miércoles, 26 de mayo de 2010

El despertar

Por Fernando Ramírez Arballo
La vida nos va situando en lugares estratégicos, nuestra inmadurez nos ciega por completo y no somos capaces de entender esos mensajes subliminales que se nos presentan.

Creemos que todo lo malo nos pasa a nosotros como si fuéramos el único ser vivo en el planeta tierra, por supuesto esto no es así, en el andar de nuestra existencia los tropiezos y fracasos son una constante que tratamos de esquivar a todo momento, somos tan viscerales que nos ofuscamos en un simple vaso de agua, esencia característica del humano.

Sin duda alguna el trabajo diario dignifica, nos hace valer y dignamente nos sentimos productivos sin importar lo humilde o sencillo que pueda ser nuestra labor, en lo personal, agradezco al creador de pertenecer a una familia acostumbrada al trabajo arduo, sencillo y responsable, afortunadamente no nací en pañales de oro, como coloquialmente decimos.

La vida es única y debemos disfrutar los placeres que de ella emanan, la familia, el trabajo, la salud; somos tan ignorantes que no tenemos capacidad de jerarquizar lo realmente importante.
Hoy por la mañana me despertó mi pequeño hijo en su intento por mencionar alguna palabra, le dediqué un tiempo muy especial por la mañana y vi la entera identificación que tiene hacia un servidor, pienso entonces; el trabajo y las aspiraciones que uno se propone a largo de la vida, siempre permean directa o indirectamente a los hijos, por ello lo importante de tener siempre en un primer plano a la familia, por ellos se trabaja.

En un futuro espero ser un buen ejemplo para los míos, y que no haya ningún tipo de reproche sobre mi actuar profesional en la vida, lucho por ello desde ahora.

Si cambiáramos nuestra mentalidad y conociéramos el significado que representa la familia dentro de una sociedad, otro gallo nos cantara indiscutiblemente, los problemas tan aberrantes que hoy nos aquejan, son el resultado de formar y engendrar hijos de una manera irresponsable e indiferente, cual perro callejero, espero y anhelo realmente que algún día las cosas cambien en nuestro México y despertemos para ser un país civilizado, preparado, con oportunidades y sobre todo, con respeto a quienes conforman el núcleo de la sociedad; la familia, se vale soñar.