La inseguridad de la propiedad privada, está creciendo más que la del narco
Por Raúl Zúñiga
Uno de los mayores problemas de seguridad pública en los municipios de Guaymas y Empalme, es el de las raterías. Nadie puede exceptuarse de haber sufrido un robo en su patrimonio hogareño o conocer a un vecino al que le arruinaron su vivienda, para despojarla de alambrado eléctrico, tubería de cobre, herrería de fierro y aluminio.
En la semana que transcurre, en las Golondrinas a la señora Bony Preza le robaron su lavadero; en Guaymas Norte la señora Lidia Márquez llegó a su casa y habían desmontado y llevado una puerta de aluminio y varios perfiles que estaba comprando uno por uno, para hacerle una sombra a su humilde casita. ¿Denunciar? Les urgía más cuidar personalmente no les terminaran de destruir y desvalijar su hogar.
En el mes que transcurre, “se han implementado operativos policiacos solicitados por la propia ciudadanía, en las colonias que más altos índices delictivos existen”, ha declarado el Director de Seguridad Pública Municipal; a la par, los delincuentes no han parado, y los diarios impresos lo consignan, siendo deprimente volverlos a enumerar; pero leemos que estos delincuentes utilizan como herramienta, martillos, marros, cinceles, pinzas, alicantes, piedras, etcétera, para horadar los hogares y llevarse:
“estructura de metal de dos metros de alto, así como un marco de fierro de un metro cuadrado…”;
“tremendo coraje hizo … al llegar a su vivienda y darse cuenta que los amantes de lo ajeno le robaron el cable para conducción de electricidad…”; en otro caso una vecina:
“se dio cuenta que en uno de sus cuartos estaba un hoyo de considerables dimensiones, sospechando que algo malo había sucedido…"
Para acarrear con los patrimonios, lo hacen a lomo, en bicicleta, pickups y no discriminan sector del casco urbano, comisarías o delegaciones.
La ola de latrocinios es una marabunta y es tal el desafío malandrín, que mientras el director de seguridad pública de Guaymas con CUARENTA elementos de la policía municipal implementaba un operativo por varias colonias del puerto ---15 de julio---, en el panteón viejo eran despojadas de cercos y cruces, CUARENTA tumbas…; por cierto, los muertos que allí descansan, tampoco podrán denunciar.
Los atrabancados ratas de cobre, ¡se robaron el alambrado público del malecón turístico anexo a la fuente danzante!, dejando a oscuras ese escaparate de nuestro ciudad, a pesar que a escasos 50 metros está ubicada la comandancia centro de policía municipal, enfrenteestán las instalaciones de la Policía Federal ---con guardia las 24 horas del día---y el palacio municipal.
En Empalme se roban los clavos de los rieles y casi descarrila el tren y cotidianamente asaltan los trenes cargueros para robar la chatarra…
Si no nos organizamos población y autoridades para combatir a esta delincuencia, los ratones se organizarán y la inseguridad en las calles provocada por el narco, será igualada en la inseguridad interna de nuestro patrimonio hogareño.
Sabemos de los esfuerzos de nuestras autoridades locales, de los reconocimientos que les han otorgado y las capacitaciones y equipo que les han adjudicado, pero las incidencias delictivas y el instinto de cuidarse hasta de los suspiros sospechosos, ya nos tienen como a los residentes de ciudades grandes, sospechando hasta de la propia sombra, por la delincuencia imperante.
Los malandrines, con tal de tener unos pesos para sus drogas o resolver sus necesidades, no les importa causar daños aún más graves en las viviendas y en los carros, a los que les destrozan cercos, ventanas, instalación eléctrica y de agua, cristales, etc., para llevarse los bienes familiares y los estéreos de los carros. Todo lo que con sudor y esfuerzo honrado, en años de abonos logró un jefe o jefa de familia, los viciosos-güevones lo rematan en las chatarrerías por kilo… y la ciudadanía perjudicada, a sufrir el calor sin luz, sin agua y ventanas, a vivir en mayor minusvalidés, para que los raterillos regresen por algo más, para remediar la cruda.
Sabemos que la jodidés es causal de muchas de las degeneraciones de la sociedad, pero que no chinguen los güevones a los vecinos que sí trabajan. Es necesario establecer una alerta y vigilancia permanente mixta, autoridades y ciudadanía, Cero Tolerancia a los ratas del vecindario. Que en las chatarraterías exijan identificación a todo el que les llega a vender algo, le digan no a los sospechosos y no sean cómplices de los parásitos. Las autoridades saquen todo su FUA y obtengan el verdadero premio que les hace falta, que es el reconocimiento de la población.
No se puede abatir este problema con declaraciones, es necesario usar todos los recursos para capacitar a la gente a la decencia. No se puede remediar solo con instalaciones deportivas, mientras planteles educativos que enseñan oficios, están desérticas, como los CECATI y los ICATSON.
Se debe capacitar para los oficios y no que la mayoría de morros, digan pretender ser profesionistas y se queden en el camino perdiendo el tiempo y apropiándose de lo ajeno, siendo oficiales de nada, excepto para gandallas.
Mucho implica que la sociedad no siga produciendo parias disfrazados de gente productiva o estudiosa, de vagos que no trabajan para sus vicios y gobierno y autoridades establecidas, que presumen una paz idílica, mientras el resentimiento social crece, a la par de estas nuevas mafias de alcantarilla.