Por Ventura Cota y Borbón III
Desde hace exactamente diecinueve años, producto de una promesa o “manda”, mi esposa, mis hijos y su servidor ofrecemos una velación a la virgen de Guadalupe que consiste en el tradicional rezo del Rosario, mismo que una vez terminado, acompañado de mi guitarra y con el coro de los asistentes –familiares, amigos y vecinos-, cantamos “Las mañanitas” y “La guadalupana” a la Morenita del Tepeyac, posteriormente, disfrutamos de un rico “menudo” o “pozole” y una taza calientita de chocolate.
La gran mayoría del pueblo mexicano somos “guadalupanos” y como tales, profesamos una veneración a la virgen, quien, según cuentan los relatos, escogió a México para mostrarse a Juan Diego –hoy San Juan Diego-, en el cerro del Tepeyac hace ya cuatrocientos ochenta años.
Verdad o mentira, el caso es que desde niño mi madre me inculcó la creencia en la virgencita y aunque nunca he intentado imponer voluntades religiosas en nadie, menos en mi familia, mi esposa e hijos también creen en la milagrosa virgen de Guadalupe.
Ayer, curiosamente platicaba con una persona muy conocida en el puerto, sobre las mejoras que al templo de San Fernando se le están haciendo y cuya intervención ha sido muy apropiada para ello y entre la plática salió a relucir el tema de la morenita del Tepeyac. De su cartera sacó una fotografía donde se ve claramente en un melón, la imagen de la santa virgen. Francamente es impresionante.
Hoy por la noche es la velación y aunque tengo que llevar a mi hija mayor a Hermosillo –aún no se anima a manejar en carretera-, estaré de regreso a tiempo para poder entonarle “Las mañanitas” a quien desde hace muchos años le tengo mucha fe. Yo mismo fui “prometido” a la Virgen hace ya casi cincuenta años, también producto de una “manda” hecha por mi madre en un momento de desesperación ante la gravedad de una enfermedad que por fortuna, aunque con secuelas diversas, aquí estoy.
Vale pues mi respeto y admiración a quienes siguen esta costumbre tan mexicana y que esta noche los cohetes y música suenen fuerte para homenajear a la virgencita del Tepeyac.
Muchos me han tildado de fanático religioso –tengo la imagen detrás mi escritorio en mi oficina-, la verdad no me molesta, soy tolerante y respetuoso de las opiniones de los demás.
Paradigma de Nepotís…
Mónica Arriola Gordillo -hija de la “lideresa” vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales-, va sin obstáculo alguno por una precandidatura a la senaduría de la república en la alianza Panal-PRI-PVEM para las venideras lizas electorales del 2012.
El paradigmático escenario del poder ejercido sin control para beneficiar de modo inverecundo, a familiares, amigos y todo lo que sea incondicional al portador del poder.
México, país de agachones, ¿cuándo se nos va a quitar lo cobardes?