
Ayer, mientras esperaba que dieran las 7 de la tarde para ir a la funeraria con el objeto de acompañar a Gilberto y Oralia en su pena por la muerte de la mamá y suegra respectivamente de mis compañeros comunicadores, pasé a la casa de mi padre en la calle 10 y empezamos una conversación propia de personas adultas y en el otoño de sus vidas.
Le comentaba a mi padre que en lo particular sentía que cronos está transcurriendo de forma muy rápida. Él, me dijo que entre más edad adquirimos, el tiempo se siente pasar vertiginosamente. Es una acción engañosa tener esa sensación y es que -continúó- mientras más viejos seamos las horas las sentiremos pasar velozmente.
Ignoro si sea producto de los años -apenas completo los 46-, pero de que el tiempo es implacable, lo es.
Ayer mismo por casualidad me llegó por correo electrónico una dirección que enlaza un vídeo de Raffi (cantante y músico egipcio) interpretando una melodía mexicana llamada "De colores..." (http://www.youtube.com/watch?v=8mAwZxZtNm0, concierto que hace quince años veíamos mis hijos, mi esposa y yo, remontándome a esos momentos y me parecieron que fueron apenas ayer.
Por eso, y aunque suene trillado, debemos aprovechar los días -carpe diem- y con ellos a los hijos, a la esposa (o), a la familia en general porque el tiempo es inmisericorde y cuando menos piensas, te arropa con cobijos tan pesados que resulta difícil liberarse de ellos.
No es que el tiempo corra tan céleremente, sino es más bien que nuestra vida es la que le lleva la delantera. Tiempo divino tesoro que debe saber usarse con plenitud, madurez y amor hacia los demás.
Buenos y veloces días...