sábado, 24 de agosto de 2013

Reforma Energética y la disonancia cognitiva

Alán Aviña
Pemex según unos produce ganancias por un billón. Según otros no, es más, se dice que sólo hay reservas petroleras para 9 años más, pero los otros les contestan que por lo menos hay para 40.

Unos dicen que la reforma será privatizadora, otros que no. Unos invocan a Lázaro Cárdenas para “modernizar” la paraestatal como ya hace más de 70 años lo planeaba el general; los otros los refutan y dicen que es un insulto manchar la imagen de Cárdenas, y que en realidad lo que quería decir es que Pemex no debe privatizarse.

Y podemos enumerar una cadena larguísima de argumentos.  En la página de la Reforma Energética creada por el Gobierno Federal se afirma que es una oportunidad histórica para impulsar la vanguardia en la empresa estatal, para explorar con alta tecnología el petróleo de aguas profundas.

Mientras, que en el video difundido por Luisa María Alcalde, diputada del Movimiento Ciudadano, afirma que no se necesita esa tecnología proveída por capital privado, lo que se necesita, aduce, es que los capitales privados paguen impuestos para que Pemex pueda comprar esa tecnología.

Unos dicen que Pemex necesita inversión privada para modernizarse, otros dicen que no está quebrada y que forma parte de las 5 mejores empresas a nivel mundial, que se pone al mismo estado que Wal Mart, Exxon, etcétera.

El punto es que ¿Cuál argumento es el correcto? ¿La reforma bajará los precios de Luz, Gasolina, o al contrario, los encarecerá y llevará todas las ganancias a los empresarios?

El argumento correcto es el que usted guste y quiera, pues todos pueden ser parcialmente correctos o incorrectos, pues todos esconden detrás una polaridad argumentativa que deviene de perspectivas políticas encontradas y no de análisis técnicos.

Seguramente no ha habido una argumentación tan obscena en los medios desde que Felipe Calderón intentó justificar su “Lucha contra el crimen organizado”.  Lo que está forjando esta lucha de visiones contradictorias, es una polarización política entre los defensores del petróleo, es decir los nacionalistas del PRD, y los que prefieren la modernización, es decir, los priistas.

Curiosamente, el panismo se ha quedado fuera de la jugada, pues ha sido absorbido por los argumentos del PRI. Su perspectiva macroeconómica, siempre muy particular ha sido robada de su discurso por el equipo de Peña Nieto, amenazando con dejar sin identidad al panismo.

No obstante, ¿Qué desenlace podría tener estas campañas masivas de persuasión? Seguramente la disonancia cognitiva, en pocas palabras, la desarmonía del sistema de ideas que nos permitía como ciudadanos analizar las decisiones políticas.

Estos dos tipos de discursos, puede generar una percepción de incompatibilidad con la realidad, llevando al impasse político. En pocas palabras, este está caracterizado por una desatención por los temas públicos, por los problemas de estrés cognitiva que generan.