Ventura Cota y Borbón III
Rubén Espinoza Becerril |
El pasado viernes 31 de julio, en la Ciudad
de México fueron asesinados un reportero gráfico colaborador de la revista Proceso, de nombre Rubén Espinoza Becerril y cuatro mujeres, entre ellas una activista
social.
Dos meses antes, debido a las amenazas vertidas
por el gobernador de Veracruz Javier
Duarte de Ochoa, el periodista gráfico optó por exiliarse en la capital,
donde finalmente se presume, su muerte violenta fue la promesa cumplida del
mandatario.
Veracruz es el estado de la República donde se han cometido más asesinatos de periodistas y curiosamente éstos se han incrementado durante la gestión del gobernador priista de apellidos Duarte de Ochoa; y aunque ha habido evidencias suficientes en otros actos delincuenciales como para poner tras las rejas al mandatario veracruzano, la autoridad federal ha temido actuar quién sabe por qué extraña razón. Pueden colegirse, mas no comprobarse: LA IMPUNIDAD.
Portada que encabronó al mandatario Javier Duarte |
¿Y saben qué? No pasará absolutamente NADA.
La impunidad es el patente de corso de muchos políticos, quienes al saberse
cobijados por el propio sistema gubernamental, hacen y deshacen.
Lo bueno dentro de lo malo que le sucedió al
periodista y a cuatro damitas, es que entidades periodísticas mundiales ya han
volteado los ojos hacia el país de la barbarie --donde las denuncias se callan
con la intimidación cuando bien le va al valiente denunciante, si no con la
muerte en más de una ocasión--, y han exigido al gobierno que intente
aclarar dicho crimen.
La investigación si quieren hacerla seria, no
tiene más que una dirección y ésta apunta al obeso gobernador veracruzano,
quien ya con estas muertes se convierte en el principal ejecutor de acallar la
libertad de expresión.
Ojalá que algo pasara en cuanto a la
procuración de justicia, sin embargo y aunque suene a resignación –impotencia--,
sabemos que estas muertes se sumarán a las estadísticas y al paso de uno o dos
días, la nota dejará de ser importante para darle paso a otras más que de nuevo
acaparará la atención del público, finalmente cada quien utiliza a conveniencia
su propia “caja china” de distracción.
He dicho.