Por Ventura Cota y Borbón III
El primero en poner la “llaga”en el dedo fue el virtual candidato a la presidencia de la república por el PRI, Enrique Peña Nieto cuando en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara dio evidencias –ya anteriormente demostradas-, de una ignorancia no propia de alguien que aspira dirigir a un país tan enorme y complejo como el nuestro.
De inmediato, ante el dislate, “la prole”, sus detractores y rivales políticos le cayeron encima adjudicándole todo tipo de adjetivos e incluso haciendo mofa con chistes muy peyorativos acerca de su ignorancia, dando como resultado, que su hija –de Peña Nieto-, le echara más leña al fuego cuando pretendiendo deshacer el entuerto de su padre, cometió la pifia por casi todos conocida, de defender lo indefendible.
Desde entonces y hasta hoy, Peña Nieto ha sido blanco de toda clase de críticas ya que sus yerros han ido acumulándose uno tras otro.
Pero no sólo él es quien está envuelto en el carrusel de errores mentales y verbales. A la lista también se han sumado López Obrador, Josefina Vázquez Mota, Cordero Arroyo y hasta el Secretario de (In)Cultura del Gobierno de la Ciudad de México, entre otros conocidos y otros más desconocidos.
Lo que indica que si en el pasado estuvo de “moda” la descalificación personal entre los participantes en la contienda del 2006, esta campaña rumbo al 2012 no será la excepción y por lo pronto los yerros mentales han sido tomados como tema de empuje.
Las errantes declaraciones de los precandidatos han puesto en el escenario algo que se infería de antemano respecto a algunos que se dedican a la política: que son personas poco leídas, incultas, insensibles, corrientes y eso sí, muy ambiciosas.
Para burro no se estudia, es un aprendizaje empírico. Lástima que ese tipo de animales nos quieran gobernar, aunque no sería una novedad, en el pasado ya lo han hecho y actualmente el homúnculo jefe del Ejecutivo no lo hace nada mal.