Por Ventura Cota y Borbón III
Tengo un camarada con quien bromeo a menudo y siempre que me ve me dice: “Cuando Dios hizo al mundo dijo: háganse los mares, y se hicieron; háganse la tierra, y se hizo; salgan los animales, y salieron ellos; salgan los feos y saliste tú”, y remata con una risa. Y por supuesto que no me molesta saber de mi fealdad, puesto que mi consuelo es que hay otros peores de feos…
Ya en serio, creo que la aceptación de cómo somos tanto física como espiritualmente, es lo verdaderamente importante. Si Dios, la Naturaleza o mis padres fueron los responsables de mi físico, no hay que culpar a nadie, en todo caso, agradecerle que me hayan dado una vida y lo demás sale sobrando.
La Naturaleza no ha sido benévola conmigo. Quienes me conocen saben que no miento cuando afirmo que soy chaparro, panzón, medio sordo del oído izquierdo, cegatón con una miopía ingente y para acabarla de amolar, desde hace cinco años me ataca una tremenda ciática que a veces me deja sin andar. ¿Qué más puedo pedirle a la vida, si tengo lo principal: vida?
Y a pesar de todos los defectos, vivo a gusto y en plenitud.
Viene el pequeño prolegómeno y listado de mis “virtudes” debido a que hace días una persona se molestó conmigo por que le dije el apodo de la secundaria: “orejón”. Pero nunca le he reclamado por que él me dice CIEGO y aun lo sigue haciendo.
Dice un dicho que quien se lleva, se aguanta. Sin embargo no soy de los que le gusta provocar y mejor me abstengo por respeto, en la mayoría de las veces, sobre todo si a la persona la conozco poco, de nombrarlos con sus apodos. Ello me evita mal entendidos.
Por eso aunque sea panzón, patizambo, chaparro, medio sordo, medio ciego y ciático, sigo disfrutando de la vida como llegue y vaya que si Dios no me dio un buen físico, me premió con una hermosa familia.
Acápite: Agradezco a mi amigo el Ing. Javier Ballesteros López, director del Instituto Municipal de Cultura y Arte de Guaymas (IMCA) las palabras de buenos deseos y parabienes que tuvo para su servidor, por supuesto los mismos deseos para él y su familia y además que siga como hasta hoy en la atención de la dependencia a su cargo que mucho ha despegado.
Por supuesto también mis saludos a la familia Arvizu-Sandoval de Empalme, quienes amablemente se acordaron de mí y con bonitas palabras desean lo mejor. Gracias, muchas gracias.