El avance de eso que llaman modernidad debe ir aparejado con el respeto a las tradiciones, la cultura y los símbolos que dan identidad a un pueblo.
Uno de los proyectos de mayor relevancia en Guaymas es sin duda la Escalera Náutica y las obras satelitales en torno al ambicioso programa surgido durante el foxismo.
Más de siete años han pasado desde su puesta en marcha y, además de su poco avance, se advierte que nada o casi nada consultado a las comunidades afectadas.
Las actitudes autoritarias que buscan imponer criterios sobre el sentir de la gente conlleva al divorcio entre el gobierno y la sociedad. que con razón se irrita cuando trastocan sus costumbres.
Cualquier guaymense se enorgullece del Monumento al Pescador como uno de los símbolos de mayor realce de nuestro puerto, que incluso se presume en postales, pequeñas efigies ante los amigos de otras partes.
En menos de cuarenta años la estatua con la figura del pescador Celso Grajeda arraigó en el sentir de esta comunidad que mucho debe a los hombres de mar y a sus aportes para el progreso.
Al parecer eso no lo saben, lo que es malo, o lo desdeñan lo que es peor, algunos “geniales diseñadores” que le venden al gobierno sus proyectitos en fotografías y maquetas ridículas de tanto oropel.
No es tema de cuestionamiento el que un trasatlántico entre a la bahía o que un faro ilumine con luz de mediodía a Guaymas a todas horas; eso que quede para el anecdotario.
Lo que sí molesta es la idea, la sola idea de que el Monumento al Pescador pueda ser removido del pedestal que merece, como una especie Poseidón a la orilla del mar para orgullo de todos.
El desplazar ese Monumento sería no sólo un agravio para miles de pescadores y sus familias; sería también, debe serlo, motivo de indignación para todo aquel ciudadano que se precie de ser guaymense.
Uno de los proyectos de mayor relevancia en Guaymas es sin duda la Escalera Náutica y las obras satelitales en torno al ambicioso programa surgido durante el foxismo.
Más de siete años han pasado desde su puesta en marcha y, además de su poco avance, se advierte que nada o casi nada consultado a las comunidades afectadas.
Las actitudes autoritarias que buscan imponer criterios sobre el sentir de la gente conlleva al divorcio entre el gobierno y la sociedad. que con razón se irrita cuando trastocan sus costumbres.
Cualquier guaymense se enorgullece del Monumento al Pescador como uno de los símbolos de mayor realce de nuestro puerto, que incluso se presume en postales, pequeñas efigies ante los amigos de otras partes.
En menos de cuarenta años la estatua con la figura del pescador Celso Grajeda arraigó en el sentir de esta comunidad que mucho debe a los hombres de mar y a sus aportes para el progreso.
Al parecer eso no lo saben, lo que es malo, o lo desdeñan lo que es peor, algunos “geniales diseñadores” que le venden al gobierno sus proyectitos en fotografías y maquetas ridículas de tanto oropel.
No es tema de cuestionamiento el que un trasatlántico entre a la bahía o que un faro ilumine con luz de mediodía a Guaymas a todas horas; eso que quede para el anecdotario.
Lo que sí molesta es la idea, la sola idea de que el Monumento al Pescador pueda ser removido del pedestal que merece, como una especie Poseidón a la orilla del mar para orgullo de todos.
El desplazar ese Monumento sería no sólo un agravio para miles de pescadores y sus familias; sería también, debe serlo, motivo de indignación para todo aquel ciudadano que se precie de ser guaymense.