Por Ventura Cota y Borbón III
Padres y madres que valen ídem…
La APIGUAY: cifras falsas
CEA pifiando
El martes 8 de abril próximo pasado, acudí, como cada vez que así se requiere, a una junta de padres de familia en la escuela donde estudian dos de mis hijos, el CBTIS No. 40 de este puerto de Guaymas.
Independientemente del asombro que ya pueda causar la poca asistencia a dicha reunión y con ello el reflejo de la mínima importancia que dan muchos padres a sus hijos, me llamó la atención el tema en que se centró la sesión. De hecho en él se utilizó más de media hora.
Una vez que se nos hicieron entrega de las calificaciones de nuestros respectivos vástagos, surgió una especie de discusión por que al parecer, un maestro de apellido Angulo, aplica férreamente el reglamento escolar, concretamente en lo que se refiere a que los alumnos (varones) deben ir a clases con su cabello bien recortado y cuando alguno de ellos lo lleva muy crecido, este maestro los devuelve, además de que las niñas o adolescentes acudan con el largo de su falda, bajo la rodillas y si no es así, también se les regresa; causando con ello la molestia de algunos padres de familia.
Argumentan que se debe ser flexible y que cuando eso suceda, el maestro debe tener la capacidad y el criterio para no hacer eso.
Fíjense que gran escasez de cerebro. El criterio deben de tenerlo aquellos padres y madres de familia que permiten que sus hijos e hijas hagan lo que se les de la gana. En lugar de agradecer por la aplicación de una ley interna de la escuela, se ponen a alegar sin congruencia y faltos de tacto para que con sus torpes argumentos, tratar de intimidar a un maestro que su único “pecado” es hacer efectiva una ley que de antemano todos –el alumno(a) y el padre en ese caso-, conocemos y aceptamos obedecer desde el primer momento en que plasmamos nuestra firma en dicho reglamento.
La ley no se negocia y aunque en algunos aparatos burocráticos así parece ser, en el CBTIS 40 debe cumplirse a cabalidad, moleste o no a ciertos pater familia, ya que ello evidenciaría debilidad ante la presión de algunos. Definitivamente se debe ser inflexible con aquellos que pretenden violentarla.
Por eso los chamacos de hoy están como están. Groseros, estúpidos, agresivos, burros, metiéndose drogas y haciendo el sexo indiscriminadamente. No saben encontrar la respuesta a un problema matemático de fácil resolución, si no es recurriendo a la ayuda del Internet, de las calculadoras o de otro artefacto que los convierta más dependientes de lo que ya son. Eso por mencionar algo como ejemplo.
Realmente son pocos los jóvenes de esta época que se preocupan por estudiar, por divertirse sanamente, por tratar de salir avante en este mundo tan convulsionado por todo y por todos. La mayoría, por mala fortuna, no saben salir sin que haya de por medio estimulantes de todo tipo. Y si a eso le sumamos que hay una gran cantidad de padres que les permiten eso y muchas cosas más, pues qué mal se ven y sobre todo, que mal andan.
El asistir a las reuniones convocadas por las autoridades escolares, donde se traten los avances de cada uno de nuestros hijos, representa un parámetro para darnos cuenta de cuán irresponsables son esos padres y madres que les importa ídem qué hacen sus hijos, con quién, por qué, cuándo y dónde; y que sin embargo, se enojan porque a su hijo o hija le llamaron la atención por no acatar las leyes de su escuela, pues francamente eso me da a pensar que estamos bien amolados por todos lados.
Más que preocuparse por cuan largo lleva el cabello su hijo o por cuan corta usa la falda su hija y se los regresan a casa; mejor deben ocuparse de ellos y en lo que corresponde a nosotros como padres, obligarnos de su real educación no de tonterías como las antes tratadas.
No hay duda de que por eso estamos como estamos. Para muestra basta el botón del reglamento interno del CBTIS No. 40. Padres desobligados que les vale madres sus hijos.
PASANDO A COSAS IGUALES DE DESAGRADABLES, quiero comentarle querido lector-lectora, que aunque a mí en lo personal no me apetece mucho comer pastel, pronto me veré obligado a comer de uno de ellos en virtud de que celebro el primer aniversario sin trabajo.
Me explico: Este mes de abril, se cumple un año desde que el puerto de Guaymas (léase Apiguay) embarcó hacia la república de Chile, ácido sulfúrico -o aceite de vitriolo, como también es conocido este peligroso elemento-, y como su servidor, además de trabajar para esta revista atiende como agente consignatario los buques para esa acción ex profeso, pues estoy de manteles largos, pero a la inversa.
Y es que de ese tipo de carga, en este caso de ácido sulfúrico, era de gran importancia para el puerto dichas embarcaciones, ya que el movimiento llegó a concretarse en sus mejores épocas, exportación de casi ochocientas mil toneladas métricas al año y hoy, fuera de uno que otro embarque o desembarque de mineral, lo que más se programa son la entrada y salida del ferry y eso además es en su propio muelle.
La última vez que me tocó en suerte ser agente consignatario, fue para el buque “Jo Clipper”, de bandera noruega y en cuyos tanques cargábamos regularmente veinticinco mil toneladas métricas de AS (Acido sulfúrico) con destino al país sudamericano arriba mencionado. Sin embargo de manera inexplicable, dicha exportación cesó y con ella, mermó el ingreso no sólo de muchas personas que de ello depende su economía, entre ellas me cuento; sino también de la empresa paraestatal aludida.
Y todavía con descaro, su director, el señor José Luis Castro Ibarra declara con modo solemne que la APIGUAY en este año que va (2008) sigue a la alza en el movimiento de carga en general, cuando las evidencias muestran todo lo contrario. Yo mismo he palpado dicha contradicción a esa falsaria declaración.
Realmente no entiendo porqué empresas, como en el caso de la Administradora Portuaria Integral de Guaymas (APIGUAY) miente respecto al real movimiento o manejo de cargas diversas en el puerto y lo peor de ello es que lo gritan a los cuatro vientos, pretendiendo quedar bien con quién sabe quienes.
Si algunos medios de comunicación le publican la “importante” información llena de mensajes inexactos, es porque pagan los respectivos espacios. Pero aquí lo poco ético de esos medios y de quien da la noticia, queda a rezago, siendo lo importante resaltar sobre las mencionadas declaraciones que están plagadas de falsedades.
Todos los prestadores de servicios incluyendo avitualladores, pilotos de puerto, agentes consignatarios, etc, de alguna manera ven reflejada su impotencia al notar que el puerto no es como lo pintan. Para muchos, ya no es negocio, aunque el director general de la APIGUAY diga lo contrario.
Que lo demuestre con hechos no con números falsos.
Ya para terminar, como dice Celedonio, la CEA de Guaymas, personal de confianza y sindicalizados, lo mismo que su administrador Pedro Luis Bohórquez Antillón, no tienen vergüenza de plano. Las quejas por falta del vital bebestible se dejan sentir diario. La novedad sería que pasara un día sin que alguien opinara lo contrario; pero aun así, les vale una pura y dos con sal.
Son ineptos, dice la gente, y saben qué, les creo. Para rematar, su director general el Ing. Renato Ulloa, declaró recientemente que no faltaría el agua en el verano. Una frase que por ser un sofisma tan trillado, no deja de ser estúpida y temeraria.
Don Renato y don Pedro Luis, se lucen con su cinismo. Un cinismo que raya en la ofensa. Actívense y trabajen no la chiflen que es cantada, queremos agua, si no todo el verano, cuando menos regularmente. He dicho.
La APIGUAY: cifras falsas
CEA pifiando
El martes 8 de abril próximo pasado, acudí, como cada vez que así se requiere, a una junta de padres de familia en la escuela donde estudian dos de mis hijos, el CBTIS No. 40 de este puerto de Guaymas.
Independientemente del asombro que ya pueda causar la poca asistencia a dicha reunión y con ello el reflejo de la mínima importancia que dan muchos padres a sus hijos, me llamó la atención el tema en que se centró la sesión. De hecho en él se utilizó más de media hora.
Una vez que se nos hicieron entrega de las calificaciones de nuestros respectivos vástagos, surgió una especie de discusión por que al parecer, un maestro de apellido Angulo, aplica férreamente el reglamento escolar, concretamente en lo que se refiere a que los alumnos (varones) deben ir a clases con su cabello bien recortado y cuando alguno de ellos lo lleva muy crecido, este maestro los devuelve, además de que las niñas o adolescentes acudan con el largo de su falda, bajo la rodillas y si no es así, también se les regresa; causando con ello la molestia de algunos padres de familia.
Argumentan que se debe ser flexible y que cuando eso suceda, el maestro debe tener la capacidad y el criterio para no hacer eso.
Fíjense que gran escasez de cerebro. El criterio deben de tenerlo aquellos padres y madres de familia que permiten que sus hijos e hijas hagan lo que se les de la gana. En lugar de agradecer por la aplicación de una ley interna de la escuela, se ponen a alegar sin congruencia y faltos de tacto para que con sus torpes argumentos, tratar de intimidar a un maestro que su único “pecado” es hacer efectiva una ley que de antemano todos –el alumno(a) y el padre en ese caso-, conocemos y aceptamos obedecer desde el primer momento en que plasmamos nuestra firma en dicho reglamento.
La ley no se negocia y aunque en algunos aparatos burocráticos así parece ser, en el CBTIS 40 debe cumplirse a cabalidad, moleste o no a ciertos pater familia, ya que ello evidenciaría debilidad ante la presión de algunos. Definitivamente se debe ser inflexible con aquellos que pretenden violentarla.
Por eso los chamacos de hoy están como están. Groseros, estúpidos, agresivos, burros, metiéndose drogas y haciendo el sexo indiscriminadamente. No saben encontrar la respuesta a un problema matemático de fácil resolución, si no es recurriendo a la ayuda del Internet, de las calculadoras o de otro artefacto que los convierta más dependientes de lo que ya son. Eso por mencionar algo como ejemplo.
Realmente son pocos los jóvenes de esta época que se preocupan por estudiar, por divertirse sanamente, por tratar de salir avante en este mundo tan convulsionado por todo y por todos. La mayoría, por mala fortuna, no saben salir sin que haya de por medio estimulantes de todo tipo. Y si a eso le sumamos que hay una gran cantidad de padres que les permiten eso y muchas cosas más, pues qué mal se ven y sobre todo, que mal andan.
El asistir a las reuniones convocadas por las autoridades escolares, donde se traten los avances de cada uno de nuestros hijos, representa un parámetro para darnos cuenta de cuán irresponsables son esos padres y madres que les importa ídem qué hacen sus hijos, con quién, por qué, cuándo y dónde; y que sin embargo, se enojan porque a su hijo o hija le llamaron la atención por no acatar las leyes de su escuela, pues francamente eso me da a pensar que estamos bien amolados por todos lados.
Más que preocuparse por cuan largo lleva el cabello su hijo o por cuan corta usa la falda su hija y se los regresan a casa; mejor deben ocuparse de ellos y en lo que corresponde a nosotros como padres, obligarnos de su real educación no de tonterías como las antes tratadas.
No hay duda de que por eso estamos como estamos. Para muestra basta el botón del reglamento interno del CBTIS No. 40. Padres desobligados que les vale madres sus hijos.
PASANDO A COSAS IGUALES DE DESAGRADABLES, quiero comentarle querido lector-lectora, que aunque a mí en lo personal no me apetece mucho comer pastel, pronto me veré obligado a comer de uno de ellos en virtud de que celebro el primer aniversario sin trabajo.
Me explico: Este mes de abril, se cumple un año desde que el puerto de Guaymas (léase Apiguay) embarcó hacia la república de Chile, ácido sulfúrico -o aceite de vitriolo, como también es conocido este peligroso elemento-, y como su servidor, además de trabajar para esta revista atiende como agente consignatario los buques para esa acción ex profeso, pues estoy de manteles largos, pero a la inversa.
Y es que de ese tipo de carga, en este caso de ácido sulfúrico, era de gran importancia para el puerto dichas embarcaciones, ya que el movimiento llegó a concretarse en sus mejores épocas, exportación de casi ochocientas mil toneladas métricas al año y hoy, fuera de uno que otro embarque o desembarque de mineral, lo que más se programa son la entrada y salida del ferry y eso además es en su propio muelle.
La última vez que me tocó en suerte ser agente consignatario, fue para el buque “Jo Clipper”, de bandera noruega y en cuyos tanques cargábamos regularmente veinticinco mil toneladas métricas de AS (Acido sulfúrico) con destino al país sudamericano arriba mencionado. Sin embargo de manera inexplicable, dicha exportación cesó y con ella, mermó el ingreso no sólo de muchas personas que de ello depende su economía, entre ellas me cuento; sino también de la empresa paraestatal aludida.
Y todavía con descaro, su director, el señor José Luis Castro Ibarra declara con modo solemne que la APIGUAY en este año que va (2008) sigue a la alza en el movimiento de carga en general, cuando las evidencias muestran todo lo contrario. Yo mismo he palpado dicha contradicción a esa falsaria declaración.
Realmente no entiendo porqué empresas, como en el caso de la Administradora Portuaria Integral de Guaymas (APIGUAY) miente respecto al real movimiento o manejo de cargas diversas en el puerto y lo peor de ello es que lo gritan a los cuatro vientos, pretendiendo quedar bien con quién sabe quienes.
Si algunos medios de comunicación le publican la “importante” información llena de mensajes inexactos, es porque pagan los respectivos espacios. Pero aquí lo poco ético de esos medios y de quien da la noticia, queda a rezago, siendo lo importante resaltar sobre las mencionadas declaraciones que están plagadas de falsedades.
Todos los prestadores de servicios incluyendo avitualladores, pilotos de puerto, agentes consignatarios, etc, de alguna manera ven reflejada su impotencia al notar que el puerto no es como lo pintan. Para muchos, ya no es negocio, aunque el director general de la APIGUAY diga lo contrario.
Que lo demuestre con hechos no con números falsos.
Ya para terminar, como dice Celedonio, la CEA de Guaymas, personal de confianza y sindicalizados, lo mismo que su administrador Pedro Luis Bohórquez Antillón, no tienen vergüenza de plano. Las quejas por falta del vital bebestible se dejan sentir diario. La novedad sería que pasara un día sin que alguien opinara lo contrario; pero aun así, les vale una pura y dos con sal.
Son ineptos, dice la gente, y saben qué, les creo. Para rematar, su director general el Ing. Renato Ulloa, declaró recientemente que no faltaría el agua en el verano. Una frase que por ser un sofisma tan trillado, no deja de ser estúpida y temeraria.
Don Renato y don Pedro Luis, se lucen con su cinismo. Un cinismo que raya en la ofensa. Actívense y trabajen no la chiflen que es cantada, queremos agua, si no todo el verano, cuando menos regularmente. He dicho.