miércoles, 27 de julio de 2011

Al padrino Toño

Por Ventura Cota y Borbón III
El hombre feliz...
Osvaldo Antonio Fonseca Mexía era mi amigo a pesar de la diferencia de edades. Toño me llevaba 24 años, sin embargo eso no fue obstáculo para que aderezáramos nuestras pláticas con sabrosas anécdotas propias de la cotidianidad de amigos. Supimos acoplarnos a esa anacrónica época personal.

Ayer le dije a uno de sus hijos que también es mi amigo además de compañero de profesión –Víctor Fonseca Jacques-, que sólo mi padrino Toño era capaz de hacer ir a un ateo como yo a una iglesia. Y es que debido a que se cumplió el segundo aniversario de su partida se le ofreció una misa en el Sagrado Corazón de Jesús.

El domingo 26 de julio del 2009, Víctor me llamó muy temprano para decirme que si quería despedirme de su papá acudiera al IMSS de la diez donde estaba internado. Estuve cerca de Toño a solas y tuve oportunidad de decirle todo lo que su amistad significaba para mí. Sé que me escuchaba a pesar de su gravedad y tal como si fuera mi padre, besé su frente y sólo le dije adiós. Tres horas después exhalaba su último suspiro.

Osvaldo Antonio Fonseca Mexía –FM le decía mi padre, quien también cultivó una amistad de muchos años con él-, era un buen hombre, un buen padre, un buen abuelo, y puede sonar absurdo y cursi decirlo ahora que ya murió, pero por fortuna muchas veces se lo dije durante los períodos de charlas amenas y quienes le conocieron saben que no estoy inventando.

Qué curioso, ayer mientras el Padre decía la misa, un colibrí revoloteaba en todo el templo y su trino coreaba los rezos de los presentes. Desde principio a fin de la homilía estuvo el ave.

Este comentario sirva para el buen amigo Fonseca como un perenne reconocimiento a un hombre que durante los años que traté jamás le vi un enojo o iracundo. Es más un amigo común le apodó “El hombre feliz” y así fue como vivió mi amigo Toño FM.

Sigue descansando en paz amigo Osvaldo Antonio Fonseca Mexía.