Ventura Cota Borbón
Nadie,
definitivamente nadie, tiene la verdad absoluta en sus manos,
independientemente a qué se dedique. Y en ese aspecto, refiriéndome
concretamente a la labor de los medios de comunicación, debemos ser extremadamente
cuidadosos
Las
redes sociales, principalmente Facebook es una herramienta que en muchas
cuestiones ha servido las más de las veces para descubrir situaciones que antes
no eran posibles mucho menos imaginables. Sin embargo de ese instrumento se ha
hecho un abuso además de indiscriminado, poco moral.
El
Facebook ha servido para levantar calumnias, denostar, adjetivar, lanzar acusaciones
temerarias o epítetos contra aquél o aquéllos que nos caigan mal. Traspasamos
los límites permisibles de dicho aparejo. Como internautas nos creemos con la
arrogancia y facultad de poner como “palo de gallinero” a quien escojamos y lo
más peligroso, es que hay ocasiones en que a la retahíla de insultos o
calumnias, se unen quienes a veces ni vela en el entierro tienen.
Acusamos
sin tener argumentos, o éstos cuando los hay son tan endebles que denotan su
falsedad con solamente otear en el escrito. No es necesario probar lo que se
acusa, finalmente, la laxitud del acusado, la mayoría de las veces lo permite
ya sea porque prefiere no polemizar o simplemente por ignorar la necedad.
El
desvió que hemos hecho de esa herramienta tan útil es lastimoso.
Lo
malo de todo eso es que con esa facilidad que puede brindar a veces el
anonimato y cobardía de muchos que se escudan precisamente tras una máscara; e
incluso de aquellos que damos la cara nos convierte ipso facto en juez, jurado
y verdugo al mismo tiempo de nuestros oponentes o detractores y eso, no se vale.
Qué
le vamos a hacer.