sábado, 31 de julio de 2010

Garabateando (Edición No. 197, Colaboración)

Violada y saqueada
Por Miguel Ruiz Cruz
Aconteció en una espléndida noche dominical y de encantador plenilunio, en una caminata virtual por el Paseo del Mar, Malecón (Malpica) Turístico, al verla bostezar, al percibir su fetidez y advertir el sufrimiento de la todavía hermosa rada, de inmediato detuve mi paseo para en cortito, sin rodeo (ni jaripeo) preguntarle:

-Señora Bahía –con todo respeto le dije- ¿puedo saber el motivo de sus bostezos, la causa de su padecer y el origen de su desagradable olor?

-Ay hijito –entre suspiro y suspiro me contestó la doña- ya no aguanto mi desgracia tan desgraciada, válgame la redundancia, y nada más porque tú no eres pescador, industrial, armador y no naciste en Guaymas, te voy a revelar mi desdichada historia:
-Cuando el Supremo Hacedor (porque yo sí creo en el poder creativo, mas no en la teoría de la evolución) tuvo a bien ha-cernos, fui la envidia de las otras bahías, ensenadas y fondeaderos, porqué a mí me dotó de más belleza y mejor protección.

-Así pues, por mucho tiempo disfruté de mi hermosura y pureza, asimismo le di albergue a diferentes especies de la valiosa fauna marina; hasta que llegó un grupito de aventureros, éstos desdichados acabaron con mi virginidad y mancillaron mi pureza; porque sin piedad comenzaron el saqueo y la contaminación; conforme fue creciendo la población me fueron llenando de inmundicia; claro, merced a la reverenda ineptitud y la soberana desho-nestidad de las autoridades, hasta la burda comicidad del truchimán aquel que se aventó algunos clavados para demostrar que, según él, ya estaba yo limpiecita, libre pues de toda contaminación; por eso la manada de lambiscones lo vitoreó y la ingenua borregada eufórica le aplaudió.

-Sufro también porque sin respetar el entorno y mi atractivo natural cambiaron parte de mi fachada por el méndigo re-lleno; empero presiento y sospecho que esta costosa obra más bien obedece a un plan convenenciero fraguado astutamente por la complicidad del pérfido y corrompido poder político con el codicioso poder económico de algunos empresarios, para rellenarse los bolsillos; porque para mi maldita suerte en el fondo todavía tengo mucha porquería y parece que nadie se preocupa por limpiarme.

-Quiero decirte también que por ciertos medios me he enterado de que Guaymas ya no es una aldea de pescadores, como lo pensara el general Calles; que Guaymas ha crecido y prosperado mucho; y que al Palacio Municipal (la Casa de Piedra) la han convertido en refugio de los ambiciosos y marrulleros servidores (de los ricos) públicos.

-Por lo que se refiere a mis lánguidos bostezos te diré que se debe a que yo no estoy acostumbrada al bullicio, los desenfrenos, ni los escandalosos bailes, como ustedes los bullangueros, modernizados e inteligentes humanos.

-Y, sobre los malos olores con toda sinceridad, asimismo con mucha pena y tristeza te responderé que: la fétida emanación que impregna al medio am-biente se debe a la añejada hediondez del corrompido sistema político mexicano.