viernes, 23 de noviembre de 2007

Hiram Ortega Bobadilla: el eterno "Chavalón"

Por Fernando Villa Escárciga
Locutor chamaco, veterano locutor, eterno “Chavalón” de quince lustros, cronista de amplias errancias y voz afable en el trajín de las reinas del hogar: Es Hiram Ortega Bobadilla.
Apenas quince años tenía y fue capaz de sacar adelante como único locutor diario a la radio que casi nació con él; apenas 75 tiene ahora y es tal vez el más viejo en Sonora que vive del micrófono.
Cronista beisbolero en el sur del estado, misterioso galán juvenil de mozas irreverentes y distantes y frustradas allende los mares, respetuoso y respetable. Reconocido por digno Guaymense Distinguido. Hiram vino al mundo durante una ventisca nocturna dominical el 21 de febrero de 1932. Hijo de Jesús Ortega Sanders y Esther B. de Ortega, avecindados en la calle 21 de este puerto.
Poco le arrullaron las olas de aquella límpida Bahía de Guaymas y a semanas de nacido la familia se mudó a Santa Rosalía, Baja California Sur, obligados por motivos laborales del padre.
“Mucha gente cree que nací allá, pero soy más guaymense que el cerro Cabezón”, dice este hombre que defiende la “hache” de su nombre con fervor casi patriótico. Tenía nueve años de edad y se mudaron a Hermosillo, otra vez por asuntos de trabajo de don Jesús. Allá sufren recurrentes crisis económicas.
Presionados por la necesidad, su hermano e Hiram recién despertado a la adolescencia retornan a Guaymas, donde le piden posada al abuelo Modesto Ortega, concesionario de la XEDR.
Un caserón viejo de madera, ubicada en la esquina de calle 9 y Serdán acogía entonces la torre donde se instalaba la radiofusora.
A diario acudía Hiram a hacer mandados por unos centavos, así se ganaba la vida.
Te quedas...“Empecé de metiche y mirón, hasta que empezaron a verme con familiaridad y mi presencia fue cada vez más habitual... Hasta que me permitieron decir algunas cosas al aire”, recuerda Ortega Bobadilla.
Los tiempos son distantes y la memoria se retuerce para precisar situaciones, pero Hiram recuerda que la radio transmitía de 8:00 a 14: 00 y de 16:00 a 18:00 horas. Todo lo cubría un solo locutor.
Corría 1947 cuando surgió una diferencia entre aquel responsable de cabina y don Modesto Ortega, cuyo carácter fuerte se impuso y dispuso prescindir del empleado.
El viejo concesionario giró la vista para encontrarse con un plebe de mirar azorado. “Tú te quedas al frente del micrófono”, dijo. El adolescente de 15 años palideció de temor.
“Con miedo pero le entré, no había de otra”, comenta quien siendo casi un niño asumió la tarea de tamaña responsabilidad. Algo quizá inédito e irrepetible en la historia de la radio sonorense.
Durante casi un año así cumplió solicitando constantes permisos provisionales al gobierno, hasta que viajó a la capital del país a presentar examen y obtener su licencia el 15 de diciembre de 1948.
Entonces la labor se concretaba a programas música en discos de 78 revoluciones por minuto. Toda la transmisión era en vivo, hasta los comerciales. Ni soñar en grabadoras.
Con apenas 40 mil habitantes, el puerto era tranquilo y no había baches en el pavimento porque no había pavimento, en ninguna calle.
La avenida Serdán era de terracería con camellones y árboles en medio.
Desde la única radio del pueblo se escuchaba la voz de aquel chamaco que imponía ritmo y romanticismo a través de la música que desparramaba con los cantores de moda.
Fans al alzaHiram atendía complacencias y dedicatorias de canciones que en los ardientes veranos se pegaban a la piel de las muchachas retozantes de primavera.
El locutor era casi un ídolo juvenil, las fans se multiplicaban.
“Aquella era una chamba muy alcahueta, con las canciones dedicadas tenía mucho raiting con las chamacas. Era algo así como un galán”, comenta entre risas.
Tanto así, que no faltó alguna chica que acudiera hasta la cabina del locutor con la intención de lanzarle la más íntima y preciada prenda femenina.
“Nunca fui baquetón, tenía mucho respeto a mi familia y ninguna pécora me pudo convencer… Además ni existían los condones, me porté muy decente”, dice.
Ortega Bobadilla recuerda que la frecuencia de la XEDR se escuchaba allende el Mar Bermejo y en Santa Rosalía su voz era conocida.
También famoso, y muy famoso, era José Luis Robinson Coppel con quien Hiram alternaba en el “Radio Vacilón” transmitido cada domingo desde el Terraza Chapultepec.
...Y a la baja
Era tanta la intercomunicación y hermandad entre Guaymas y Santa Rosalía, que organizaban encuentros de béisbol como parte de los festejos sobre la relación de ambas comunidades.
Cierta ocasión, Robinson e Hiram se suman al encuentro y parten en el barco como compañeros de la novena guaymense para el tradicional encuentro beisbolero.
En el muelle de Santa Rosalía la comitiva fue recibida por una alegre muchedumbre. “El Bachichas” Frayde, “El Huevo” Romo, “Yaqui” Ríos y otros grandes peloteros saludaban a todos.
De entre el gentío surgió un grupo de muchachas preguntando quién era Hiram Ortega Bobadilla. “Ese que está ahí es”, les respondieron señalando al joven locutor.
Pero bueno para el taco y aficionado a las tortas, el joven de veintitantos años lucía un vientre prominente y su figura era impropia de un adonis o algo parecido.
“Lástima, en la radio se oye bien y creímos que era guapo”, dijeron las mozas cachanillas al girar sobre sus pasos en busca de otro gallo con más brillante plumaje.
Echenle agua
Pese a todo Hiram Ortega conservaba su raiting entre las oyentes por su buen gusto musical y sus comentarios afables y plenos de respeto.
En 1953 lanza al aire su “Programa de la Escoba”, que desde las nueve de la mañana se difundía entre los hogares donde las reinas se afanaban en su cotidiano quehacer.
“Échenle agua y no hagan polvo”, bromeaba Hiram mientras amenizaba con la rusticidad musical de “Los Alegres de Terán” y “Los Gorriones de Topo Chico”.
También ponía polkas, muchas de ese estilo y fueron las amas de casa guaymenses que así le bautizaron con el noble apodo que sigue vigente: “El Chavalón de las Polkas”.
Aquel programa duró algunos años y después alterna con otros locutores en otros espacios, pero siempre en la DR.
Muchas satisfacciones encontró Hiram en la transmisión de los famosos maratones de competencias a nado, en tiempos del alcalde Hilario Téllez.
Otras alegrías le desprendieron la transmisión de la salida de los barcos, los sorteos de alguna universidad y programas de interlocución en vivo con los radioescuchas.
También ameno fue “Sábados del Recuerdo” a partir del mediodía, al principio amenizado con discos y, ante el éxito creciente, convino invitar artistas en vivo como Lalo Hurtado y Luis Manuel Mercado.
Se llenaba el estudio de gente, el ambiente era muy agradable y de sana convivencia familiar. Había mucha alegría, menciona el decano locutor.
OrgullosOrtega Bobadilla recuerda que era imposible comentar sobre política o problemas sociales, la censura era rígida con inspectores al acecho para que nadie se saliera del huacal.
De todos modos nunca tuvo dificultades con autoridad alguna, la constante de Hiram fue desprender alegría, respetar al auditorio y promover la convivencia familiar.
Siempre fue así, jamás su quehacer desprendió queja alguna; antes al contrario, la comunidad le reconoció y reconoce sus aportes a la concordia colectiva a través de su decir.
Por eso el Club Jueves le nombró “Locutor del Año” en 1985; por eso el gobierno municipal, a nombre de la ciudadanía, le designó “Guaymense Distinguido” en 1996.
“Son reconocimientos que me llenan de orgullo, me dicen que he sido buen hombre, buen ciudadano y bueno en mi oficio”, expresa.
Ortega Bobadilla jamás se vio envuelto en líos judiciales, tampoco en broncas policíacas o algo por el estilo.
“Pago mis impuestos, me dedico a mi familia y a trabajar por Guaymas”, expone.
Mas no todo ha sido alegría para “El Chavalón de las polkas” en sus andares por la radio; también ha confrontado el infortunio colectivo y con responsabilidad precisa dispuso su quehacer.
Cuando la tragedia del Araguán, aquel barco de pasaje y carga que zozobró yendo de aquí a hacia Santa Rosalía, Hiram pasaba por los muelles y se percató de que algo raro sucedía.
Al acercarse vio que decenas de sobrevivientes y cadáveres se acomodaban en los muelles, por lo que solicitó un teléfono para transmitir la infausta noticia a través de la XEDR.
“Fue una emoción terrible, de profundo dolor, pero cumplí con el deber de informar a la gente sobre el suceso”, relata.
Otro récordLos aficionados al béisbol de la vieja guardia han de guardar en sus memorias la trayectoria de este durable locutor como comentarista de aquellos inolvidables “Ostioneros”.
Inició difundiendo comerciales cuando el cronista oficial de la novena local era José I. Díaz, a quien la raza apodaba “El Chupamirto”. Eran los tiempos del viejo parque en la avenida Seis.
Años después, Ortega Bobadilla empieza a alternar en la crónica de los juegos con Óscar Verdugo hasta que se convirtió en el cronista oficial de los “Ostioneros”... Durante casi veinte años.
Entre sus múltiples logros, Hiram se siente orgulloso de haber sido cronista oficial de “Yaquis” de Ciudad Obregón en 1969, a través de la XEOX y en 1970 de “Mayos” de Navojoa en la XEEL.
Pese a todo, nunca dejaba de lado su labor en la XEDR local, ni aún cuando llegó a transmitir los juegos de los “Naranjeros” de Hermosillo, para la XEDM cuando visitaban a los “Rieleros” de Empalme. Todo un récord en Sonora.
Por supuesto, a “El Chavalón” le tocó ser un cronista campeón cuando aquellos “Ostioneros” plagados de ídolos como “El Yaqui” Ríos, Julio Alfonso, “Becerril” Fernández y tantos otros.
De inalterable buen humor, el decano de los locutores de Guaymas y quizá de Sonora accede a emitir un consejo a los noveles oficiantes de la radio:
Que sean muy educados y se preocupen por mejorar su cultura general, así como el profesor Alejandro Ramírez; que cuiden mucho lenguaje y traten de ser alegres. “Y por encima de todo, que sean amables con la gente. El público merece todo nuestro respeto”, sentencia.
El anuncioPor su trayectoria y el hacerse querer por la gente, fue que el regidor José Ordaz Aguiar propuso que la avenida segunda de la colonia San Vicente fuese bautizada con el nombre de Hiram.Los ediles todos sin titubear aprobaron en sesión de Cabildo la propuesta llevada a la asamblea por el alcalde Antonio Astiazarán Gutiérrez.
Más todavía, cuando el alcalde y el regidor Ordaz entregaron a Hiram copia de la decisión colegial a nombre de Guaymas, en la sala atronó un aplauso unánime para el locutor.
Contento a más no poder, con su voz inconfundible y como si estuviera ‘al aire’, Ortega Bobadilla se desprendió en gratitudes para el Ayuntamiento en pleno.
Pero en Hiram genio y figura van de la mano. Apenas dio las gracias, harto emocionado, soltó de su ronco pecho la petición:
“Pos muchas gracias por el nombre de la calle, ojala que pronto la pavimenten”. Y se soltó un alud de risas en ambiente alegre, de esos que siempre provoca “El Chavalón”.