supuestas pruebas del uso de químicos que el gobierno de Al Assad usa para combatir a los rebeldes.

El 21 de agosto, la utilización de supuestos químicos dejó miles de muertos en la zona de Ghouta, en las afueras de Damasco, lo cual convenció al gobierno americano de que ineludiblemente el régimen sirio había cruzado la “línea roja” que hace meses había advertido Obama.

El 20 de agosto de 2012, el presidente norteamericano dejó en claro cuál era el límite de Siria: no cruzar la línea roja, que era la represión con armas químicas.

Sin embargo, este conflicto no sólo puede reavivar en Siria y parte de occidente estas dos guerras, la sectaria y la Rusia contra Estados Unidos, sino extender a toda la región del medio oriente esos conflictos, especialmente los sectarios y religiosos.

Inclusive, podría traer una paradoja de efectos devastadores en la opinión pública para Estados Unidos. La lucha contra el rival común de Bashar Al Assad, podría unir a Estados Unidos y Al Qaeda.

El ataque sirio podría venir orquestado desde el Reino Unido, Francia y EE.UU, quienes fueron los primeros en mencionar la posibilidad, y tienen fuerzas en la región que podrían ser utilizadas en el evento.

Pero en contraparte,  China y Rusia, dos de los socios comerciales de Siria, vetaron varias de las resoluciones en la ONU pro-puestas respecto a Siria.

El panorama se enrarece por las declaraciones de Vladimir Putin, quien mencionó que lo que afirmaba Obama del uso de armas químicas era una “tontería inmunda”.

Pero el divisionismo Rusía-Estados Unidos va más allá. No ha existido consenso internacional para la intervención militar. Arabia Saudita y Qatar, en mando de los sunitas supuestamente envían armas a la oposición. A su vez, Irán apoya a Al Asad.

En pocas palabras, esta guerra civil podría estar animando un conflicto entre Irán y sus rivales árabes sunitas en la región, entre Irán y Estados Unidos, incluso entre Estados Unidos y Rusia.
Este último enfrentamiento gira alrededor de “quién tendrá mayor influencia en el futuro de la región y en qué términos intervendrá la comunidad internacional en conflictos como el de Siria”, dijo Nader Mousavizadeh, director ejecutivo de Oxford Analytica.

Así, que en los últimos meses seremos testigos del destino importante de gran parte de la región internacional y las decisiones darán testimonio de la reubicación de poderes en el mundo árabe.

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