Por Miguel Ruiz Cruz
Sucedió en cierto lugar de un País maravilloso, en donde nunca pasa nada, cuando el septuagenario Florécimo se encontraba emocionado leyendo un libro de historia, de los que le había regalado su pariente y compadre Brígido; de repente y temblando por el susto llegó su ahijado Parlerio y por más esfuerzos que hacía no le salían las palabras, todo se le iba en pujar; entonces don Florécimo le dio un fuerte abrazo, le pegó una cachetada de ida y vuelta, le enseñó una fotografía de cuando fue campeón karateca y le dijo que con él estaba bien seguro, que le contara todo lo que le había ocurrido.
Así fue como el cuarentón, soltero y autista, se tranquilizó pero aún con dificultad le dijo a su padrino que al término de la jornada, en su pequeño rancho, El Nanguipo, que primero escuchó un ensordecedor estruendo, luego percibió la penetrante fetidez del azufre y enseguida se le aparecieron tres macabros personajes, el que iba en medio: de chispeante mirada y sonrisa luciferina; el de la derecha: con cara de ave de rapiña y de sonrisa demoniaca; el de la izquierda: con mirada de felino en acecho y diabólica sonrisa; le dio también los nombres con sus ape-llidos de los tres azufrados y, en cuanto escuchó el horroroso mensaje que los siniestros personajes le dieron, entonces se llevó las manos al pecho y el sorprendido viejo pereció fulminado por un infarto al miocardio.
(Parlerio de 42 años, autista; dos años menor su hermana Facundia, sorda y muda, pero inteligente y de carácter alegre; don Brígido su padre le enseñó a leer y a escribir; doña Gláfira su madre, tartamuda, le enseñó todos los quehaceres del hogar, asimismo la eficaz administración de la productividad del productivo ranchito.
Parlerio también aprendió a leer y a escribir; por eso conoce la historia de su patria, sabe los nombres de los héroes que lucharon por la libertad y la justicia, así como todos los nombres de los que han gobernado a su País, también de la deshonestidad en la mayoría de los funcionarios públicos; y sigue leyendo la única revista quincenal, "Hablando Claro", que se atreve a señalar la tremenda corrupción que impera en el corrompido sistema político, como lo hacía su padre, a penas dos años muerto por una descarga eléctrica de alta tensión, y su esposa que al tratar de auxiliarlo también murió electrocutada; a la muerte de sus padres, Parlerio continúa trabajando la huerta de 22 hectáreas y lo hace con tanta capacidad y esmero que produce las mejores frutas de la región…
Así pues, trabajando honradamente y vendiendo sus productos a precios justos, viven los dos hermanos cómoda y tranquilamente; acompañados de los comprensivos cuanto cariñosos Lupe-Pita y Pancho-Rito, con más de 30 años de ser fieles sirvientes domésticos de la familia; y además los valiosos servicios de Bailón Quintero su ca-pataz).
A los funerales del generoso anciano acudió mucha gente; y en cuanto regresaron del panteón, doña Curiosefia, la viuda, con cariño maternal abrazó a su ahijado y con suavidad le pidió que le dijera los nombres de los misteriosos personajes y, sobre todo, el contenido del mensaje, pero el silencioso chamachón se puso tenso, tembloroso y con tajantes ademanes le contestó que no porque ella también podía caer muerta. Sin embargo, la inquieta sexagenaria no se acobardó ni se conformó, por eso lo llevó con el experimentado Fierrito el renombrado psiquiatra, el habilidoso especialista con sumo cuidado, con sutiles argumentos le pedía que le contara todo lo que había visto, pero lo que conseguía el alienista era que el atemorizado autista se pusiera tenso, sudara frío y copiosamente de la frente, y entre pujido y pujido se vomitara; tres sesiones y todas con el mismo resultado.
Así las cosas, no le quedó de otra que declararse incompetente. Pero la obstinada señora ya montada en la curiosidad, de volada se fue con Fregonio el yerbero y le ofreció $ 5.000 si lograba que su ahijado le diera los nombres de aquellos personajes y el contenido del misterioso mensaje. Por eso pues, el astuto curandero fue a comprar unas frutas y le hizo plática, le habló de su tema favorito: la política; al tercer día volvió e hizo lo mismo, regresó al quinto día y notando la confianza que ya le había tomado el cuarentón, entonces con tono compasivo le dijo que ya sabía de la espantosa aparición y cómo le había afectado, pero que él lo podía "curandear" del espanto, y porque le caía bien no le iba a cobrar, que si se decidía ya sabía en donde encontrarlo.
Al otro día, al término de su faena, se presentó Parlerio en el "curatorio" y le hicieron la primera curación; al término de la tercera, el silencioso inició la conversación, entonces el sagaz yerbero aprovechó para decirle que ya estaba curado y le pidió que le contara lo sucedido; el autista ya libre de temores le dio los nombres de los tétricos personajes, lo que sabía de sus turbias actividades, y lo más interesante la finalidad del mensaje.
Cuando la pertinaz y curiosa viuda se presentó en el típico "curatorio" para conocer el resultado del inquietante y político asunto, el eficiente curandero misteriosamente había desaparecido, y solamente encontró una nota: "Para el año 2012, estos desdichados personajes conquistaran el poder y entre los tres, de manera prepotente y caprichosa gobernaran al País".