Por Ventura Cota y Borbón III
La Secretaría de Salud está invitando a los legisladores federales para que se modifique la ley en cuanto al consumo de alcohol, cuya edad es actualmente de 18 años y pretenden que sea permisible hasta los 21. Es decir, extender en tres años más la edad para que las personas se encuentren “aptas” para beber.
La Secretaría de Salud, más que apoyar esta reforma a la ley, debería exigir a quien corresponda, que frene la producción, distribución y venta indiscriminada de toda clase de bebidas de “moderación”. El Estado con tal de obtener pingües ganancias no tiene objeción en seguir “envenenando” al pueblo, mientras le produzca dinero en abundancia.
Por desgracia, el consumo de alcohol se ha incrementado en los adolescentes y lastimosamente, la ingesta del mismo se ha triplicado en la última década, en las mujeres, sobre todo, jóvenes, esto de acuerdo a cifras de la Encuesta Nacional de Adicciones del 2011.
La proliferación de “cantinas” disfrazadas –como los Oxxos y Extras-, es un ejemplo de que el Gobierno antes que atacar esa sociopatía, prefiere, bajo la premisa de crear negocios y con ellos empleos, seguir enviciando a la población, sobre todo, a la juvenil.
Para darnos una idea del inmenso y grave problema del alcoholismo en la población mexicana, se dice que si los borrachos volaran, siempre estaría “nublado”.
El alcoholismo está definido por la Organización Mundial de la Salud desde 1953, como una enfermedad incurable, progresiva, incisiva y mortal por razones obvias. Cada quien es responsable del consumo o no de alcohol, pero el Gobierno debe tomar con seriedad el enorme problema que existe y hacer algo al respecto.