Por Ventura Cota y Borbón III
Los precandidatos a la presidencia de la república sean del partido que sean, no se miden al dar declaraciones en sus mítines. Sus estupideces rayan en lo absurdo y no importa lo prometido o que lo dicho cause escozor con tal de “quedar” bien con sus futuros clientes electorales.
Tal es el caso en concreto del panista Santiago Creel Miranda, quien en un acto de desesperación y oteando el horizonte de las tempraneras encuestas que lo ubican como segundón en su mismo partido, con el objeto de remolcar desventaja fue temerario al pedir a sus correligionarios en el Estado de México: “Necesito su firma para registrarme como candidato y quiero empezar aquí en Atlacomulco este movimiento de Acción Nacional, aquí en la cuna dizque del nuevo PRI, el PRI de siempre, el PRI que se quiere creer dueño de México. Les digo que quiero acabar con la corrupción para que sacar a todos los corruptos del gobierno y meterlos en la cárcel, que es donde deben estar.".
¡Vaya con don Santiago!
Seguramente lo dijo sin pensar ya que de llevar a cabo tal acción, primero debería empezar con la gente del mismo PAN y finalmente él mismo encerrarse en la celda puesto que comprobados actos de corrupción le han sido registrados a lo largo de su “carrera” política.
No, si con tal de lograr algo –que Santiago no obtendrá, por supuesto-, son capaces de vender a su progenitora.
Cabe aquí la pregunta al ex secretario de Gobernación en la época del belicoso Fox, ¿quién va a cerrar la puerta de la celda donde metan a tanto corrupto?
Biebrich, crónica de una infamia
Así se titula una publicación más vieja que el conejo de la Luna pero que explica claramente el caminar de la Historia política y social en México en la década de los setentas con respecto al presente en Sonora. Cualquier similitud, es mera coincidencia.
El libro, escrito por el extinto Jesús Blancornelas, narra con amenidad los sucesos que desencadenaron en la abdicación “voluntaria” del entonces joven gobernador sonorense Carlos Armando Biebrich Torres.
Guillermo Urías Ayala tuvo a bien prestarme el ejemplar, conocedor de que el suscrito le gusta indagar en el pasado y sobre todo en este inmediato que por oídas me tocó “vivir” ya que cuando pasaron estos conocidos eventos del “biebrichazo”, apenas andaba cruzando mis quince primaveras y qué mejor archivo para enterarme de ello que un libro.
Empecé su lectura apenas el día de ayer y la encuentro francamente muy bien documentada además de la bien ponderada narrativa del periodista fundador del Semanario Zeta, ya fallecido hace casi un lustro.
Chefcito
Hoy se inaugura el restauran del joven Luis Alberto Millán Barriga -hijo de nuestro colega Javier Millan-, a quien deseamos éxito total en esta nueva empresa que inicia.