Por Ventura Cota Borbón
El 10 de junio de 1935 es la fecha que marca el inicio de
la sobriedad definitiva del Dr. Bob, cirujano que ejercía en Akron, Ohio,
EE.UU., a quien le tocó hacer compañía por casi un mes a Bill, un corredor de
bolsa con problemas, que no quería recaer en la bebida y desesperado por algún
tipo de ayuda, le pidió al párroco más cercano que le recomendara a alguien con
el mismo problema para hablar con él. El párroco le habló a Henrietta
Sieberling, ella a su vez contactó a Bob, quien aceptó reunirse con Bill. De
esa reunión y las siguientes, nació la semilla de AA.
Tenían como principios básicos la aceptación absoluta de
sus defectos de carácter, dejarse guiar por el Espíritu Santo, compartir como
una verdadera hermandad y cambiar sus vidas previas, además fomentaban la fe y
la oración y sus metas eran los más altos niveles de amor, pureza, honestidad y
el mínimo egoísmo posible. Así fue AA desde su inicio. De hecho, en una
grabación de Bill se le escucha decir: “Admitimos que estábamos vencidos, nos
volvimos honestos con nosotros mismos, lo hablamos con otra persona, desagraviamos
a quien dañamos, tratamos de llevar este mensaje a otros sin pensar en
recompensa alguna, rezamos al Dios en que cada quien piensa”.
A Bill y a Bob se acercaron otras personas que alcanzaron
la sobriedad a través del incipiente programa. Poco a poco se fueron definiendo
y perfeccionando los aspectos del mismo. Cuatro años después publicaron el
libro “Alcohólicos Anónimos”, en el cual se explican los doce pasos de la
recuperación, que son un detallado plan para lograr la abstinencia y mantener
la sobriedad, actualmente vigentes.
¿Es el alcoholismo
una enfermedad?
La Organización Mundial de la Salud, en el año de 1953,
después de un profundo estudio, diagnosticó al alcoholismo como una enfermedad
incurable, progresiva y mortal por necesidad y que puede atacar
indiscriminadamente tanto a hombres como a mujeres, no importando la edad ni el
estrato social; asimismo la Sociedad Americana de Salud al igual que como
muchos otros grupos profesionales, consideran al alcoholismo como una
enfermedad.
En la actualidad, jueces y legisladores también lo van
reconociendo como enfermedad, aunque es válido decir que aún hay algunas
autoridades que continúan mirándolo solamente como expresión de problemas
emocionales ocultos.
Otros lo ven como un síntoma que antecede a una
enfermedad, aunque requiere tratamiento por sí mismo. El Comité sobre
Alcoholismo de la Asociación Médica Norteamericana, define al alcoholismo como
una enfermedad en la cual se presenta ansiedad por el alcohol y pérdida del
control sobre su consumo, como un tipo de dependencia que puede causar
daño a la salud de la persona o interferir su habilidad para trabajar y
para avenirse con los demás.
El alcohólico bebe usualmente –no es esto una regla
general-, en grandes cantidades, y con
frecuencia llega al estado de embriaguez. Sin embargo, la cantidad y la
frecuencia no son más que síntomas. Si bien es cierto que algunos alcohólicos
beben en menores proporciones que algunos bebedores sociales, este hecho no
modifica su condición básica ni la hace menos grave. El factor clave está
en la pérdida del control y la ansiedad por la droga, en este caso el alcohol.
Los defectos físicos y las dificultades para ajustarse a la vida pueden
contribuir al desarrollo de la enfermedad, o ser un resultado de ella.
Algunos síntomas
El síntoma más frecuente, entre otros, que se atribuye a
la enfermedad del alcoholismo es la negación. El individuo que está bebiendo,
le molesta que se refieran constantemente a su modo de beber, la bebida
solitaria, o el beber temprano por la mañana pueden ser signos de alcoholismo,
pero no siempre se presentan.
Con la pérdida de control llegan las lagunas mentales, la
pérdida de valores, de trabajos, etc. En forma similar, el vivir en sitios de
baja condición, la irresponsabilidad y otros tipos de conducta comúnmente
asociados con el alcoholismo, ni se limitan a este desorden ni forman
necesariamente parte de él.
En realidad, la clase de alcohólicos compuesta por
miembros de alto nivel profesional y económico constituye probablemente la más
numerosa, y con toda seguridad, una de las clases de alcoholismo más ignoradas
en este país.
Cómo trabaja el
programa
Bill y Bob no inventaron nada nuevo, de hecho, el
programa de recuperación de A.A. es sintetizado de la religión, la psiquiatría,
la medicina y las experiencias propias de sus miembros. En éste se aplican 12
pasos para la recuperación personal y 12 tradiciones para convivir con los
compañeros, sociedad, familia, etc., pero además, todo es sugerido, no se le
obliga a nadie a llevarlos a cabo.
Las juntas o reuniones se efectúan por medio de pláticas
de una hora y media que los psiquiatras denominan psicoterapia grupal. Se dice
que se enfermaron por la boca (bebiendo) y por la boca se recuperan, pero no se
curan. Recordemos que el alcoholismo es una enfermedad incurable.
Realmente, no hay nada nuevo en AA. Se podría decir que
no hay grupo religioso, fraternidad o asociación con fines de crecimiento
espiritual y personal, que no practique la aceptación, el inventario personal a
través de la introspección, la meditación, la confesión, la reparación o
desagravio y algún tipo de oración.
¿Qué es entonces lo que ha permitido el éxito sin
precedentes de AA? ¿Por qué hay tantas réplicas de sus principios y métodos:
Narcóticos, Comedores compulsivos, Jugadores, Fumadores, Sexo adictos, Deudores
y Co-dependientes Anónimos? En una búsqueda por Internet encontré 23 grupos
anónimos que basan sus métodos en los doce pasos de AA. Hay incluso un grupo de
“Bálsamo Labial Anónimos”.
Es probable que el éxito radique en algunos presupuestos
vigentes para AA desde 1935: la neutralidad moral de las bebidas alcohólicas,
que no son buenas ni malas; la no denominación religiosa, que permite a cada
quien su acercamiento personal al Dios de su fe; la organización absolutamente
horizontal, con autonomía absoluta de los grupos; el anonimato; la disposición
de sus miembros a “pasar el mensaje” y a colaborar unos con otros con su
presencia incondicional; la no imposición y el respeto a ultranza por la individualidad
de cada quien y el constante refuerzo de la autonomía personal; finalmente, la
aceptación del papel coadyuvante pero no imprescindible de los médicos y de las
medicinas.
Para los médicos, AA es un instrumento terapéutico de
primer orden. La aceptación del tratamiento por parte del paciente debe incluir
el consentimiento de asistir a AA y, si no fuera ese el caso, será parte de su
labor sugerir, con firmeza y esperanza, la asistencia a los grupos de AA.
Asista o no el paciente a AA, a los familiares siempre se les pide con
optimismo que asistan a ALANON, que es el grupo de ayuda para los familiares de
quien sufre dependencia del alcohol.
La cuestión del
Anonimato
Le pregunté a un miembro de AA, que por qué debían
mantener el anonimato en los medios de comunicación. Primero me dijo que una
cosa es ser anónimo y otra es andar de incógnito. El anonimato es para la
prensa, radio y televisión; para pasar el mensaje hay que dejarse ver, en el
sentido amplio de la palabra, para poderle dar nuestra historia al que está
sufriendo; no se trata de un asunto de vergüenza, sino de una forma de proteger
a la gente que se acerca por primera vez y de un escudo para los demás
alcohólicos, para protegerlos de sus propios defectos de carácter, ya que a
veces quieren hacer pública su labor social, que la gente vea que ha cambiado,
que ya son buenos y esto rompe el anonimato y por lo tanto, desvirtúa el
objetivo que como agrupación tienen.”
Grupos en Guaymas,
Empalme y San Carlos
Existen alrededor de 22 grupos de recuperación de A.A.,
en Guaymas, Empalme y San Carlos. Todos ellos pertenecen a la Central Mexicana
de Servicios Generales de A.A., AC, en su enunciado se resume lo que AA hace o
no hace y es el siguiente: “Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y
mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver
su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo. El único
requisito para ser miembro de AA, es el deseo de dejar la bebida. Para ser
miembro de AA, no se pagan honorarios ni cuotas, nos mantenemos con nuestras
propias contribuciones. A.A., no está afiliada a ninguna secta, religión,
organización o institución alguna, no desea intervenir en controversias; no
respalda ni se opone a ninguna causa, nuestro objetivo primordial es
mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a recuperarse del
alcoholismo”.
La oficina de información pública pone a sus órdenes el
teléfono 222 85 55 para cualquier información o duda.
En la actualidad existe poco más de cinco y medio
millones de miembros en cerca de 186 países. Han sido ya 79 años de grandes
esfuerzos pero que se han concretado en la satisfacción de ver la sonrisa de
una familia entera en que su pilar principal (hombre o mujer) se recupera día a
día con este maravilloso programa de A.A.
De los cofundadores, el Dr. Bob murió el 16 de noviembre
de 1950, mientras que el 24 de enero de 1971, falleció Bill W. de
pulmonía en Miami Beach, Florida, donde -hacía siete meses- había pronunciado
ante la Convención Internacional del 35º Aniversario lo que resultaron ser sus
últimas palabras a sus compañeros de A.A.: “Dios les bendiga a ustedes y a
Alcohólicos Anónimos para siempre.”
Desde entonces, desde ese día de junio de 1935, hasta hoy
a más de salvar la vida de millones de seres con problemas alcohólicos, además
A.A. ha llegado a ser una comunidad de extensión mundial, lo cual ha demostrado
que la manera de vivir dentro de A.A. hoy día puede superar casi todas las
barreras de raza, credo e idioma.
La humanidad debe un reconocimiento y un perenne
agradecimiento a los fundadores de AA. Fueron valientes visionarios que
lograron convertir años de dolor y miseria espiritual y social, en fuente de
serenidad para sí mismos y para millones de personas que sufren de dependencias
de cualquier tipo.
Celebrar 79 años de éxitos continuados es para admirar,
estudiar e imitar. Por esa razón lo recomendamos enfáticamente.