viernes, 3 de mayo de 2013

Actos de heroísmos anónimos


Ventura Cota Borbón
Juan se levanta diariamente a una hora en que el sol aún no asoma. Sin probar bocado sale en busca del sustento para él, su mamá y su hermano menor, quien padece de una enfermedad que le impide tener movimiento y razonamiento libres.

Juan desde hace un año dejó sus estudios universitarios porque además de lo elevado de los pagos que tenía que hacer, el padre y supuesto sostén de la familia, fue despedido de su trabajo y si antes no había para comer, hoy menos ya que el pilar familiar los abandonó.

Juan no es un niño, pero tampoco es un adulto, apenas rebasa los 19 años y desde ya, sin haberlo pedido se convirtió de la noche a la mañana en uno más de los millones de mexicanos que día a día deambulan como verdaderos héroes, en busca de lo poco que les mantenga “despiertos”: cualquier mendrugo.

Marisela, una adolescente, se vio en la misma necesidad de Juan. Ella, apenas cursaba la preparatoria y su padre, enfermo de alcoholismo y drogadicción optó por dejar la “carga” a la madre de sus hijos. Ella, ante la urgente necesidad de alimentación en compañía de su madre sale a ver que “consiguen” para llevar a su hogar. Además de Marisela hay una niña –su hermanita menor de escasos seis años-, con severo retraso mental.

A ambos los conozco y sé las penurias por las que pasan.

Duele y lastima ver esas situaciones que millones de mexicanos padecen.

Por eso cuando escucho a los zánganos políticos hablar de tal o cual reforma, francamente me indigna y me lleno de una ira que a veces me hace decir y escribir cosas que no debiera.

De que chingados sirven las reformas a la ley del Trabajo o de Educación si en ambas los únicos beneficiados son los estúpidos animales que pueblan las cámaras alta y baja. Son pocos en realidad aquellos políticos que sí se preocupan y ocupan de la situación que prevalece en el país. Lamentablemente son una mínima parte.

Con estupideces como la propuesta recientemente por la diputada Diva Gastélum en la que pomposamente presentó una iniciativa para que los niños y niñas menores de 16 años no trabajen. ¿Pensará esa vieja animal que con papeles y decretos va a solucionar eso?

Definitivamente nunca cambiarán las cosas en nuestro país ni en el mundo. Ya nos volvimos materialistas y superfluos. Las cosas que verdaderamente importan son cosas del pasado.

Las cámaras de todos los congreso del mundo se volvieron una especie de carpa de circo, nada más que allí los payasos ganan millones. México no es la excepción.

Lástima que a la lista de mexicanos sin esperanza se unen cada día más. Miles. El caso de Juan y Marisela por desgracia no será el último y así como ellos cada mañana habrá millones que se levanten a hacer de sus vidas actos de verdadero heroísmos anónimos.

A propósitos de güevones recalcitrantes, ¿qué hace el diputado de cartón que “representa” a los empalmenses, el tal Carlos Enrique “Kiriki” Gómez Cota? En la siguiente edición impresa de Sin Límite Avante, descúbralo.