Entre problemas que han aquejado a la sociedad sonorense, lo mismo que en todo el país, es la falta de aplicación de la ley sobre la venta de bebidas con contenido alcohólico.
De ello se desprenden ilícitos como la venta clandestina, al amparo de la noche pero con la protección de la autoridad, lo que dio pie a la proliferación de “aguajes”.
Durante décadas se entretejieron una serie de complicidades entre los inspectores del organismo regulador y los mercaderes furtivos que brindan por la corrupción.
En ese clima de desconfianza, los permisionarios legales y empresarios, propietarios desde bares, restaurantes y hoteles y comerciantes, miraban con recelo el actuar de la autoridad.
Con la llegada de Francisco Bueno Ayup a la Dirección General de Alcoholes las cosas parecen dar un giro muy positivo hacia el saneamiento del organismo.
Por lo pronto, ya se iniciaron medidas radicales en el afán de abatir la corrupción para enarbolar el imperio de la legalidad: se dice fácil, pero más de 100 inspectores corruptos ya fueron cesados.
Al mismo tiempo, con un acercamiento fundado en el diálogo y la explicación sencilla sobre los trámites para el efecto, se multiplicaron hasta en 300 por ciento la revalidación de permisos.
Es por ello, entre otras cosas, que la recuperación de la confianza ciudadana hacia la Dirección de Alcoholes ya se traduce en el incremento recaudatorio.
Sí, leyó bien: en más de 800 por ciento han aumentado los ingresos a través de la Dirección de Alcoholes, con recursos legales que contribuyen a fortalecer la Hacienda Estatal.
Por su origen guaymense y la difícil encomienda que hoy cumple por órdenes del gobernador Guillermo Padrés Elías, en esta edición presentamos una entrevista con Bueno Ayup.
Todo indica que Paco Bueno impone la marca del apellido en la dependencia y el rumbo es bueno. Que siga por ese camino, que sea para bien.